En el capítulo de Revelación del libro Jehová Mismo Ha Llegado A Ser Rey se propuso la idea de que la apertura del séptimo sello y el tocar de las primeras cuatro trompetas angélicas tienen que ver con el juicio sobre la casa de Dios después que el sellado final haya tenido lugar.  El que todos los elegidos han sido sellados y el llamamiento y ungimiento han terminado antes del sonar de la primera trompeta es evidente por el hecho de que el versículo tres hace mención de las oraciones de todos los santos.

Es especialmente notable que después del sonar de las primeras cuatro trompetas un ángel volando en medio del cielo declara: “¡Ay, ay, ay de los que moran en la tierra por causa de los demás toques de trompeta de los tres ángeles que están a punto de tocar sus trompetas!”.

“Aquellos que moran en la tierra” son todas las personas del mundo que no habían sido afectadas por las primeras cuatro trompetas que anunciaban los juicios de Dios contra la congregación de Cristo. El sonar de la quinta trompeta revela a una estrella que cae del cielo a la cual se le da una llave del abismo. Esta abre el hoyo  del abismo y una nube de humo ennegrece el cielo y oscurece el sol, y de en medio del humo extraño, emergen criaturas como langostas preparadas para la batalla. Aunque sean similares a  langostas, también se asemejan a caballos preparados para una batalla. Pero a diferencia de cualquier caballo común, sus colas pican como un escorpión. Se dice que tienen caras de hombres, sin embargo, tienen coronas de oro y el pelo como el de una mujer. Tienen sobre ellos un rey que se llama el ángel del abismo. En hebreo su nombre es Abadón.

¿Quién es Abadón? La Sociedad Watchtower dice que no es otro que Jesucristo. ¿Es correcta su interpretación? Sí lo es. ¿Cómo se puede determinar eso? Por una parte, en Lucas 8:31, los mismos demonios rogaron a Jesús que no los enviara al abismo, indicando que ellos reconocían que Jesús tenía autoridad sobre el abismo simbólico de la desolación. Además, las palabras iniciales del capítulo 20 de Apocalipsis revelan que un ángel justo tiene las llaves del abismo y lanza allí a Satanás para que comience el reinado de mil años de Cristo. Puesto que Jesús es la semilla de la mujer que en última instancia aplastará la cabeza de la serpiente, es impensable que cualquier persona que no sea Cristo tome la acción decisiva contra el Diablo que se muestra en el capítulo 20 de Apocalipsis.

Abadón significa destructor. Ese es el título más apropiado para Jesucristo, ya que él ha sido designado para destruir las obras del diablo y reducir a nada todos los vestigios de su mundo malvado. Siendo así, el ángel que abre el abismo al sonar la quinta trompeta debe ser también Jesucristo. ¿Pero por qué es retratado como un ángel caído?

En otras partes de la Escritura, los hijos del reino, así como los ángeles, son simbolizados como estrellas. Por ejemplo, el capítulo ocho de Daniel representa a los santos del reino como estrellas del cielo que son derribadas y pisoteadas por un rey de fiero semblante. También se dice que el rey pisotea el santuario del gran príncipe. El príncipe es Jesucristo, el Príncipe de Paz, siendo el santuario su congregación. Así que cuando los santos han sido sellados y les es dado el reino, pero  siguen siendo pisoteados por el rey terrenal y arrojados desde su lugar en el cielo, es como si Cristo también fuera derribado, ya que lo que se hace a sus hermanos es como si fuera hecho a él. Pero después de que los santos son pisoteados y despreciados, Jesús entrará en medio de ellos como un poderoso dios e infundirá en ellos su poder mismo.

El libro de Miqueas retrata a los hijos castigados de Dios como si fueran leones entre  corderos.  Y eso es lo que retratan los feroces guerreros semejantes a langostas. Sus coronas de oro indican que se han convertido en reyes en el reino de Dios, aunque todavía  estén sobre la tierra. Son los reyes del nacimiento del sol los que suplantarán a los reyes terrenales en la batalla de Armagedón.

Su cabello como el de una mujer bien puede simbolizar su sujeción a Cristo como su esposa, pero también debe recordar al nazareo Sansón, quien realizó hazañas sobrehumanas y fue prácticamente invencible ante sus enemigos filisteos hasta que fue traicionado y despojado. Pero a diferencia de Sansón, aquellos bajo el mando de su rey del abismo, Abadón, no matan a los hombres, sino que pican a los que han recibido la marca de la bestia y les hacen desear la muerte. Después de la apertura del séptimo sello las puertas de la salvación habrán sido cerradas. Para entonces los que han de recibir la salvación están en un campo y los que están condenados a la destrucción están en otro. Aparentemente, los guerreros de Abadón proclamarán vigorosamente el castigo y la destrucción que viene con el sonar de la sexta trompeta que anuncia la segunda aflicción que acaecerá sobre los que habitan la tierra.

“Y EL SEXTO ÁNGEL TOCÓ SU TROMPETA”

Con el sonido de la sexta trompeta, se le dice al ángel: “Desata los cuatro ángeles que están atados en el gran río Eufrates”.

 ¿Qué significan los cuatro ángeles atados en el gran Río Eufrates? Razonablemente, el río Éufrates es un símbolo de Babilonia  ya que esta ciudad antigua se situaba entre los ríos Tigris y Éufrates. Los ejércitos del imperio babilónico fueron utilizados por Jehová para llevar a cabo sus juicios, no sólo trayendo venganza  sobre Judá, sino sobre muchas naciones alrededor, incluyendo a Egipto y Asiria. La visión de los cuatro ángeles atados en el Éufrates es similar a la revelación previa de cuatro ángeles reteniendo los cuatro vientos de destrucción. Pero con el sonar de la sexta trompeta los ángeles ya no deben retener los vientos y el  Destructor libera a sus agentes destructores sobre el mundo.

Aunque el principio del día de Jehová comenzará con la apertura del primer sello, cuando se le dé una corona a Cristo y se disponga a vencer a todos los enemigos de  su padre, siendo este el día del cual nadie sabe cuándo comenzará, al no conocerse ni el día ni la hora, curiosamente, de los ejércitos desatados del gran río Eufrates se dice que “han sido preparados para la hora y el día y el mes y el año, para matar a un tercio de los hombres”.

Los testigos de Jehová han sido llevados a creer que no habrá más guerras mundiales ni un uso a gran escala de armas nucleares. Sin embargo, es interesante que actualmente hay más científicos involucrados en el desarrollo de armas de guerra, que los involucrados en asuntos pacíficos. La producción de armas de guerra es uno de los principales motores de las economías de Estados Unidos y Gran Bretaña. No hay alguna parte en esta tierra que esté a salvo del alcance de la gran máquina militar de guerra construida por las principales naciones del mundo. Pero la máquina de guerra militar estadounidense es, por mucho, la más poderosa y letal. No hay duda de que los hombres que dirigen este mundo tienen  la plena intención, en algún momento en un futuro no muy lejano, de utilizar su gran poder militar los unos contra los otros. Pero independientemente de sus intenciones, no pueden usar sus armas hasta el día y la hora, el mes y el año que han sido predeterminados por Jehová.

Por supuesto, el apóstol Juan no visionó ningún armamento moderno. No vio ningún helicóptero que se movía sobre los blancos, o tanques de hierro que corrían a 50 millas por hora a través de un campo abierto, sacudiendo la tierra bajo sus gigantescas pisadas, aplastando todo a su paso, disparando proyectiles perforadores a lo lejos y expulsando corrientes de gasolina gelatinosa llameante de un cañón que gira rápidamente. Juan tampoco vio algún misil nuclear yendo de un lado a otro  en la atmósfera. En cambio, él vio lo que escribió en Apocalipsis 9: 16-17: ‘’Y el número de los ejércitos de la caballería era dos miríadas de miríadas: yo oí el número de ellos. Y de esta manera vi los caballos en la visión, y a los que iban sentados sobre ellos: tenían corazas rojas como el fuego y azules como el jacinto y amarillas como el azufre; y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de la boca de ellos salía fuego y humo y azufre.’’

En contraste con las langostas del abismo, esta caballería no tiene coronas sobre sus cabezas y no hay ninguna indicación de que sólo piquen a los hombres y les hagan desear la muerte. No, el fuego y la caballería literalmente matan a los hombres. Sus corazas de colores brillantes de rojo, azul y amarillo parecido al azufre pueden simbolizar las banderas de una coalición internacional de ejércitos de varias naciones. El rojo fuego nos recuerda al ejército rojo chino, que literalmente cuenta con 1 millón de hombres. El azul puede recordarnos a los ejércitos con casco azul de las Naciones Unidas.

Para apreciar y comprender plenamente esta porción de Apocalipsis, una clave vital se provee en el capítulo 11 de Daniel. El tiempo del fin mencionado en Daniel 11:40 coincide con la apertura del primer sello. La inundación llevada a cabo por el rey del norte y la subyugación de todas las naciones, incluido el rey del sur representado como Egipto en ese contexto, es paralela al galopar de los jinetes sucesivos del apocalipsis que traen guerra, hambre y peste. En ese momento,  la tierra de la decoración, la congregación de Cristo, también es rebajada,  suceso paralelo al sonar de las primeras cuatro trompetas. Pero Daniel 11:44 predice los acontecimientos finales que llevarán al rey del norte a su fin. Ese versículo dice: ” Pero habrá informes que lo perturbarán, desde el naciente y desde el norte, y ciertamente saldrá en gran furia para aniquilar y dar por entero a muchos a la destrucción. Y plantará sus tiendas palaciegas entre [el] gran mar y la santa montaña de Decoración; y tendrá que llegar hasta su mismo fin, y no habrá ayudante para él. ’’

¿Cuáles son los informes inquietantes que proceden del norte y del naciente que llevarán al último rey a cometer un genocidio a gran escala? Serán los informes de la presencia de Cristo entre sus santos,  los reyes del nacimiento del sol. Sin duda, la revelación de los hijos de Dios será un fenómeno milagroso observado por la gran muchedumbre, anunciado a lo largo y ancho de la tierra y junto con su poderosa denuncia del mundo condenado, los hijos del reino aterrorizarán el corazón del último rey. Esos “informes” coinciden con la picadura de las langostas bajo el mando del ángel del abismo.

El que rey del norte salga en gran furia “para aniquilar y dar por entero a muchos a la destrucción” es también obra del Destructor, representado en Apocalipsis como el segundo ay. Pero cuando el rey enfurecido destruye a los hijos del reino, invadiendo su tierra sagrada, como si plantara sus “tiendas palaciegas” oficiales donde los hijos de Sión habían residido en la tierra, entonces llegará a su fin ya que el Destructor lo aniquilará.