Jerusalén ya no existía. El templo que había estado en pie durante casi 500 años yacía en ruinas. Toda la población también se había ido, excepto por unos pocos dejados atrás. Muchos habían sido asesinados. El resto fue llevado a Babilonia. Los profetas habían predicho la caída de Jerusalén. También predijeron que Dios recompraría a su pueblo y los devolvería a su desolada patria, la cual restaurarían. Tal como Jehová dijo, así sucedió. En una sola noche, Babilonia cayó y el hombre que planeó el derrocamiento de Babilonia, un hombre llamado Ciro, fue anunciado por su nombre a través de Isaías mucho antes de que naciera. Ciro y otros gobernantes persas trataron amablemente a los judíos y les permitieron regresar a Judá, reconstruir la ciudad y el templo de Jehová.
¿Fue restaurada la adoración pura entonces? Realmente no. Solo de manera pictórica. El grandioso propósito de Dios estaba lejos de ser completado. Jehová permitió que los judíos regresaran a Palestina por una razón: para proporcionar un lugar para el evento más crucial en la historia humana: la llegada del Mesías, el hombre a quien los judíos llegaron a conocer como Jesús.
Es cierto, cuando Jesús caminó a lo largo y ancho de la tierra que Dios le había dado a la descendencia de Abrahán, no se vio confrontado con la repugnante idolatría que existía antes del holocausto babilónico. No había imágenes de Baal. Ningún niño era sacrificado en los lugares altos. No había postes sagrados ni ídolos de ningún tipo. Aun así, la mayoría de los judíos no aceptaron a Jesús como el hijo mesiánico de Dios. ¿Por qué no?
La razón principal por la que no aceptaron al Mesías se debió a que los líderes de los judíos no reconocieron que Jesús era el Cristo y el enviado de Dios.
Después de regresar a su patria ancestral, en algún momento durante la dominación griega, la vida religiosa de los judíos llegó a ser gobernada por una clase educada de hombres que eran los guardianes del conocimiento. Estos se dividían en dos sectas principales. Un grupo era conocido como los saduceos. El otro, como los fariseos. También había escribas, que eran copistas de las Sagradas Escrituras, lo que los hacía conocer la Ley. Junto con los sacerdotes y el sumo sacerdote, los escribas, saduceos y fariseos controlaban todos los aspectos de la sociedad judía.
Tenga en cuenta que en aquel entonces las personas no poseían lo que conocemos como la Biblia, o el Antiguo Testamento, como se le llama ahora. Aunque a los israelitas se les confiaron los escritos sagrados, los rollos copiados a mano no abundaban. Lo más probable es que solo las sinagogas tuvieran copias de los escritos de Moisés y los profetas, ya sea en hebreo, arameo o griego.
Jesús nació en esta cultura y fue sumergido en ella. Él era un judío devoto, un ferviente adorador de Jehová. De niño y joven asistía a los festivales religiosos anuales en Jerusalén y a las reuniones semanales del sábado en su sinagoga local.
Cuando Jesús tenía unos 30 años, ocurrió algo extraordinario cuando asistió a una reunión en la sinagoga de su ciudad natal, Nazaret. Sin el conocimiento de sus compañeros galileos, Jesús había sido ungido por el espíritu santo unas semanas antes. Después de 40 días en el desierto, ayunando y habiendo sido tentado por el diablo, Jesús regresó a Nazaret y entró en la sinagoga. Se puso de pie ante la congregación y pidió el pergamino de Isaías. Se desplazó a un pasaje en particular y leyó lo siguiente: “El espíritu de Jehová está sobre mí, porque él me ungió para anunciarles buenas noticias a los pobres. Me envió para proclamar libertad a los cautivos y recuperación de la vista a los ciegos, para darles libertad a los oprimidos, para predicar el año acepto de Jehová’. Después enrolló el rollo, se lo devolvió al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los que estaban allí tenían sus ojos fijos en él. Y empezó a hablarles diciendo: ‘Hoy se cumple este pasaje de las Escrituras que acaban de oír’.’’ (Lucas 4:18 – 21)
Al principio, la congregación habló favorablemente del hombre de su ciudad natal, hasta que Jesús les explicó que “ningún profeta es aceptado en su propia tierra’’ e intentaron asesinarlo. Obviamente, esos nazarenos que iban a la sinagoga no practicaban la adoración pura.
Y eso fue solo el comienzo. A medida que su fama se extendió y las multitudes se sintieron atraídas por él, los fariseos y los líderes de los judíos se oponían cada vez más a Jesús. Intentaron atraparlo repetidamente en sus palabras para desacreditarlo y tener un pretexto para arrestarlo. Fracasaron una y otra vez. Los líderes judíos se opusieron a Jesús hasta tal punto, que determinaron que cualquier judío que siguiera a Cristo debía ser expulsado de la sinagoga, lo cual significaría el ostracismo total de la sociedad judía. Lo que hizo que su oposición fuera inexcusable fue el hecho de que habían sido testigos oculares de muchos de los milagros de Jesús. En lugar de convencerlos de que Jesús tenía el espíritu de Dios, afirmaron que era un charlatán y que Beelzebub, el Diablo, estaba detrás de sus milagros.
Jesús sabía la verdadera razón por la cual la mayoría de los judíos no creían en él. Eso se debía a que no eran sus ovejas. Jehová solo atrajo a ciertas personas hacia Jesús. Cuando los judíos exigieron saber si él era, de hecho, el Cristo, Jesús les respondió: “Ya lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio a mi favor. Pero ustedes no creen porque no son mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna; no van a ser destruidas nunca, y nadie las arrebatará de mis manos. Lo que mi Padre me ha dado es más valioso que todo lo demás, y nadie puede arrebatar las ovejas de las manos del Padre. Yo y el Padre somos uno.” (Juan 10:25 – 30) Una vez más, en ese momento, los judíos intentaron asesinarlo.
Con la venida de Cristo se desarrolló una nueva fase de adoración. Jesús se lo explicó a una mujer no judía, una samaritana, cuando dijo: “Créeme, mujer: viene la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación comienza con los judíos. Pero viene la hora —de hecho, ha llegado ya— en que los auténticos adoradores del Padre lo adorarán con espíritu y con verdad. Porque el Padre sin duda está buscando a personas así para que lo adoren. Dios es un espíritu, y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad.” (Juan 4: 21 – 24)
Jerusalén ya no era el centro de la adoración a Jehová. Aquella forma de adoración centrada alrededor del templo se estaba volviendo obsoleta. Jesús era la piedra angular de un nuevo templo, uno espiritual, una forma de adoración completamente nueva. Poco después de la muerte de Jesús, la construcción del templo invisible se puso en marcha cuando 120 discípulos fueron ungidos por espíritu santo en un aposento alto en la famosa ciudad de Jerusalén. Fueron los primeros bloques de construcción que fueron cincelados, pulidos y colocados en su lugar sobre la roca fundacional principal: Cristo.
La construcción del templo espiritual siempre tuvo una fuerte oposición. Los cristianos ungidos no solo fueron perseguidos por los judíos, sino que también se convirtieron en enemigos del estado romano. Muchos de los cristianos originales fueron asesinados. Los apóstoles, Santiago, Pedro y Pablo fueron todos mártires por su fe en Jesús. El perverso Nerón se burló del hecho de que los cristianos que eran la luz del mundo atándolos a postes, empapándolos en aceite y prendiéndoles fuego, para usarlos como lámparas que iluminaran las oscuras calles de Roma.
Sin embargo, con el tiempo, la oposición más exitosa a la verdad vino de adentro. Tal como predijeron los apóstoles, hombres malvados —los falsos maestros— se levantaron dentro de las congregaciones y asumieron el papel de obispos. Gradualmente, esos obispos apóstatas entregaron el liderazgo de las congregaciones al emperador pagano del imperio adorador de demonios, Constantino. El espíritu y la verdad que eran la base de la adoración pura se perdieron. El proyecto de construcción del templo se detuvo.
Si la congregación cristiana era el templo espiritual, la nueva Jerusalén, ¿qué pasó? La principal causa de la vulnerabilidad de la congregación cristiana consistía en que a Satanás se le había permitido tener influencia dentro del templo, tal como la había tenido sobre el templo judío. La influencia del diablo estuvo allí desde el principio, manifestada en la persona de Judas, uno de los apóstoles elegidos por Jesús, el cual acompañó a Cristo durante su ministerio, pero que después lo traicionó llevándolo a la muerte. Más tarde, otros agentes de Satanás se infiltraron en el templo del espíritu y la verdad. Por ejemplo, Pablo advirtió a los corintios que sus amados super apóstoles en realidad solo estaban disfrazados y se hacían pasar por ministros de Cristo. Naturalmente, sería imposible que la verdad floreciera sin impedimentos si se permitía al padre de la mentira ejercer alguna influencia sobre humanos imperfectos y corruptibles.
Sin embargo, es evidente que los Estudiantes Internacionales de la Biblia originales fueron impelidos por el mismo espíritu que había animado a los cristianos originales. La Watchtower derribó las mentiras doctrinales que habían enterrado y desdibujado la verdad durante siglos. El espíritu y la verdad comenzaron a fluir nuevamente. Se estaban cortando más piedras ungidas y estaban siendo puestas en su lugar. El proyecto de construcción del templo fue renovado con el objetivo de lograr su finalización.
Juan vio la ciudad finalizada y la describió de la siguiente manera: “Así que, por medio del espíritu, me llevó a una montaña grande y alta, y me mostró la santa ciudad de Jerusalén, que bajaba del cielo, desde donde está Dios, y que tenía la gloria de Dios. Su brillo era como el de una piedra preciosísima, como jaspe con destellos cristalinos. Tenía una muralla grande y alta, y 12 puertas con 12 ángeles en las puertas, y los nombres de las 12 tribus de los hijos de Israel estaban escritos en las puertas. Al este había tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas y al oeste tres puertas. Además, la muralla de la ciudad tenía por fundamentos 12 piedras, y en ellas estaban los 12 nombres de los 12 apóstoles del Cordero. El que hablaba conmigo tenía un instrumento de medir, una caña de oro, para medir la ciudad, las puertas y la muralla. El trazado de la ciudad era cuadrado, medía lo mismo de ancho que de largo. Él midió la ciudad con la caña: 12.000 estadios; su longitud, anchura y altura eran iguales. También midió la muralla: 144 codos, según la medida de hombre, que es a la vez la medida de ángel. La muralla era de jaspe y la ciudad de oro puro, cristalino como el vidrio. Los fundamentos de la muralla de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el primer fundamento era jaspe, el segundo zafiro, el tercero calcedonia, el cuarto esmeralda, el quinto sardónica, el sexto sardio, el séptimo crisólito, el octavo berilo, el noveno topacio, el décimo crisoprasa, el undécimo jacinto y el duodécimo amatista. Además, las 12 puertas eran 12 perlas; cada una de las puertas estaba hecha de una sola perla. Y la calle principal de la ciudad era de oro puro, transparente como el vidrio.’’ (Apocalipsis 21:10 – 21)
Con el espíritu de la unción en funcionamiento nuevamente, la verdad volviendo a ser encendida en el transcurso del pasado siglo y medio, y el mundo al borde de la catástrofe, seguramente la Segunda Venida de Cristo es inminente.
¿Significa eso que la adoración pura ha sido finalmente restaurada? No. Obviamente, la influencia corruptora original todavía está muy presente. El apóstol Pablo nos informó que Dios permitiría nuevamente una presencia similar a la de Judas, un hombre que desafía la ley, el cual sería clave para una operación extensa de Satanás dirigida a engañar a los que habían sido llamados con una falsa parusía. He escrito acerca de estos asuntos con detalle a lo largo de lo últimos 17 años.
Pedro también escribió acerca del mismo fenómeno diciendo: “Sin embargo, también hubo falsos profetas entre la gente, ya que también habrá falsos maestros entre ustedes. Estos traerán silenciosamente sectas destructivas, e incluso repudiarán al propietario que los compró, trayendo consigo una rápida destrucción. Además, muchos seguirán su conducta descarada, y debido a ellos se hablará de manera abusiva del camino de la verdad. Además, te explotarán con avidez con palabras falsas. Pero su juicio, decidido hace mucho tiempo, no avanza lentamente y su destrucción no duerme.’’
En ningún momento de la historia del cristianismo Dios ha provocado la destrucción de los ministros de Satanás. Por lo tanto, es innegable que la presencia de falsos maestros continuará hasta el regreso de Cristo. Es entonces cuando los hijos del inicuo serán desarraigados como mala hierba inservible y serán arrojados al fuego de la muerte eterna. Toda la evidencia apunta a la Watchtower como la fuente de la verdad y la fuente de la operación del error, la influencia engañosa. Eso concuerda con el hecho de que el templo original de Jehová también fue corrompido por la adoración demoníaca.
Así como los súper apóstoles se disfrazaron de hombres piadosos, los falsos maestros son falsificadores de la verdad. La operación de falsificación en curso ahora está enmascarada detrás del barniz de la adoración pura. Al afirmar falsamente que Cristo ya vino y limpió el templo espiritual, los agentes de Satanás se protegen para operar como esclavos fieles de Cristo. Desafortunadamente, en este momento, los testigos de Jehová no pueden distinguir la falsedad de la verdad.
Como ejemplo de su fraude, considere la “nueva luz” de la Sociedad acerca de cuándo los cristianos fueron hechos cautivos por Babilonia la Grande. El Cuerpo Gobernante ahora afirma que la ira de Dios se encendió contra los cristianos en el siglo II por haber tolerado la presencia de falsos maestros. ¡Imagine eso! Dios los entregó al cautiverio, a pesar de que en ese momento nada de lo horrible de la cristiandad estaba en evidencia aún. Pero incluso si tal fuera el caso, ¿de qué manera fue destruida “Jerusalén”?
Los maestros de los testigos de Jehová afirman que solo siguen la fórmula tipo / antitipo si existe un claro apoyo bíblico para hacerlo. Y ya que la Watchtower ahora ha llegado a reconocer que el antiguo Israel y Jerusalén no son un patrón de la cristiandad, entonces, ¿quién o qué sí lo es?
Según lo que está implícito en la publicación Pure Worship, la congregación original de Cristo es el antitipo de Jerusalén. Eso es cierto, ya sea que realmente tengan la intención de dar a entender eso o no. He aquí un resumen de lo que se dice en esa publicación:
Nabucodonosor de Babilonia dio el golpe final, destruyendo a Jerusalén y su templo. Muchos miles de los judíos sobrevivientes fueron llevados al exilio en Babilonia. Allí sufrieron la burla y la oposición descritas al comienzo de este capítulo. ¿Le sucedió algo similar a la congregación cristiana? ¡Por supuesto que sí! Al igual que los judíos de la antigüedad, los seguidores de Cristo fueron advertidos con anticipación. Al principio de su ministerio, Jesús dijo: Cuidado con los profetas falsos, que se les acercan disfrazados de oveja pero por dentro son lobos voraces “. Años después, el apóstol Pablo fue inspirado para emitir una advertencia similar: “Sé que cuando me vaya entrarán entre ustedes lobos feroces que no tratarán al rebaño con ternura, y de entre ustedes mismos saldrán hombres que dirán cosas retorcidas para arrastrar a los discípulos y llevárselos detrás de ellos.’’
A los cristianos se les enseñó cómo identificar y evitar a hombres tan peligrosos. Los ancianos cristianos fueron instruidos para eliminar a los apóstatas de la congregación. Sin embargo, tal como fue el caso del Israel y Judá de la antigüedad, muchos cristianos gradualmente hicieron oídos sordos a las advertencias amorosas. Hacia finales del primer siglo, la apostasía se había arraigado en la congregación … Tal como Jesús había previsto, Satanás sembró la congregación con “mala hierba” o cristianos de imitación, y la corrupción de la congregación se aceleró. ¡Cuánto dolor debió haber sentido Jehová al ver que la congregación que su Hijo había fundado se contaminaba con idolatría, fiestas y prácticas paganas y falsas doctrinas provenientes de filósofos impíos y religiones satánicas!
¿Qué hizo Jehová? Tal como había hecho con el infiel Israel, dejó que su pueblo fuera llevado al exilio. Desde algún momento en el siglo II EC en adelante, los cristianos que eran como trigo se perdieron entre los que eran falsos. La verdadera congregación cristiana estaba, en efecto, en el exilio en Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa, mientras que los cristianos de imitación fueron absorbidos por ese imperio corrupto. Cuando florecieron los cristianos falsos, surgió la cristiandad. – Párrafos 8-9
Uno pensaría que los testigos de Jehová podrían darse cuenta de este tipo de sofisma. Lamentablemente, tal no es el caso. Aun así, hay muchas razones por las cuales pensar que los cristianos deberían rechazar la nueva luz falsa de la Watchtower. Simplemente reflexione en lo siguiente: dado que el exilio judío en Babilonia vino acompañado de la destrucción completa de Jerusalén y el templo, ¿cuál es el paralelo a esa destrucción? La Sociedad ha dado a entender que debido a que los cristianos del primer siglo fueron engañados por impostores, estos se encontraron con un destino similar a Jerusalén cuando Nabucodonosor invadió la ciudad santa y la arrasó. ¿Puede el Cuerpo Gobernante proporcionar una explicación bíblica e histórica de qué fue destruido exactamente? Por supuesto que no. Ellos simplemente están engañando a los testigos de Jehová con palabras falsas que hacen pasar por verdaderas.
El hecho es que la ciudad literal de Jerusalén fue destruida en el año 70 y, según Jesús, la desolación de la ciudad santa es, sin lugar a duda, un patrón de lo que ocurrirá durante la gran tribulación. El que tenga oídos que oiga…
Además, ¿por qué castigaría Dios a sus fieles ovejas por haber sido dominadas por lobos devoradores? ¿No es eso suficiente castigo? Asimismo, los cristianos del siglo dos no se habían sumergido en el derramamiento de sangre, la idolatría, la superstición y la ignorancia que prevalecieron en la cristiandad en los siglos posteriores después de que el cristianismo fue cooptado por el Imperio Romano. Si Dios toleró a Israel durante siglos antes de provocar la eventual destrucción de Samaria, Juda y Jerusalén, ¿por qué el Todopoderoso, que sufrió durante tanto tiempo, sancionaría tan rápido a los seguidores de Cristo? El hecho es que la apostasía que comenzó en el siglo II no fue un castigo de Dios. Ni tampoco lo fue la dominación gradual de la cristiandad. ¿Por qué sancionaría Dios a las personas que no tenían idea de cuál era la verdad?
La verdad es que la adoración pura nunca ha existido. No puede existir mientras Satanás pueda ejercer su influencia perversa sobre el pueblo de Dios. La influencia del tentador prevalecerá hasta que Cristo ejerza su poder. El fin de la operación del diablo se producirá cuando los ángeles de Cristo eliminen a todas las personas que practican la iniquidad y todas las cosas que llevan al pecado. Es entonces cuando los falsos maestros dentro se encontrarán con la destrucción. Y entonces, toda la falsedad de la adoración pura de la Watchtower será barrida en preparación para el máximo develamiento de la verdad en Cristo y la revelación de los hijos de Dios.
Antes de la épica Segunda Venida, Jehová ha permitido que domine una estructura de tipo farisaico. Una vez que Cristo llegue, la Sociedad se opondrá por completo al Señor, al igual que los fariseos y saduceos en el primer siglo. Es por eso por lo que la salvación dependerá de salir de “Jerusalén”, de lo que hasta entonces había sido la congregación de Cristo. Entonces comenzará la fase final del establecimiento de la adoración pura, ¡finalmente!
Continuará…