Domingo 27 de septiembre
Tengo gran desconsuelo e incesante dolor en mi corazón (Rom. 9:2).
El que la mayoría de los judíos rechazara el mensaje del Reino fue desalentador para Pablo. Pero nunca se dio por vencido. Fijémonos en lo que tiempo después explicó en su carta a los cristianos de Roma sobre lo que sentía por los judíos. Dijo: “La buena voluntad de mi corazón y mi ruego a Dios por ellos son, en realidad, para su salvación. Porque les doy testimonio de que tienen celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto” (Rom. 10:1, 2). Pablo explicó que seguía predicándoles motivado por la buena voluntad de su corazón, es decir, porque deseaba de corazón que algunos judíos lograran la salvación (Rom. 11:13, 14). Señaló que le rogaba a Dios que ayudara a ciertos judíos a aceptar el mensaje del Reino. Y añadió: “Tienen celo por Dios”. Pablo veía lo mejor de cada persona. Y él mismo sabía muy bien que el celo bien dirigido podía convertir a una persona sincera en un cristiano entusiasta. w18.05 13 párr. 4; 15, 16 párrs. 13, 14
Es muy desalentador cuando las personas demuestran que prefieren creer mentiras en lugar de la verdad. Los testigos de Jehová han demostrado que creerán todo lo que les diga el Cuerpo Gobernante, sin importar cuán absurdo que sea. Por otro lado, hay un número creciente de ex testigos de Jehová que no creen en la Watchtower y muchos —tristemente— tampoco en la Biblia. Eso es lo que sucede cuando uno simplemente sigue a hombres.
Hace años, esperé ingenuamente que los ancianos fueran receptivos a los hechos presentados sobre la traición e hipocresía de la Watchtower al asociarse 10 años con las Naciones Unidas. No lo fueron. De aproximadamente 10.000 envíos por correo, ni siquiera un solo anciano se aventuró a responderme para al menos pedir más información.
Los ancianos participarían voluntariamente en el encubrimiento de un abuso infantil y cualquier otro fraude indignante que perpetre la Watchtower. Ellos no cuestionan cuando los salones del reino que han construido y pagado son vendidos delante de sus ojos y las congregaciones —a las que se supone que deben servir— son desposeídas.
También está el engaño de 1914. Los testigos de Jehová no pueden defenderlo con argumentos válidos, pero lo predican desde los tejados.
Las palabras que Jehová pronunció a través de Jeremías son muy adecuadas para esta situación: “Los profetas profetizan mentiras y los sacerdotes usan su autoridad para dominar a otros. Y a mi propio pueblo le encanta eso. ¿Pero qué harán ustedes cuando llegue el fin?”.
A los testigos de Jehová les encanta que les mientan. Así es. Odio admitirlo, pero es cierto. Podrían portar con orgullo sus botones de jw.org, pero ¿dónde está su amor por la verdad? ¿Dónde está Jehová? ¿Es Dios una simple mascota de la Organización?
La Sociedad le ha asegurado al rebaño que la gran tribulación comenzará con la destrucción de la religión falsa. Lamentablemente, ni siquiera los ancianos tienen los medios espirituales o incluso la intención de probar si esas suposiciones endebles están basadas realmente en la palabra de Dios. Tristemente, todo se acepta como si proviniera de Jehová mismo sin ninguna duda al respecto.
¿Qué hará el Cuerpo Gobernante cuando los misiles comiencen a volar y la civilización misma sea sacudida hasta sus cimientos? ¿Tendrán alguna credibilidad cuando este malvado sistema de cosas se derrumbe? En efecto, ¿qué harán cuando llegue el fin? Debido a todo lo que sucede actualmente en la Organización, las Escrituras dicen lo siguiente: “¡Ay de los que esperan con muchas ganas el día de Jehová! ¿Qué significará para ustedes el día de Jehová? Será oscuridad en vez de luz” (Amós 5:18).
Ay de aquellos que anhelan la gran tribulación para que se devaste a Babilonia la Grande, pues Dios se pondrá en juicio con su pueblo primero. Por esa razón, el día de Jehová significará tinieblas y no luz, tal como nos continúa mostrando Amós: “¿No será el día de Jehová oscuridad en vez de luz? ¿No habrá sombras en vez de claridad?”
Sí, me desanima mucho que quienes dirigen a los testigos de Jehová no estén interesados en conocer la verdad. Son unos hipócritas, como los clérigos a los que les fascina condenar. A pesar de toda su investigación bíblica, ellos no comprenden los juicios de Jehová.
“Hasta la cigüeña en el cielo conoce sus estaciones; la tórtola, el vencejo y el tordo se apegan al tiempo de su regreso. Pero mi propio pueblo no entiende el juicio de Jehová. ¿Cómo pueden decir ustedes ‘Somos sabios y tenemos la ley de Jehová’? Porque, en realidad, la pluma engañosa de los escribas solo se ha usado para falsedades” (Jeremías 8: 7, 8).