Este es el artículo 10 de los que analizan la edición de estudio de la revista La Atalaya de julio de 2022.
El párrafo 10 nos dice lo siguiente:
Desde 1919, el esclavo fiel ha preparado un amplio abanico de publicaciones para darles a las personas su primera oportunidad de probar nutritivo alimento espiritual. En 1921, el esclavo publicó en inglés el libro El Arpa de Dios para enseñar las verdades básicas de la Biblia. A medida que los tiempos iban cambiando, se iban publicando otros libros. ¿Con cuál llegó usted a conocer y amar a nuestro Padre celestial? Tal vez fue con uno de estos: “Sea Dios veraz”, La verdad que lleva a vida eterna, Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra, El conocimiento que lleva a vida eterna, ¿Qué enseña realmente la Biblia? o ¿Qué nos enseña la Biblia? O puede que esté utilizando el nuevo manual Disfrute de la vida. Estos libros se publicaron para ayudarnos a hacer discípulos, y siempre han llegado en el momento oportuno.
Los tiempos ciertamente han cambiado. Sin embargo, el mayor cambio está por llegar. Todas las publicaciones mencionadas anteriormente han promovido el mismo error. Han desviado al lector para que mire al pasado, específicamente a 1914, una fecha acerca de la cual una vez Fred Franz afirmó que era la fecha más importante en toda la historia humana.
Imagínese, si puede, el impacto tan grande que tendrá en las mentes de los testigos de Jehová cuando se enteren de que 1914 es un fraude. Por supuesto, esa comprensión no se logrará mediante alguna ayuda para el estudio de la Biblia. La realidad misma afectará el engaño que la Watchtower ha promovido. La Tercera Guerra Mundial, el hambre y las pandemias serán imposibles de ignorar. La autoridad de la Watchtower como la voz de los profetas terminará sin gloria.
A través de Isaías, Jehová describe ese suceso como un susurro débil y fantasmal que emana de la tumba: “Acamparé a tu alrededor para luchar contra ti, te cercaré con una empalizada y levantaré estructuras de asedio contra ti. Serás rebajada; hablarás desde el suelo y el polvo ahogará tus palabras. Tu voz saldrá de la tierra como la voz de un médium, y tus palabras saldrán del polvo como un susurro” (Isaías 29:3, 4).
Tal como se mencionó en la parte ocho, en el capítulo 1 de Isaías, Jehová advirtió a los “dictadores de Sodoma” que iba a hacer guerra contra ellos para lograr la corrección necesaria. En el capítulo 29, Dios dice: “Acamparé a tu alrededor para luchar contra ti”. El pronombre “tú” se refiere a Ariel, el cual la Watchtower define correctamente como un nombre críptico para Jerusalén. Siendo eso cierto, seguramente debe haber alguien con la inteligencia suficiente para reconocer que Jesús también habló de que Jerusalén sería rodeada por una empalizada, o como también se le conoce comúnmente, una valla de estacas puntiagudas. Esto es lo que dice la enciclopedia bíblica Perspicacia sobre Ariel:
“Nombre críptico que se usa en Isaías 29:1, 2, 7 para referirse a Jerusalén. En esta ciudad se hallaba el templo de Dios, en cuyo recinto estaba el altar de sacrificios. Por esta causa, la ciudad era con toda propiedad el hogar (o fogón) del altar de Dios. También se la consideraba el centro de la adoración pura de Jehová”.
“También se la consideraba el centro de la adoración pura de Jehová”. ¿Le suena familiar eso? ¿No afirma la organización ser la encarnación de la “adoración pura” restaurada? De hecho, el párrafo 13 en el mismo artículo que estamos analizando hace esa afirmación y le pregunta a usted, el lector, cómo se siente al respecto.
Y como seguramente saben los profetas de Betel, aunque prefieran ignorarlo públicamente, la profecía de Jesús registrada en Lucas 21:24 finalmente se cumplirá durante la gran tribulación. Se dice que Ariel es el pueblo donde acampó David. Dado que el capítulo 29 de Isaías es realmente una profecía acerca de la venida del Hijo del Hombre, “David” es un nombre críptico para el hijo mesiánico de ese rey: Cristo. El “pueblo” entonces debe ser la congregación cristiana, la cual, como afirma la Watchtower, es dirigida por Jesús. Ya que Jerusalén fue donde Jesús fue sacrificado y donde comenzó el cristianismo, Ariel es donde terminará.
Con el tiempo, el Cuerpo Gobernante se dará cuenta de que ha ofendido a Jehová y ha encendido el fuego de su furia. Sus presuntuosas declaraciones al aseverar que proporcionan el mejor alimento espiritual y que serán la fuente de “instrucciones para salvar vidas” durante el mayor tiempo de angustia del mundo quedarán como la voz apagada de la muerte murmurando desde el polvo.
Tal como hizo Jesús, nosotros le hemos dado al nombre de Dios la honra que merece (Juan 17:6, 26). Por ejemplo, en 1931 adoptamos el nombre bíblico testigos de Jehová. Así demostramos que deseamos llevar el nombre de nuestro Padre celestial, pues es muy importante para nosotros (Is. 43:10-12). Y, en octubre de ese mismo año, el nombre de Dios empezó a aparecer en la portada de esta revista en inglés. Además, la Traducción del Nuevo Mundo ha puesto el nombre divino donde le corresponde estar en la Palabra de Dios. Esto es totalmente distinto a lo que hacen las Iglesias de la cristiandad, que quitan el nombre de Jehová de muchas de sus traducciones de la Biblia.
Adherirse al nombre divino trae consigo la gran responsabilidad de honrar ese nombre. Jesús siempre honró el nombre de su Padre. ¿Pueden hacer la misma afirmación los publicadores de la revista que tiene el nombre de Jehová escrito en cada portada? ¿No ha traído el Cuerpo Gobernante oprobio sobre el nombre que han publicitado tan ampliamente? Desgraciadamente sí. Y por ese motivo, Cristo cumplirá las siguientes palabras: “tendré que castigarte hasta el grado debido, y de ninguna manera te dejaré sin castigo” (Jeremías 46:28). ¡Ay de Ariel!