Martes 7 de septiembre

Hasta si sufrieran por causa de la justicia, son felices (1 Ped. 3:14).

Nunca nos avergoncemos de ser testigos de Jehová por lo que digan o hagan simples seres humanos (Miq. 4:5). Analicemos el ejemplo que pusieron los apóstoles en Jerusalén poco después de que se diera muerte a Jesús. Sabían cuánto los odiaban los líderes religiosos judíos (Hech. 5:17, 18, 27, 28). Aun así, todos los días iban al templo y se presentaban ante la gente como discípulos de Jesús (Hech. 5:42). No dejaron que el miedo los paralizara. Nosotros también derrotaremos al temor si siempre nos identificamos como testigos de Jehová, sea en el trabajo, en la escuela o en el vecindario (Hech. 4:29; Rom. 1:16). Los apóstoles estaban felices porque sabían la razón por la que se les odiaba. Además, consideraban un honor sufrir maltrato por hacer la voluntad de Jehová (Luc. 6:23; Hech. 5:41; 1 Ped. 2:19-21). Cuando tenemos claro que las personas nos odian porque hacemos lo correcto, su odio no nos impide seguir sirviendo a Dios. w19.07 7 párrs. 19, 20

El enigma con el que se enfrentan los testigos de Jehová es: ¿cómo puede el Cuerpo Gobernante ser el esclavo fiel y discreto y, sin embargo, ser tan infiel y necio?

Cuando los testigos de Jehová vemos a un miembro del Cuerpo Gobernante mintiendo bajo juramento ante una comisión gubernamental, nos avergonzamos de estar asociados con una organización dirigida por mentirosos. Cuando los testigos de Jehová son regañados por un miembro gruñón del Cuerpo Gobernante por no creer que nadie se preocupa por los niños más que la organización de Jehová, naturalmente nos avergonzamos y no querríamos estar vinculados con ese hombre o “la organización de Jehová”. Cuando un miembro del Cuerpo Gobernante afirma que las noticias que exponen el atroz historial de persecución de las víctimas de abuso infantil de la Watchtower no son ciertas, nos avergonzamos profundamente de tener algún tipo de conexión con hombres que son cínicos y no tienen ningún tipo de respeto por la verdad o la inteligencia de sus oyentes. Cuando vemos un video de un miembro del Cuerpo Gobernante en una licorería con un carrito de compras cargado de güisqui caro, nos enferma y nos entristece que el portavoz terrenal del cielo sea tan hipócrita.

Hay muchas razones por las que más y más personas ya no se identifican como testigos de Jehová, pero seguramente la razón principal es que se han disgustado con aquellos que dirigen la organización.

Lamentablemente, lo peor aún está por venir. Junto a más y más métodos de estado policial fascista impuestos bajo el pretexto de salvar vidas con un arma biológica liberada en el mundo antes del colapso financiero y el fin de la civilización occidental tal como la conocemos, el Cuerpo Gobernante se ha unido traidoramente a las iglesias y estados al exigir la inoculación de una vacuna que algunos médicos consideran un arma biológica. La supuesta razón detrás de ello consiste en que la organización debe tener unidad. No puede haber vacunados y no vacunados trabajando de la mano.

No obstante, en realidad, el Cuerpo Gobernante ha concebido el esquema más inconsiderado y divisivo imaginable. Han creado un cisma inevitable. De modo que si una persona elige no tomar las inyecciones experimentales, que ya han resultado fatales para varias decenas de miles, seguramente será estigmatizada por los leales a la Watchtower como desleales a Jehová. Aquellos que afirman ser el canal exclusivo de la verdad divina y en quienes millones de testigos de Jehová confían sin reservas esencialmente han ordenado a todos los cristianos que se sometan a inyecciones que sin duda resultarán fatales para algunos y enfermarán a muchos otros, ¡todo por el bien de la unidad!

Una profecía que encontramos en el libro de Miqueas es la que más aplica a lo que está sucediendo ahora. Hablando por los pocos fieles que estarán vivos cuando comience la cosecha final real, el profeta dice lo siguiente: “¡Ay de mí! Soy como alguien que, después de la recolección de la fruta de verano y de la rebusca que sigue a la vendimia, no encuentra ningún racimo de uvas que comer y ninguna breva de las que tanto desea. El leal ha desaparecido de la tierra; entre los hombres, no hay nadie que sea recto. Todos están al acecho para derramar sangre. Cada uno caza a su propio hermano con una red” (Miqueas 7:1, 2).

A los testigos de Jehová se les ha hecho creer que una vez se prediquen las buenas nuevas en todo el mundo, solo tendrán que esperar la destrucción de Babilonia la Grande, Armagedón y serán conducidos al nuevo mundo. Pero las cosas no sucederán así. Cuando la predicación llegue a su fin, será como cuando la cosecha ha concluido, pero no hay frutos, no hay retribución por el arduo trabajo que se llevó a cabo. La conclusión de este sistema de cosas estará marcada por niveles de traición, odio, engaño y maldad como nunca se han visto dentro de la congregación cristiana. Tal como Jesús predijo, “entonces muchos perderán la fe, se traicionarán unos a otros y se odiarán unos a otros. Aparecerán muchos falsos profetas que engañarán a mucha gente y, al aumentar la maldad, se enfriará el amor de la mayoría” (Mateo 24:10-12). De hecho, Jesús citó del capítulo 7 de Miqueas, donde se nos dice lo siguiente: “No pongan su fe en su compañero ni confíen en un amigo íntimo. Cuidado con lo que le dices a la que está entre tus brazos. Porque el hijo desprecia a su padre, la hija se levanta contra su madre y la nuera está contra su suegra; los enemigos de cada uno son las personas de su casa” (Miqueas 7:5, 6).

El escenario está listo para que todo eso ocurra. Ya se está marcando a los testigos de Jehová no vacunados. Es probable que se imponga una prohibición total a las personas no vacunadas, impidiéndoles asociarse con quienes han recibido las inyecciones. Serán perseguidos y castigados por ser desobedientes a los ocho exaltados que supuestamente hablan por Dios.

“Sus manos son expertas en hacer el mal; el príncipe anda con exigencias, el juez pide un pago, el hombre importante expresa sus caprichos, y todos juntos conspiran. El mejor de ellos es como los espinos, el más recto de ellos es peor que un cerco de espinos. Pero llegará el día anunciado por tus vigilantes, el día de ajustar cuentas. Entonces los invadirá el pánico” (Miqueas 7:3, 4).

¿No andan con exigencias los príncipes de Betel? ¿No han expresado los hombres prominentes sus caprichos? ¡Claro que sí! Y el rebaño ha captado el mensaje. Para permanecer leales a Jehová todos deben recibir las inyecciones. Gerrit Lösch reprendió a los testigos de Jehová por tener fuertes puntos de vista con respecto a tomar esta medicina experimental.Menospreció a los “sitios web de teorías conspirativas”, afirmando que los testigos de Jehová no son parte del mundo, incluso cuando comprometió a ocho millones de almas confiadas e ingenuas con la conspiración de despoblación de los globalistas y el plan de vacunación universal de las Naciones Unidas. Los hombres que son elogiados como los más justos verdaderamente son comparables a un cerco de espinos.

Para mí, como centinela, el hecho de que el Cuerpo Gobernante haya tramado este plan malvado y asesino seguramente indica que el día de su ajuste de cuentas está cerca.