El capítulo 17 de Isaías es la denuncia contra Damasco e Israel. Pero como la mayoría de las profecías, aunque el escenario se da en tiempos antiguos, el mensaje profético pertenece al tiempo del fin.
Eso debería ser evidente por lo que nos indican los versículos 12 y 13 de esta profecía: “¡Escuchen! ¡Hay muchos pueblos en conmoción! Están tan agitados como los mares. ¡Las naciones están alborotadas! Suenan como el rugido de poderosas aguas. Las naciones sonarán como el rugido de muchas aguas. Él las reprenderá, y ellas huirán lejos, perseguidas como la paja de las montañas ante el viento, como un cardo seco ante un ventarrón”.
El que se mencione que “hay muchos pueblos en conmoción” y que estos “están tan agitados como los mares” es una referencia al tumulto de que se producirá en las naciones cuando el dios de este mundo, Satanás el Diablo, sea arrojado a la tierra una vez Cristo comience a gobernar en los cielos y ejerza su gran poder.
Jesús predijo de manera similar que durante la conclusión del sistema las naciones serían llevadas a una situación aterradora, ante la cual no sabrían qué hacer, a causa del rugido del mar y su agitación (Lucas 21:25). Por lo tanto, está claro que los pronunciamientos de Dios contra Damasco e Israel tienen un significado profético mucho más allá de los reinos literales de la antigüedad.
Damasco era una de las ciudades más antiguas de la tierra. (Aunque actualmente hay una ciudad llamada Damasco en Siria, aparentemente no está en el mismo sitio que la original). Existía cuando Abrán pasó por primera vez por esas tierras después de dejar Ur. Puesto que había un clima templado y abundante agua, la región era muy fértil para la agricultura. Su ubicación geográfica también destinó a la antigua Damasco a convertirse en un importante centro de comercio y negocios. Con el tiempo, también llegó a tener una poderosa fuerza militar y se convirtió en la capital de varios reinos sirios. Tanto el reino del norte de Israel como Judá fueron aliados y enemigos de Damasco.
Sin embargo, el decreto de Jehová era que Damasco debía convertirse en un montón de ruinas. Las palabras iniciales de la profecía que estamos analizando dicen: “‘¡Miren! Damasco dejará de ser una ciudad y se convertirá en un montón de ruinas. Las ciudades de Aroer serán abandonadas; se convertirán en lugares donde los rebaños se echarán sin que nadie los asuste. Las ciudades fortificadas desaparecerán de Efraín, y el reino desaparecerá de Damasco; y los que queden de Siria serán como la gloria de los israelitas’, afirma Jehová de los ejércitos”.
Es en el contexto del derrocamiento de Damasco que se produce una “cosecha”. Isaías 17:4-6 afirma lo siguiente: “‘Ese día la gloria de Jacob disminuirá y su cuerpo saludable enflaquecerá. Será como cuando el cosechador recoge el cereal que está en pie y con su brazo cosecha las espigas, como cuando alguien hace la rebusca de cereal en el valle de Refaím. Solo quedarán algunas sobras, como cuando se varea el olivo, que solo quedan dos o tres aceitunas maduras en la rama más alta, solo cuatro o cinco en sus ramas productivas’, afirma Jehová, el Dios de Israel”.
Dios siempre se propuso utilizar a Jacob, también conocido como Israel, para producir un pueblo justo y mediante él traer al Mesías. No obstante, cuando el Mesías estuvo en la tierra, debido a que muchos judíos eran infieles, él les dijo que el Reino de Dios les sería quitado y sería entregado a una nación que produjera los frutos esperados. Esa “nación” es a la que Pablo llamó “el Israel de Dios”, es decir, la congregación de Cristo. ¿Y no habló Jesús de una gran cosecha que tendría lugar durante “la conclusión del sistema”? Por consiguiente, está claro que “Jacob” representa a la congregación de la cual Cristo cosechará a los fieles.
Desde el principio, cuando el pueblo se congregó al pie del monte Sinaí mientras Moisés hablaba con Dios, los israelitas sucumbieron a la idolatría. Comenzando con el becerro de oro de Aarón y, más adelante, con el culto a los Baales y a otros dioses como Móloc y Kemós, los hijos de Jacob cayeron repetidamente en la idolatría.
Esa tendencia también se manifestó en el nuevo Israel, aunque de manera más sutil. ¿Cómo? Esta se vio evidenciada por la situación que existía en la congregación de Corinto: algunos creyentes se proclamaban pertenecientes a Pablo y otros afirmaban pertenecer a Apolos.
Pero la idolatría es idolatría, ya sea inclinarse ante un becerro de oro o pretender pertenecer a algún líder religioso. La idolatría es cualquier cosa que ocupe el lugar reservado para Dios.
Dado que los seres humanos pecadores están inclinados a dar honores de adoración a la creación en lugar de al Creador, no debería sorprendernos que la idolatría exista en la comunidad cristiana cuando Cristo regrese para realizar la cosecha. Es el mismo juicio del Hijo de Dios el que, de una vez por todas, limpiará a “Jacob” de la forma idólatra de adoración que practica. Se podría decir que la intención de Dios de acabar con la idolatría es un subtema de las profecías de Isaías.
Cuando Jesús encargó a sus seguidores que fueran a hacer discípulos, estos copiaron el ejemplo de Jesús y caminaron por la tierra hablando con la gente en sus hogares, tiendas, en las calles, en los mercados, en las sinagogas y en el templo. En vista de que las copias escritas a mano de las Escrituras eran valiosas y raras, es dudoso que muchos cristianos primitivos tuvieran siquiera una copia personal de algún rollo hebreo.
Después de que Constantino incorporó el cristianismo apóstata al sistema imperial romano, la predicación de los cristianos originales llegó a su fin. La cristiandad se convirtió en el medio para ocultar la verdad a la gente. Cualquiera que se atreviera a traducir la Biblia del latín o que predicara algo diferente a lo promulgado por el papa era considerado enemigo de la Iglesia.
Afortunadamente, hubo algunos que se atrevieron.
En el siglo XIII, tuvimos a Pedro Valdo, cuyos seguidores, los valdenses, fueron predicadores itinerantes. En la Inglaterra del siglo XIV tuvimos a Juan Wiclef y sus seguidores conocidos como los lolardos, quienes también fueron predicadores.
No obstante, debido a que no era el momento señalado para que la verdad brillara, esos grupos fueron reabsorbidos en el agujero negro de la cristiandad. Sin embargo, la invención de la imprenta en el siglo XV quebró el poder de la Iglesia de Roma y Londres para mantener la Biblia en el moribundo latín. Al parecer, Jehová movió a hombres inteligentes a traducir la Biblia a los idiomas comunes de los europeos y, con la nueva tecnología de la época, las Biblias podían imprimirse en inglés, alemán, francés y neerlandés más rápido de lo que el clero podía quemarlas.
Al mismo tiempo que las Escrituras se estaban haciendo disponibles para el hombre común, comenzó la era de la colonización, y los colonos y peregrinos europeos partieron con la Biblia en sus manos. Con la fundación de los Estados Unidos, lejos de los límites del diabólico Vaticano y la Iglesia de Inglaterra, floreció el interés por las Escrituras. Empero, a pesar de la libertad religiosa recién adquirida, las nuevas generaciones de lectores de la Biblia todavía estaban bajo la influencia de los creencias erróneas que el clero había enseñado durante siglos. Sin embargo, con la aparición de los Estudiantes Internacionales de la Biblia a fines del siglo XIX, la verdad básica de las Escrituras comenzó a cobrar vida y la obra del Reino comenzó de nuevo, justo antes de la cosecha.
Desde los humildes comienzos de Russell y sus seguidores, la Sociedad Watchtower se ha convertido en una destacada institución mundial. En algún momento fue considerada una de las 50 corporaciones más importantes de la ciudad de Nueva York. Su antiguo complejo de Brooklyn se vendió por un valor estimado de mil millones de dólares. ¡Esas son muchas monedas en la caja de donaciones! Miles de testigos de Jehová se han ofrecido como voluntarios, algunos a tiempo completo, para construir instalaciones de la Organización, como salones de asambleas, sucursales, fábricas y salones del reino por miles. Cada una de estas estructuras está dedicada a Dios e, indubitadamente, han servido para promover la importantísima obra de predicación que Cristo ordenó que se hiciera. Puesto que estas instalaciones son una parte integral de la adoración que dan a Dios los testigos de Jehová, se las considera indispensables, y se las considera con reverencia como parte de la “organización visible” de Jehová.
¿PERTENECE USTED A LA ORGANIZACIÓN DIRIGIDA POR EL ESPÍRITU DE DIOS?
El Cuerpo Gobernante ha obligado a las personas que se han bautizado en las últimas décadas a declarar públicamente en su voto bautismal que reconocen que son parte de la “organización dirigida por el espíritu” de Jehová. En otras palabras, los cristianos han sido inducidos a declararse pertenecientes a una institución humana terrenal, ¡haciéndose de esa manera seguidores de hombres!
Empero, no se puede negar que los testigos de Jehová, bajo la dirección de la Watchtower, han logrado una gran obra. Sin embargo, también hay que reconocer que Dios no necesita ningún tipo de casa editorial. Los cristianos del primer siglo también llevaron a cabo una gran obra, y con mucho menos que los testigos de Jehová de hoy. Jesús nos aseguró que Dios podría hacer que piedras sin vida clamaran en testimonio de la verdad si así lo deseaba.
No obstante, en cuanto a este asunto de la Sociedad Watchtower asumiendo el papel de la “organización dirigida por el espíritu” de Dios, aquí hay algunas preguntas pertinentes: ¿condujo el espíritu santo a quienes dirigen la Sociedad a afiliarse a las Naciones Unidas, lo cual requirió que Betel usara una porción de sus recursos dedicados al Creador para promover los programas y actividades de la ONU?
¿Deberíamos creer que el espíritu de Dios llevó a los abogados de la Sociedad a negar que los ancianos cristianos tuvieran alguna obligación fiduciaria de proteger a los niños de ser presa de los pedófilos en las congregaciones que supervisan?
¿Es posible que el espíritu de la verdad de Dios sea el responsable de llevar a la Organización a promover una falsa parusía desde sus inicios?
Tenga en cuenta que incluso los hombres fieles que Dios empleó para guiar a su pueblo cometieron errores graves. Moisés una vez se atribuyó el mérito de haber proporcionado milagrosamente a los israelitas agua de un peñasco. El acto de Moisés de otorgarse la gloria que pertenecía a Dios le costó el privilegio de entrar a la Tierra Prometida. David ordenó descuidadamente un censo, lo que provocó que Jehová desatara una plaga. El rey Salomón, que tuvo el privilegio de escribir tres libros de la Biblia, al final se convirtió en apóstata, lo cual llevó a Israel a ser dividido en reinos que competían entre sí.
Así es que hoy, como Moisés, el Cuerpo Gobernante se ha glorificado a sí mismo como el esclavo fiel que no proporciona nada más que los frutos más selectos de la verdad que vienen directamente de la boca de Dios. Ellos han requerido que los testigos de Jehová reconozcan a la Organización “dirigida por el espíritu” como la ama y señora de su fe. Al igual que Salomón, el Cuerpo Gobernante ha tenido el privilegio de publicar Biblias y comentarios bíblicos y que millones de personas que desean conocer a Dios lean sus palabras, ¡pero de esa organización también ha surgido la apostasía!
Es en conexión con la organización terrestre, visible, que los testigos de Jehová han construido numerosos altares, postes sagrados y ofrecido incienso, por así decirlo. Y en el contexto del tumulto de las naciones, los versículos siguientes aseveran: “Ese día el hombre dirigirá la vista a su Creador, y sus ojos mirarán hacia el Santo de Israel. No dirigirá la vista a los altares, que son obra de sus manos; y no mirará hacia lo que ha hecho con sus dedos: ni a los postes sagrados ni a los altares de incienso. Ese día sus ciudades fortificadas quedarán como un lugar abandonado en el bosque, como una rama abandonada delante de los israelitas; será un lugar desolado. Porque te has olvidado del Dios de tu salvación; no te has acordado de la Roca de tu fortaleza. Por eso siembras bellas plantaciones y entre ellas tú plantas el brote de un extraño. De día le pones una cerca a tu plantación con mucho cuidado, en la mañana haces que brote tu semilla, pero la cosecha desaparecerá en el día de la enfermedad y del dolor incurable”.
Toda la estructura organizativa, la cual es el punto central de las actividades de los testigos de Jehová, está destinada al abandono. Los salones del reino, como las “ciudades fortificadas”, serán dejados atrás por completo. Las “bellas plantaciones” (la “organización visible”) que han sembrado los testigos de Jehová, de repente se convertirán en un desierto desolado. La predicación de las buenas nuevas cesará inesperadamente, pues “la cosecha desaparecerá en el día”.
Debido a que desde el principio Betel ha estado inseparablemente ligado a la influencia engañosa de 1914 y se requiere que todos los testigos de Jehová acepten su cuento falso ingeniosamente elaborado de una parusía invisible, es como si entre las plantaciones de la verdad que la Sociedad ha cultivado con mucho cuidado también se ha plantado “el brote de un extraño”, el hombre que desafía la ley.
La Sociedad Watchtower ha llegado a ocupar un lugar tan alto en el corazón de los testigos de Jehová, que actualmente está incluso por encima de Dios. Por esa razón, el colapso repentino de la Organización será “el día de la enfermedad y del dolor incurable”.
Con la poderosa Watchtower (sobre la fe de los testigos de Jehová) hundida (enflaquecida), el hombre terrestre se verá obligado a dirigir su vista a su Creador, al mismísimo Santo de Israel. Entonces Jehová habrá cumplido su propósito en relación con la “organización visible”.
Efectivamente, si la caída de la Sociedad da como resultado que Dios obtenga la gloria y adoración que se merece, ¿qué siervo verdadero de Jehová estaría en contra de tal resultado?