Martes 11 de agosto
Andaré en tu verdad (Sal. 86:11).
¿Cómo podemos fortalecer nuestro deseo de continuar andando en la verdad? Una manera es participando todo lo posible en enseñarles la verdad de la Biblia a otros. Así como el soldado debía tener bien agarrada su espada, nosotros debemos tener bien agarrada “la palabra de Dios” (Efes. 6:17). Todos podemos esforzarnos por mejorar como maestros y llegar a manejar “la palabra de la verdad correctamente” (2 Tim. 2:15). Si usamos la Biblia para ayudar al prójimo a comprar la verdad y rechazar las falsedades de este mundo, grabamos aún más las enseñanzas divinas en nuestra mente y corazón. Esto fortalece nuestro deseo de continuar andando en la verdad. La verdad es un valioso regalo de nuestro Padre celestial. Gracias a ella, tenemos nuestra posesión más preciada: nuestra amistad con él. Todo lo que Dios nos ha enseñado es apenas el principio, pues nos ha prometido que podremos seguir comprando la verdad por toda la eternidad. Por eso, veamos la verdad como una perla de gran valor. Sigamos comprándola y nunca la vendamos (Prov. 23:23). w18.11 8 párr. 2; 12 párrs. 15-17
Lo que nos indica la Watchtower es cierto, todo lo que Dios nos ha enseñado es apenas el principio.
Escribiendo a los Gálatas, el apóstol Pablo declaró que la Ley fue un tutor que nos guio hasta Cristo. Eso significa que la verdad cambió. No es que la Ley no haya sido en un tiempo la verdad, sino que tal como Pablo continuó diciendo, Dios hizo obsoleto el pacto anterior. Los judíos que estaban adheridos a ese pacto tuvieron que hacer un cambio para poder continuar caminando en la verdad. Tuvieron que aceptar al que decía de sí mismo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida”. Tuvieron que aceptar a Jesús. Sin embargo, tristemente, la mayoría no lo hizo.
La primera venida de Cristo estableció un patrón para la segunda venida. Por ejemplo, como ya se dijo, Jesús cumplió la ley, concluyendo así el primer pacto. En el capítulo 31 de Jeremías, Jehová afirma que haría un nuevo pacto con Israel y Judá. Este entró en vigor poco después de que Jesús derramó su sangre. No obstante, este arreglo concluirá cuando Jesús regrese. Por ese motivo, al hablar de este acuerdo, Jehová manifestó lo siguiente: “Pues el pacto que haré con la casa de Israel después de esos días —afirma Jehová— es este. Pondré mi ley dentro de ellos y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y ya nadie le enseñará a su prójimo ni a sus hermanos diciéndoles ‘¡Conozcan a Jehová!’, porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor —afirma Jehová—. Y yo perdonaré su error y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).
Debería ser evidente que el nuevo pacto todavía está en vigor debido al simple hecho de que existe un programa de enseñanza en curso diseñado para ayudar a los cristianos a conocer a Jehová. Ese es el rol de la Sociedad Watchtower, predicar y enseñar. Pero cuando Cristo vuelva, la obra de hacer discípulos concluirá. Para ese entonces, la Organización ya no será necesaria. Al igual que el antiguo sistema judío, se volverá obsoleta, pues Cristo asumirá el cargo de Maravilloso Consejero. Isaías nos lo muestra de esta manera: “En la parte final de los días, la montaña de la casa de Jehová será firmemente establecida por encima de la cumbre de las montañas y será elevada por encima de las colinas, y a ella afluirán todas las naciones. Y muchos pueblos irán y dirán: ‘Vamos, subamos a la montaña de Jehová, a la casa del Dios de Jacob. Él nos enseñará sus caminos, y nosotros andaremos en sus sendas’.”
Otro ejemplo del patrón que encontramos es la duración del ministerio de Jesús. Este duró aproximadamente tres años y medio. El mismo espacio de tiempo es expresado proféticamente como 1.260 días, 42 meses y/o un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo. Este período profético comienza después del colapso del sistema, después de que la gran tribulación haya sido acortada.
En la última noche de su vida como hombre, Jesús les dijo a sus apóstoles: “Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ahora sería demasiado para ustedes. Pero, cuando venga él —el espíritu de la verdad—, los guiará hacia toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá lo que oiga y les anunciará las cosas que están por venir. Él me glorificará porque recibirá de lo que es mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que el Padre tiene también es mío. Por eso dije que recibirá de lo que es mío y se lo anunciará a ustedes. Dentro de poco ya no me verán más, pero también dentro de poco me verán” (Juan 16:12-16).
Refiriéndose al espíritu santo como si fuera una persona, Jesús mencionó la venida de aquel que los guiaría hacia toda la verdad. Los apóstoles ciertamente recibieron espíritu santo 50 días después de la Pascua, cuando fueron ungidos por él. Con todo, antes de eso, después de que Jesús resucitó, él se reveló a ellos de varias maneras y en una ocasión, cuando se mostró al apóstol que dudaba, Tomás, Cristo sopló sobre todos ellos y dijo: “Reciban espíritu santo”. A pesar de todo eso, aquellos cristianos originales no fueron guiados hacia toda la verdad. ¿Por qué? La razón es que gran parte de la verdad contenida en las profecías aún no ha sido revelada, pues esta se encuentra sellada hasta el tiempo del fin y la venida del Hijo del Hombre. No, el espíritu de la verdad aún no ha llegado, y, por lo tanto, tampoco nos ha guiado hacia toda la verdad.
Las apariciones de Jesús a sus discípulos después de su resurrección son un modelo de su futura manifestación y revelación final durante su presencia. Los ungidos verán al Señor. En ese momento, el espíritu de la verdad los envolverá. Entonces el nuevo pacto alcanzará su conclusión y todos conocerán a Jehová, desde el menor hasta el mayor. El Reino habrá sido establecido y la verdad reinará por siempre.