Al principio, Jehová creó un jardín de exquisito deleite. Era un paraíso de placer llamado Edén. En él Dios colocó a dos humanos perfectos, Adán y Eva, a quienes había creado del polvo, es decir, de los elementos de la naturaleza.

Dios plantó todo tipo de árboles hermosos en el jardín, cada uno con sus propias características únicas, teniendo un fruto delicioso y vivificante. Todo en el Edén era saludable, majestuoso y agradable. Dios únicamente se reservó un árbol como su propiedad exclusiva. Su fruto no debía ser comido por nadie.

Dios dotó a su hijo e hija terrenales con la capacidad de comprender a su Creador y llegar a ser como él en todos los aspectos. Aparentemente, Jehová visitaba el Edén a diario, como si se diera un paseo por el jardín, durante el cual, durante la parte del día en que ‘’soplaba la brisa’’, el Señor Soberano conversaba con Adán. Jehová estaba allí, en el santuario edénico que había creado.

No sabemos si Adán y Eva fueron las únicas criaturas divinas que Jehová creó en todo el universo o si hay otros planetas habitados. Sin embargo, lo que sí sabemos que existen otro tipo de seres en el mundo espiritual y que fueron creados mucho antes que los dos primeros humanos. Estos fueron los ángeles. Algunos son llamados serafines o querubines. Y existe una criatura mucho más poderosa que los dirige a todos: el arcángel Miguel.

Un ángel en particular buscó tomar el lugar de Jehová y tramó un plan para engañar a Eva con el propósito de que ella desobedeciera a Dios y todos conocemos el trágico desenlace de esa treta.

Como resultado de la rebelión de Adán y Eva, los ángeles de Dios expulsaron al hombre y a la mujer del jardín. Ningún humano ha pisado el paraíso desde entonces. Lo más trágico es que Jehová ya no camina entre nosotros como lo hacía en el precioso jardín que Él creó.

Afortunadamente, sin embargo, Jehová no cortó todos los tratos con Adán y Eva y su descendencia pecaminosa, pero la inocente relación padre / hijo se arruinó. Desde entonces, la mayoría de los seres humanos que descendieron de los una vez perfectos Adán y Eva no han conocido a Jehová o se han apartado de él.

La buena noticia es que Dios está completamente decidido a restaurar la relación que nuestros padres originales tenían con él. La Biblia explica con gran detalle cómo Dios ha colocado las bases para una gran restauración. Como garantía, Dios envió a su Hijo unigénito, el cual caminó entre nosotros y nos enseñó muchas cosas.

La profecía de Ezequiel predice la restauración de la relación que se perdió hace mucho tiempo al mencionar lo siguiente: “Y haré con ellos un pacto de paz; será un pacto eterno con ellos. Los estableceré, haré que sean muchos y pondré mi santuario en medio de ellos para siempre. Mi tienda estará con ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y, cuando mi santuario esté para siempre en medio de ellos, las naciones tendrán que saber que yo, Jehová, santifico a Israel.’’ (Ezequiel 37: 26-28)

Mientras tanto, el usurpador original todavía quiere ocupar el lugar de Dios.

En pocas palabras, el libro de Ezequiel nos habla acerca de dos templos. Uno de ellos era una estructura literal. El otro es figurativo. El templo de piedra fue construido originalmente por Salomón. Ese templo fue destruido cuando Dios permitió que Babilonia sitiara Jerusalén. Debido a que Dios autorizó a Nabucodonosor a ejecutar sus juicios, es como si Dios mismo hubiera traído la destrucción. Es por eso que Ezequiel visionó aquella desolación como proveniente del cielo. Después de presenciar el asombroso espectáculo del carro celestial, Ezequiel describió lo que vio más tarde: “Mientras miraba, vi algo como una piedra de zafiro por encima de los querubines, sobre la plataforma que estaba por encima de sus cabezas; era algo que parecía un trono. Entonces él le dijo al hombre vestido de lino: ‘Métete entre las ruedas, debajo de los querubines, llena tus manos con brasas ardientes sacadas de entre los querubines y lánzalas sobre la ciudad’. Así que, mientras yo miraba, él entró.’’ (Ezequiel 10: 1-2).

Prácticamente todos los profetas hebreos predijeron la destrucción de Jerusalén y su templo, así como la restauración de la ciudad. Y, en última instancia, eso conducirá a la restauración de la relación perdida de la humanidad con el Creador.

En las profecías, Jerusalén tiene un equivalente simbólico. En otras palabras, la destrucción y restauración de la ciudad literal presagia algo más. ¿Qué?

Según la Watchtower, no presagia nada. Solía hacerlo, pero ya no. La Watchtower solía enseñar que el derrocamiento de Jerusalén representaba el fin de la cristiandad. Ahora, sin embargo, el libro Pure Worship enseña que Jerusalén no representa a la cristiandad. Solo nos recuerda ciertas similitudes. Además, según la Watchtower, los cristianos fueron hechos cautivos por Babilonia la Grande casi inmediatamente después de que Cristo estableció su congregación. Pero no hay nada en la historia del cristianismo que corresponda con la conquista babilonia de Judá. Entonces, a pesar de que una gran parte de las profecías está dedicada al fin de la antigua Jerusalén y hay muchas razones para creer que ese evento épico presagia algo en la era cristiana, los videntes de Betel no le ven ningún significado en absoluto.

Jesús, por supuesto, también habló acerca de la desolación de Jerusalén durante la conclusión de este sistema. La desolación del lugar santo afectará enormemente a cada uno de los cristianos que vivan en la tierra, exigiéndoles que tomen una decisión de vida o muerte y actúen en consecuencia. Contrariamente a la absurda explicación que ha ofrecido la Watchtower, la destrucción de Jerusalén en los días de los profetas sí sirve como modelo de lo que acaecerá en el futuro sobre la organización visible de Jehová.

Podemos darnos cuenta entonces, que la Watchtower ha construido una casa en el cielo sin cimientos. Y, sin embargo, se espera que los testigos de Jehová crean todo lo que dice la Watchtower y que ella es la ciudad restaurada de Dios. Y, no obstante, si las profecías bíblicas en realidad se cumplen al pie de la letra, la restauración solo puede venir después de la destrucción. Por lo tanto, nos preguntamos: ¿Ha sido destruida alguna vez por Dios la Jerusalén antitípica? Por supuesto que no. De hecho, como pudimos analizar, la Watchtower no enseña que la organización visible de Jehová vaya a ser destruida como lo fue Jerusalén.

El aspecto más desconcertante de la explicación de la Watchtower del libro de Ezequiel es la afirmación de que todo se ha cumplido, exceptuando el ataque de Gog de Magog. Con respecto a la ciudad espiritual restaurada de Dios, el último versículo de Ezequiel dice: El perímetro de la ciudad tendrá 18.000 codos. A partir de ese día, este será el nombre de la ciudad: Jehová Está Allí.’’

Esto es lo que se menciona acerca de esta parte de las profecías en la publicación Pure Worship:

¿Qué lecciones podemos extraer de esta parte de la profecía de Ezequiel? El nombre de esta teocracia similar a una ciudad nos asegura hoy como siervos de Dios, que Jehová mora con sus siervos fieles en la tierra actualmente y así será para siempre. Este nombre significativo también enfatiza una verdad vital: la ciudad existe, no para dar poder a algún hombre, sino para implementar las leyes amorosas y razonables de Jehová. Por ejemplo, Jehová no ha dado a esta teocracia la autoridad para dividir la tierra, por así decirlo, como los humanos puedan verlo conveniente. En cambio, Jehová espera que los administradores de su gobierno teocrático honren las asignaciones o privilegios que él mismo les ha dado a sus siervos, incluidos los “humildes”.   

El fraude de la Watchtower es evidente. Jehová habitó entre los judíos antes de la destrucción de Jerusalén. Jehová colocó su nombre sobre la ciudad y su presencia se veía representada en el templo por la milagrosa y siempre brillante luz de Shekinah. Dios bendijo a los judíos y siempre estuvo dispuesto a protegerlos mientras fueran fieles. Jesús también prometió a sus seguidores que estaría con ellos todos los días hasta la conclusión del sistema. 

No es ningún secreto que la Watchtower afirme que Cristo está presente de manera invisible y/o que el Reino ha estado gobernando desde 1914. Esencialmente, los príncipes de Betel afirman que la Watchtower es el Reino de Dios, que el representante de Jehová está sentado en el trono y administra todos los asuntos de la tierra desde Warwick, Nueva York.

Son pocos los testigos de Jehová que reflexionan acerca de si esa es la correcta interpretación de esa profecía. Tal como Jesús advirtió, durante la conclusión, muchos falsos profetas se levantarán para afirmar que Jesús está aquí o allá. Y como hemos visto, la Watchtower ya ha afirmado que “Jehová está allí”, en el santuario interior de Betel.

Dada la falsedad demostrable de la presuntuosa afirmación de la Watchtower, lo más importante es que ya están puestas las bases para el cumplimiento real de las profecías. Y podemos estar seguros de que la administración real, similar a una ciudad, será mucho más grandiosa e infinitamente más justa que la organización Watchtower.