Esta es la primera de una serie de 60 respuestas a 60 preguntas para los testigos de Jehová que se encuentran en el sitio web JW Lies.

PREGUNTA #1: ¿Cómo explicarías la correlación directa entre Hebreos 1: 10-12 y Salmos 102: 25-27? Ambos textos dicen lo mismo casi palabra por palabra e incluso hay referencias en su Biblia que los unen. En Hebreos, se habla de Jesús, pero en el Salmo mencionado se habla de Jehová.

RESPUESTA: El salmo dice lo siguiente: ‘’Hace mucho que tú colocaste los cimientos de la tierra, y los cielos son obra de tus manos.’’ Obviamente, el pronombre “tú” se refiere a Jehová Dios, el Creador de los cielos y la tierra. Sin embargo, más de 1,000 años después de que se escribió el Salmo, el apóstol Pablo lo citó cuando trataba de explicar la posición de Cristo con respecto a Jehová.  Tal hecho es evidente al examinar el contexto.

A los trinitarios les gusta jugar como un mago y sus trucos con versos aislados para deslumbrar a los inexpertos y a aquellos con conocimientos limitados. Pero para evitar ser engañados, es recomendable leer siempre el contexto para obtener una comprensión más amplia. En este caso, lea todo el capítulo uno de Hebreos y la “correlación” se hará evidente.

Sin embargo, antes de considerar el contexto, tenga en cuenta un elemento muy básico de la verdad, a saber, que, después de la rebelión en el Edén, cuando Dios predijo que una “descendencia” saldría de ‘’la mujer’’, la cual finalmente aplastaría la cabeza de la serpiente, no se sabía quién ocuparía ese lugar. Durante los días de Israel y los profetas, la identidad de la descendencia prometida era un misterio. Pero cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, Dios comenzó a revelar que Jesús, el llamado Nazareno, era el Cristo predicho, el Mesías y el Hijo de Dios.

La carta de Pablo a los hebreos habla con gran detalle acerca de la posición que ocupó la misteriosa descendencia tanto antes de su llegada a la tierra como después de ser exaltado. Las palabras iniciales de su carta revelan una verdad que había estado oculta durante miles de años: el papel que había desempeñado el Mesías en la creación del universo. El apóstol escribió lo siguiente: “Hace mucho tiempo, Dios les habló a nuestros antepasados por medio de los profetas en muchas ocasiones y de muchas maneras. Ahora, al final de estos días, nos ha hablado por medio de un Hijo, a quien nombró heredero de todas las cosas y mediante quien hizo los sistemas. Él es el reflejo de la gloria de Dios y la representación exacta de su mismísimo ser, y sostiene todo con su poderosa palabra. Y, después de habernos purificado de nuestros pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas.’’

Cualquier lector inteligente cuya mente no haya sido adoctrinada por la complicada teología de las iglesias de la cristiandad, debería ser capaz de discernir que Pablo no declara que Jesús sea Dios. No, más bien, el texto citado nos muestra que Dios escogió a Jesús como su portavoz, su heredero e hizo los sistemas mediante él. Seguramente, el Dios Altísimo no se exalta a sí mismo a una posición más alta ni se recompensa con privilegios especiales que ya tenía. Eso no tiene sentido. Como vemos, Pablo reveló que después de que Dios resucitó a Jesús, él ascendió al cielo donde actualmente se sienta a la diestra de la Majestad en lo alto. Claramente, se nos presentan dos entidades: la Majestad en lo alto y su Hijo a su mano derecha.

Es muy importante tener en cuenta que antes de la revelación del Cristo, solo había indicios escasos del secreto sagrado sobre la identidad del que vendría. Por ejemplo, en el relato de la creación en el primer capítulo de Génesis, Jehová habló a una entidad sin nombre, entonces desconocida, invitándolo a unirse a la creación. Allí leemos: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza…”. Más tarde, después del Diluvio, Jehová habló nuevamente a una persona separada y distinta de sí mismo, diciéndole: “¡Vamos! Bajemos allí y confundamos su idioma para que no se entiendan entre ellos.’’

El capítulo ocho de Proverbios también da a entender la existencia de un “ayudante” que fue empleado por Dios. Hablando como la personificación de la sabiduría de Dios antes de que se creara la tierra, el libro de Proverbios nos dice: “cuando le decretó al mar que sus aguas no fueran más allá de donde él les había ordenado, cuando puso los cimientos de la tierra, yo estuve junto a él como un obrero experto. Día tras día su mayor alegría era yo, y siempre me sentía feliz delante de él. Yo me alegraba por la tierra, hecha para ser habitada, y les tenía un cariño especial a los seres humanos.’’ (Proverbios 8: 29-31)

Incluso cuando Jesús estuvo en la Tierra y caminó entre los judíos, él no reveló claramente su papel en la creación, solo que conocía al Padre íntimamente, al haber estado a su lado en el cielo antes de descender a la Tierra. (Juan 8:23) No fue hasta que Pablo comenzó a escribir sus epístolas, que se reveló completamente el secreto sagrado con respecto a la posición que Jesús ocupó antes de descender del cielo. Quizás, algunos de los cristianos originales nunca supieron acerca de la vida privilegiada de la que Jesús disfrutaba antes de llegar ser humano. Pero ese conocimiento debería hacernos apreciar aún más el sacrificio que hizo.

Por otro lado, con respecto a la “correlación”, Pablo no quiso decir de ninguna manera que Jesús era el Creador. El afirmar que el Cristo colocó los cimientos de la Tierra está en perfecta armonía con el hecho de que Jesús fue invitado por Dios, de hecho, autorizado y empoderado por el Creador mismo, para hacer su obra. Y, como ya mencioné, las palabras iniciales de la carta a los Hebreos aclaran la posición de Jesús como el agente a través del cual Dios hizo todas las cosas.

Desde sus inicios, la Sociedad Watchtower siempre ha enseñado que Jesús es el Hijo especial de Dios por medio del cual se crearon todas las cosas y el heredero de su trono.