Sé que usted ha discutido este tema en videos y artículos escritos, y para mí, la evidencia bíblica parece bastante obvia: la esposa de Cristo tiene un número limitado y equilibrado de 144.000 cogobernantes. Sin embargo, algunos intentan refutar esta verdad sencilla con varios tipos de razonamiento. Uno de estos razonamientos es el siguiente: Si los 144.000 son un número literal y finito, ¿cómo es posible que los hijos de la mujer abandonada sean más numerosos que los de aquella que tiene esposo [el Israel carnal que está en esclavitud]? (Gálatas 4:27). 144.000 israelitas espirituales son mucho menos que los millones de judíos naturales que vivieron en el primer siglo o en cualquier momento desde entonces. ¿Qué explicación tiene para esta aparente contradicción?

En las palabras finales de su segunda carta, Pedro habló de los escritos del apóstol Pablo y dijo que algunas de las cosas que Pablo había escrito eran difíciles de entender. Este es uno de esos casos.

Pablo citó una profecía y la aplicó al primer siglo. No obstante, no afirmó que ese fuera su cumplimiento definitivo. En el versículo 22, él dijo: “Por ejemplo”, y luego explicó: “Todo esto puede verse como una historia simbólica”. Por lo tanto, el apóstol no estaba diciendo que su ejemplo fuera el cumplimiento absoluto.

Si nos vamos directamente a la profecía de Isaías a la que el apóstol hacía alusión, obtendremos una comprensión más amplia. Aquí está el pasaje:

“‘¡Grita de alegría, mujer estéril, que no has dado a luz! Alégrate y grita de felicidad, tú que nunca tuviste dolores de parto, porque los hijos de la abandonada son más numerosos que los hijos de la mujer que tiene esposo’, dice Jehová” (Isaías 54:1).

La profecía no aplica directamente a Abraham, Sara, Agar y sus hijos. Pablo, por inspiración, simplemente tomó la designación de “mujer estéril” y la aplicó a Sara, pero debido a que el pacto abrahámico produjo la descendencia por medio de la cual todas las naciones serían bendecidas —descendencia que incluye a los que están en unión con Cristo— Pablo demostró cómo Sara tenía más hijos que el Israel carnal, que dejó de existir figurativamente en el primer siglo cuando los romanos destruyeron Jerusalén y el templo.

Cabe destacar que Jehová envió a un ángel para salvar a Agar y a su hijo cuando fueron expulsados. De esa manera, el drama simbólico se desarrolló aún más, ya que Dios preservó y protegió a Israel —representado por el hijo de Agar en la ilustración de Pablo— hasta que la nación produjo a Cristo. En ese momento, Dios los abandonó y dejó de ser su esposo. Como resultado, los judíos persiguieron a la descendencia de la mujer libre, la Jerusalén celestial.

Pero la profecía de Isaías habla del futuro, de la segunda venida de Cristo. La mujer estéril representa al Reino de Cristo, que parecerá no haber logrado nada, como si hubiera dado a luz a un hijo muerto. Isaías 26:16-18 lo describe así:

“Oh, Jehová, en su angustia ellos acudieron a ti; derramaron su oración en un susurro cuando los disciplinaste. Como una mujer embarazada a punto de dar a luz, que tiene dolores de parto y grita de dolor, así hemos estado nosotros debido a ti, oh, Jehová. Llegamos a estar embarazados, tuvimos dolores de parto, pero es como si hubiéramos dado a luz viento. No hemos traído salvación a esta tierra, y nadie nace para habitar en ella”.

Parece que la ilustración de Pablo es en sí misma una profecía. Eso se debe a que Agar simbolizaba a la Jerusalén terrenal. Y, según Jesús, Jerusalén está destinada a la desolación durante la gran tribulación. Eso significa que la mujer desolada o abandonada se vuelve tal como resultado de la desolación de Jerusalén por parte de la cosa repugnante. Por supuesto, Jerusalén simboliza a la congregación de Cristo. Sin embargo, la desolación de la Jerusalén terrenal se revierte cuando la Jerusalén celestial entra en existencia y los hijos de la mujer desolada se vuelven más numerosos. En la profecía, los hijos de la mujer desolada o abandonada y los de la mujer con esposo son los mismos hijos.

Para confirmar que la profecía tiene un cumplimiento futuro, debemos leer el contexto. Por ejemplo, Isaías 54:6-9 dice:

“‘Porque Jehová te llamó como si fueras una esposa abandonada y profundamente triste, como una mujer que de joven se casó y luego fue rechazada’, dice tu Dios. ‘Por un instante te abandoné, pero con gran misericordia te traeré de vuelta. En un arranque de indignación, oculté por un momento mi rostro de ti, pero con eterno amor leal te tendré misericordia’, dice tu Recomprador, Jehová. ‘Esto es para mí como los días de Noé. Tal como he jurado que las aguas de Noé no volverán a cubrir la tierra, juro que no volveré a indignarme contigo ni a reprenderte’”.

Claro, Jehová se indignó con Jerusalén hasta el punto de permitir que los babilonios descendieran desde el norte, destruyeran su ciudad santa y esclavizaran a los sobrevivientes. Y Dios efectivamente repatrió a los judíos del cautiverio. Sin embargo, ¿por qué compararía eso con el Diluvio de Noé, cuando estableció el llamado pacto del arco iris y juró no volver a inundar la Tierra? Obviamente, Dios destruyó Jerusalén nuevamente en el año 70 E.C. cuando los romanos saquearon la ciudad reconstruida.

La Watchtower reconoce que la profecía aplica al cristianismo. Jerusalén es un símbolo apropiado, ya que la congregación de Cristo se originó en Jerusalén. ¿Cuándo, entonces, se indignó Dios y abandonó a su organización semejante a una esposa? Según la organización, Dios abandonó el cristianismo hace cientos de años, cuando Constantino se apoderó de lo que pasaba por cristianismo.

Pero ¿cómo podría ser eso cierto? Dios dijo en el pasaje citado anteriormente que solo la abandonó “por un instante”. Sin duda, Jehová, como gran cronometrador, no consideraría que 1.600 años son un instante.

Algunas personas con una gran imaginación podrían razonar que Dios considera mil años como un día. Por supuesto, Dios es atemporal. Aun así, Dios relaciona el tiempo con los seres humanos para que podamos entenderlo. Además, aquellos a quienes Dios abandona “por un instante” y que están en el lado receptor de su reprensión serán los que experimenten su misericordia y sean recomprados. No hace falta decir que eso no puede aplicarse de ninguna manera a los cristianos que vivieron y murieron hace más de mil años.

Puesto que la Watchtower al menos reconoce que la indignación de Dios es hacia su organización, que es como una esposa, es decir, va dirigida contra los cristianos ungidos, nos preguntamos: ¿cuándo la restauró Dios y juró nunca más desaprobarla? La Watchtower afirma que Dios les otorgó su aprobación inequívoca en 1919. Por eso citan con frecuencia el capítulo 54 de Isaías, como este pasaje: “‘Ningún arma que fabriquen contra ti dará resultado, y condenarás cualquier lengua que te acuse en un juicio. Este es el legado de los siervos de Jehová, y la justicia de ellos proviene de mí’, afirma Jehová” (vs. 17).

No obstante, eso no aplica a la Watchtower ahora porque no estamos en el juicio. Jesús les aseguró a los escogidos que cuando sean llevados ante gobernadores y reyes, el espíritu santo les dará “unas palabras y una sabiduría que todos sus adversarios juntos no podrán rebatir ni contradecir” (Lucas 21:15).

Todas las profecías están relacionadas y entrelazadas. Cuando Dios habla de su diluvio de indignación y lo compara con el Diluvio en los días de Noé, debemos reconocer que Dios habló de un diluvio metafórico anteriormente en Isaías:

“Por lo tanto, oigan las palabras de Jehová, fanfarrones, gobernantes de este pueblo en Jerusalén, porque ustedes dicen: ‘Hemos hecho un pacto con la Muerte, y hemos hecho un acuerdo con la Tumba. Cuando pase la violenta inundación repentina, no nos alcanzará, porque hicimos de una mentira nuestro refugio y nos escondimos en la falsedad’. Por eso, el Señor Soberano Jehová dice esto: ‘¡Miren! Pongo como fundamento en Sion una piedra probada, la valiosa piedra angular de un fundamento seguro. Nadie que demuestre fe será presa del pánico. Haré que la justicia sea el cordón de medir y que la rectitud sea el nivel. El granizo barrerá el refugio de mentiras y las aguas inundarán el escondite. El pacto de ustedes con la Muerte será disuelto y su acuerdo con la Tumba no se mantendrá en pie. Cuando pase la violenta inundación repentina, serán aplastados por ella. Cada vez que pase, serán barridos por ella; pues pasará mañana tras mañana, durante el día y durante la noche. Solo el terror hará que ellos entiendan el mensaje’” (Isaías 28:14-19).

Según el pasaje anterior, la instalación de la piedra angular de Sión ocurre simultáneamente con el diluvio que barre a los gobernantes jactanciosos del pueblo de Dios en Jerusalén. De nuevo, ¿cuál es la característica central de la extensa profecía de Cristo sobre la señal de su presencia? Es la desolación de Jerusalén.

Al dejar claro que la profecía a la que aludió Pablo se cumplirá en el futuro cuando el diluvio de indignación de Dios se exprese hacia su organización, los hijos de la mujer abandonada nacerán en el Reino de Cristo mediante la resurrección y el sellado final. Serán más numerosos que los hijos de la madre de la organización porque ella y sus hijos ya no existirán.

La mujer desolada se convertirá entonces en la novia casada de Cristo, y el Reino se completará con 144.000 piedras vivas. Eso es lo que se representa en el siguiente pasaje de Isaías: “Oh, mujer afligida, azotada por la tormenta y sin ningún consuelo, voy a colocar tus piedras con argamasa dura y tus cimientos con zafiros. Tus almenas las haré de rubíes, tus puertas de piedras brillantes y todos tus límites de piedras preciosas. Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová, y la paz de tus hijos será abundante” (54:11-13).