Viernes 3 de septiembre
Las autoridades que existen están colocadas por Dios en sus posiciones relativas (Rom. 13:1).
¿Obedecen los ancianos las leyes sobre denunciar a las autoridades los supuestos abusos de menores? Sí. En los lugares donde existen tales leyes, los ancianos las obedecen. Estas normas no están en contra de la ley de Dios (Hech. 5:28, 29). Por lo tanto, cuando llega a oídos de los ancianos una acusación de este tipo, de inmediato piden asesoramiento a la sucursal sobre cómo proceder a fin de garantizar el cumplimiento de las leyes de denuncia de abusos de menores. Los ancianos les confirman a las víctimas, a sus padres y a cualquier otro que conozca el caso que son libres de denunciar ante las autoridades el supuesto abuso. Ahora bien, ¿y si el acusado forma parte de la congregación y el asunto se hace público? ¿Debería pensar el cristiano que presentó la denuncia que ha manchado el nombre de Dios? No. El que lo ha manchado es quien cometió el abuso. w19.05 10 párrs. 13, 14
No hay mentira que no dirían. No hay verdad que no tuerzan.
Es cierto, en los Estados Unidos, algunos estados no requieren que los líderes religiosos denuncien el abuso infantil. Pero el abuso infantil es un crimen en todas partes. Lo que la Watchtower está queriendo decir es que si la ley no requiere que los ancianos informen que se ha cometido un crimen contra un niño bajo su supervisión, ellos no lo reportarán a las autoridades. ¿Por qué? ¿por qué debe obligar la ley a los ancianos a hacer lo correcto?
Un crimen contra un niño es algo terrible. Las bocas en Betel dicen “aborrecemos el abuso de menores”. Pero ¿de verdad es así? Si eso es cierto, ¿por qué no han actuado con muchísima más severidad contra estos crímenes y sus perpetradores? Si las instrucciones dadas a los ancianos hubieran sido que le dijeran al pederasta algo como: “Usted abusó de un niño en nuestra congregación. No vamos a llamar al Departamento de Asuntos Legales de la Watchtower. Vamos a llamar a la policía. Y vamos a cooperar al 100% con los fiscales para asegurarnos de que pase un largo tiempo en la cárcel”, muchos hubieran estado encantados de cumplirlas. Pero no, los abogados de la Organización les ataron las manos.
Obviamente, por su propia admisión, a la Sociedad no le importa en absoluto que haya un pedófilo entre ellos. Tal como se mencionó anteriormente, a los ancianos solo les preocupa “cómo proceder a fin de garantizar el cumplimiento de las leyes de denuncia de abusos de menores”.
A la Organización le gusta decirle a las víctimas y a sus defensores que “esperen en Jehová”. Esa frase ha sido repetida muchas veces para aplacar a las víctimas, debido a la inacción de aquellos a los que Dios encarga defender a los que se encuentran en un estado de vulnerabilidad.
La buena noticia es que, según todos los indicios, la espera está llegando a su fin. Pronto Jehová desatará la tormenta. Y esta tempestad en particular no es como un torbellino natural que destruye indiscriminadamente. La tormenta que Dios está gestando será dirigida a personas específicas. Así es como se describe en Jeremías: “¡Miren! La tempestad de viento de Jehová se desatará con furia; bajará como un torbellino sobre las cabezas de los malvados” (Jeremías 23:19).
Ciertamente, hay hombres malvados entre los que llevan las riendas de la Organización, hijos del Diablo, sin duda. ¿Cuándo desatará Dios la bestia contra ellos? “La furia de Jehová no se calmará hasta que él haya hecho realidad las intenciones de su corazón y las haya llevado a cabo. Ustedes entenderán esto claramente en la parte final de los días” (Jeremías 23:20).
La Sociedad siempre ha afirmado que la parte final de los días ya ha comenzado. Originalmente, Russell afirmaba que el tiempo del fin había comenzado en 1799, con algo que tenía que ver con Napoleón. Luego, alrededor de 1930, todo fue actualizado y vinculado a 1914. ¡Ahora la Watchtower enseña que la parte final de los días ha durado 107 años y aún no vemos la tormenta!
Con asombrosa previsión, Jehová indicó que los que actuarían como “profetas” inventarían una escatología falsa. Continuando en el mismo capítulo 23 de Jeremías, Jehová dice lo siguiente: “Yo no envié a los profetas, pero ellos fueron corriendo. No hablé con ellos, pero ellos profetizaron. Pero, si hubieran estado en mi círculo de amigos íntimos, habrían hecho que mi pueblo escuchara mis palabras y que dejara su mal camino y sus malas acciones” (Jeremías 23:21, 22).
De acuerdo con lo que leemos en Jeremías, hay un grupo de personas a las que Jehová llama “mi pueblo” que estarán viviendo inmediatamente antes de que se desate la gran tormenta. A su vez, se nos muestra que ellos estarán dominados por hombres que afirman hablar en nombre de Dios pero que profetizan falsamente.
¿Qué es lo que estos farsantes dicen? Jeremías nos responde: “A los que me faltan el respeto no paran de decirles: ‘Jehová ha dicho: “Disfrutarán de paz”’. Y a todos los que siguen a su corazón terco les dicen: ‘No les llegará ninguna calamidad’” (Jeremías 23:17).
Los profetas de Betel han trasladado hábilmente todos los juicios de Dios al pasado, a 1914; o, en otras ocasiones, los desvían a la cristiandad. Los testigos de Jehová ciertamente no esperan que les sobrevenga alguna calamidad. Incluso los pedófilos se sienten tranquilos. Desde el punto de vista de los grandes hombres de Betel, los únicos criminales son las víctimas de abuso infantil y sus defensores que hacen pública la traición e hipocresía de la Watchtower.
Al tratar con indulgencia a los pedófilos y convertirse en la adversaria legal de sus muchas víctimas, la Organización en realidad alienta a los malhechores, como los pederastas. Cuán verdaderas son las palabras de Dios: “Y he visto cosas horribles en los profetas de Jerusalén. Cometen adulterio y viven en la mentira; apoyan a los malvados y no se arrepienten de sus maldades. Para mí, todos son como Sodoma, y los habitantes de ella son como Gomorra” (Jeremías 23:14).
El Cuerpo Gobernante está dispuesto a llamar “apóstatas” a quienes lo cuestionan. Cualquiera que critique al exaltado esclavo fiel es condenado como blasfemo y apóstata. Por esa razón, muchos ex testigos de Jehová son llamados así. Y aunque muchos de ellos se comportan como tales, la verdad es que la apostasía más insidiosa y grave se origina en la cúspide, en los líderes, pues esta proviene de una fuente confiable y puede engañar a todo el pueblo. Por eso Dios dice: “Por lo tanto, esto es lo que dice Jehová de los ejércitos contra los profetas: ‘Voy a hacer que coman ajenjo y voy a darles de beber agua envenenada. Porque los profetas de Jerusalén han esparcido la apostasía por todo el país’. Esto es lo que dice Jehová de los ejércitos: ‘No escuchen las palabras de los profetas que están profetizándoles. Los están engañando. La visión de la que hablan sale de su propio corazón y no de la boca de Jehová’” (Jeremías 23:15, 16).
Dado que la apostasía que se extiende por todo el país ocurre inmediatamente antes del comienzo de la parte final de los días, debería ser obvio que “Jerusalén” representa a la congregación de Cristo. Tal designación es apropiada, puesto que el cristianismo se originó en la ciudad literal de Jerusalén. Y, por supuesto, no hay mayor engaño en todo el mundo que el de la parusía invisible.
Pablo advirtió a los hermanos que estuvieran en guardia contra una operación de Satanás que se daría a través de un “hombre que desafía la ley” que ejercería una influencia engañosa al inventar una falsa parusía, tal como lo ha hecho la Sociedad. Al final, este “hombre” conduciría a la apostasía a los que están bajo su influencia engañosa. Esto debe cumplirse para que ocurra la segunda venida de Cristo: “Que nadie los engañe de ninguna manera, porque ese día no vendrá sin que antes llegue la apostasía y sea revelado el hombre que desafía la ley, el hijo de la destrucción. Él es un opositor y se eleva por encima de todo lo que se considera un dios o es objeto de adoración, de modo que se sienta en el templo de Dios y se presenta públicamente como un dios. ¿No recuerdan que yo les decía estas cosas cuando todavía estaba con ustedes?” (2 Tesalonicenses 2:3-5).
Hay que darle el crédito, la Watchtower ha suspendido efectivamente el ministerio público y ha prohibido que los testigos de Jehová se reúnan.
Además, ahora el Cuerpo Gobernante exige que, en aras de la unidad, todos los testigos de Jehová se sometan a una serie de inyecciones de terapia genética experimental. Aunque seguramente saben que miles ya han muerto como resultado directo, que cientos de miles han resultado afectados seriamente y que otros están desarrollando enfermedades extrañas después de recibir las inyecciones de ARNm, el Cuerpo Gobernante prácticamente ha hecho de la vacunación un requisito de su llamada “adoración pura”.
Para convencer al rebaño de que se someta a las “vacunas”, que, por cierto, deben administrarse cada pocos meses y ni siquiera proporcionan inmunidad, el Cuerpo Gobernante ha afirmado que Jehová los está dirigiendo y que les está dando instrucciones a sus siervos través de sus “representantes”. En otras palabras, Jehová espera que tome este medicamento que puede dañarlo de por vida o incluso matarlo.
Ciertamente, esto no proviene de la boca de Jehová. La directiva de la Watchtower se encuentra ahora en completa en oposición a Cristo. La apostasía predicha ha comenzado. Por consiguiente, la tormenta no debe estar muy lejos.