La organización religiosa Los Testigos de Jehová, con un poco más de 8 millones de miembros en el mundo, está siendo escrutada en un tribunal en Australia por encubrimiento y mal manejo de unos 5 mil casos de abusos sexuales efectuados por correligionarios desde 1950 hasta 2014.
Geoffrey Jackson, miembro del Cuerpo Gobernante de este grupo, se ha trasladado desde la sede mundial en Nueva York (Estados Unidos) hacia Australia para testificar, asegurando que su organización ha hecho “esfuerzos sinceros” para corregir este problema, sin embargo, los fiscales australianos no han estado satisfechos con sus alegatos.
Uno de los puntos más debatidos en estos juicios es la manera cómo la organización religiosa trata con secretismos los casos de abusos sexuales de entre sus filas cometidos por sus propios compañeros de religión, incluso, han salido a la luz las normativas impuestas a los “ancianos” (pastores de las congregaciones locales) para tratar estos delitos con la mayor privacidad posible.
De acuerdo con dichas normas y testimonios presentados por exmiembros de la organización que manejaron puestos de responsabilidad, se exige que la víctima presente testigos de la violación y si no los hay entonces habría que dejar el caso “en las manos de Dios”. Incluso, aunque no prohíben tajantemente a las víctimas (o a los padres si el abusado es menor de edad) que acusen a los agresores ante los tribunales, tampoco los instan a hacerlo sino que tratan de resolver el asunto de forma interna según sus regulaciones religiosas.
A continuación, lea un extracto de un artículo publicado por The Washington Post el día de hoy titulado “Los testigos de Jehová enfrentan investigación por abuso sexual en Australia”:

“Desde 1950 a 2014, la Watchtower Bible and Tract Society (organismo legal de los Testigos de Jehová) acumularon unos 5.000 archivos que detallan casos de abusos sexual contra cinco mil niños efectuados por 1.006 de sus miembros, quienes creen que solamente ellos proclaman “la verdad de Dios”.

Jóvenes agredidos por sus compañeros (de religión). Adolescentes violados por sus padres. Incluso, las víctimas hasta fueron obligadas a orar junto con sus abusadores.

Cuando los niños buscaron ayuda, la obsesión de la iglesia con el secretismo les dio una patada. Las víctimas, ordenadas a guardar silencio, tuvieron que enfrentarse a sus agresores cara a cara. Todas las acusaciones, que en promedio fue de una al mes durante 65 años, fueron registradas cuidadosamente y guardadas en sus archivos.

Un total de 127 miembros de la iglesia (agresores sexuales) fueron sancionados pero nadie informó a las autoridades. El abuso infantil fue escondido.

Ahora, todos estos detalles que se viven dentro del cerrado mundo de los Testigos de Jehová están siendo expuestos en Australia, empañando gravemente la imagen de esta poderosa organización religiosa.

Hace dos años, el gobierno australiano estableció una comisión real, similar a una comisión presidencial en los Estados Unidos, para investigar el abuso sexual de los niños dentro de instituciones.

El objetivo principal de la investigación fue la Iglesia Católica, cuyo récord de proteger pederastas era casi tan malo en Australia como en Estados Unidos, pero para evitar singularizar el escrutinio contra una religión en específico, el gobierno dio facultades legales amplias para examinar cualquier organización que pudiera haber encubierto abusos sexuales.

Sin embargo, la comisión no tiene autoridad para hacer nada más allá que hacer recomendaciones al Gobierno y observaciones acerca de ciertos comportamientos en su informe final. No puede determinar culpables y ejecutar castigos.

Religión muy particular

De todos los grupos, religiosos o no, que se están investigando en Australia, los Testigos de Jehová son muy excepcionales, según los expertos. Tanto las doctrinas y prácticas de esta organización están siendo analizadas por abogados, víctimas y periodistas, arrojando una visión particular sobre una de las iglesias más conservadoras del mundo cristiano.

La iglesia, que fue fundada en Pennsylvania (Estados Unidos) en la década de 1870 para promover una interpretación de la Biblia y que ahora su sede está en Nueva York, se ha convertido en una de las instituciones menos capaces para hacer frente a los abusos sexuales entre sus propias filas, según Annie Cousins, profesora de Derecho de la Universidad de Nueva Gales del Sur, experta en delitos sexuales y una de las consultoras de la investigación.

“Encuentro que su enfoque sobre la cuestión (del abuso sexual) y las víctimas es extraordinariamente extraño, casi medieval”, dijo en una entrevista.

A diferencia de los sacerdotes de la Iglesia Católica, los Testigos de Jehová no tienen clero que cobre sueldo. Los abusadores son, en su mayoría, fieles regulares.

Basándose en una interpretación literal de la Biblia, entre sus normas se exige mantenerse separados de las demás personas de la sociedad, quienes son considerados como “espiritualmente inferiores”. El liderazgo, tanto en esta religión como en sus familias, es asumido por los hombres.

En esta organización religiosa hay mucha desconfianza de los que no son miembros, denominados peyorativamente como “mundanos”, siendo la razón por la cual los Testigos de Jehová rara vez establecen demandas ante las autoridades, según opinión de Angus Stewart, abogado sudafricano que conduce la investigación.

“Es un sistema en el que un grupo de hombres, nombrados desde altas esferas y no por los miembros de la congregación, encabezan los juicios (internos) sobre sus ‘hermanos’: hombres, mujeres y niños en todos los aspectos de sus vidas (…) No hay una separación significativa entre las familias y esta religión”.

Desgarrador testimonio

En 1988, una joven de 17 años de edad en el estado de Queensland fue abusada por su propio padre, quien era un miembro prominente de los Testigos de Jehová local, mientras que su madre y seis hermanos y hermanas estaban de vacaciones. Él le dio alcohol y mostró sus películas pornográficas.

“La primera vez que trató de tener sexo conmigo, me vio desnuda en mi cama por la noche mientras yo estaba durmiendo y me tocó en todo mi cuerpo”, dijo la mujer, cuya identidad se mantuvo en reserva por la ley australiana. “Cuando protesté me dijo: “Shhhh, no pasa nada. Soy tu padre. Debes ser obediente a tu padre”.

“Mi padre me tocó y trató de tener sexo conmigo en al menos cuatro o cinco ocasiones diferentes. Me resistí todo lo que pude en cada ocasión, pero él era un hombre violento y propenso a golpearme. Yo estaba absolutamente petrificada y traté de no hacerlo enojar”.

Mientras ella estaba siendo violada, su padre citaba pasajes de la Biblia y se refirió acerca de ser obediente. “Tienes que ser obediente a mí”, dijo durante las relaciones sexuales, según explicaciones de la mujer que ahora tiene 44 años de edad.

Después de que el resto de la familia regresó de sus vacaciones, el padre le prohibió hablar con alguien, pero se lo confesó a su madre y se enteró de que varios de sus hermanas habían pasado por un calvario similar, incluyendo una que tenía cinco años de edad.

Normativas arcaicas

La iglesia (de los Testigos de Jehová) tiene reglas estrictas que rigen la conducta moral. Si un testigo de Jehová se da cuenta de que otro miembro ha cometido un “pecado grave”, como “la fornicación, el adulterio, la homosexualidad, la blasfemia, apostasía, adulterio y pecados similares”, se les aconseja que deben informarlo a los hombres de alto nivel en sus congregaciones conocidos como ancianos.

Pero el proceso para el manejo de estas denuncias se basa en nociones de justicia y equidad procesal concebidas hace más de dos mil años y registradas en la Biblia.

De hecho, los Testigos de Jehová son el gran obstáculo para la disciplina de los suyos, ya que los “ancianos” necesitan asegurar una confesión o el testimonio de dos testigos creíbles del mismo incidente o una fuerte evidencia circunstancial. El acusador tiene que justificar sus acusaciones a los ancianos de la iglesia, a menudo en presencia del presunto autor.

Representantes de la iglesia reconocen que este proceso puede ser difícil para las víctimas, pero aseguran que no tienen más remedio que cumplir la Biblia. “Cristo puso fin a la ley”, dijo en la investigación Rodney Spinks, uno de los representantes de esta religión en Australia. “Nosotros, como muchos cristianos, no estamos fanáticamente tratando de encontrar referencias para hacer la vida difícil. Estamos aplicando las Escrituras tal como las leemos, de la mejor manera que podamos”.

EV HOUSTON