Boletín del Reino #24

Como seguramente todos ya saben, el jueves 9 de marzo por la noche, una congregación de testigos de Jehová se reunía en un salón del Reino en Hamburgo, Alemania. Hacia la conclusión del programa, tal vez durante la oración cuando la congregación estaba de pie con los ojos cerrados y la cabeza inclinada, evidentemente un hombre trastornado abrió fuego primero con una pistola semiautomática en el estacionamiento. Luego, rompió una ventana y comenzó a dispararle a los hermanos y visitantes que estaban adentro. La policía reveló la identidad del cobarde asesino: un ciudadano alemán de 35 años, cuyo nombre es Philipp Fusz. Este individuo era ex miembro de la congregación. Esta horrible tragedia terminó con la vida de varias personas, incluyendo al asesino, y otras resultaron heridas.

En este momento solo nos queda especular cómo y por qué pudo haber ocurrido este horror. Las autoridades están investigando el caso, y, seguramente, muchos hermanos se estarán haciendo muchas preguntas. Sin embargo, hay una en especifico que es bastante inquietante y en la que indudablemente pensarán los testigos de Jehová, sobre todo cuando se reúnan en sus salones del Reino: ¿por qué permitió Jehová que algo tan terrible sucediera?

Sin duda, todas las congregaciones del mundo se replantearán su seguridad. Obviamente, cerrar las puertas de las instalaciones mientras se llevan a cabo reuniones es algo que ya ha sido una práctica común, especialmente en áreas de alta criminalidad. No obstante, esa medida de seguridad no impide que alguien que ya esté adentro cometa un acto de violencia. ¿Tal vez sea una buena idea colocar detectores de metales o tomar otras medidas como sucede en algunos lugares? Sí, tal vez, pero esas medidas no responderían la pregunta inquietante que, como ya se mencionó, se harán muchos: ¿por qué permitió Jehová que algo así sucediera?

Esta pregunta es peculiar para los testigos de Jehová, puesto que nuestra fe nos informa que “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que temen a Dios y los rescata” (Salmos 34:7).

Teniendo en cuenta lo que nos dice este pasaje de la Biblia, nos hacemos una pregunta un poco más específica que la anterior: ¿dónde estaba el ángel de Jehová cuando este individuo interrumpió una reunión, abrió fuego contra la congregación y asesinó a siete personas que simplemente estaban cumpliendo con el mandato apostólico de no abandonar el reunirse? Todas las reuniones empiezan con una oración, invocando el nombre de Jehová y pidiendo que su espíritu santo esté presente. Jesús incluso le dijo a sus discípulos que cada vez que dos o más se reúnen en su nombre, él está en medio de ellos. Así que nos preguntamos: ¿dónde estaba Jesús cuando los hermanos estaban siendo asesinados en su salón del Reino?

Analicemos el versículo citado más de cerca. La condición para que Jehová provea protección por parte de sus ángeles es que le temamos. ¿Deberíamos suponer simplemente que los testigos de Jehová cumplen con esa condición? ¿Hay algo que pueda hacer que el ángel de Jehová deje su puesto y retire su protección? La respuesta es sí, eso podría ocurrir. 

Hay un relato bíblico muy instructivo al respecto. Este lo encontramos en el libro de Josué. Allí se nos cuenta que israelitas acababan de terminar de vagar por el desierto durante 40 años. Habían sido testigos del milagroso derrocamiento de la ciudad cananea de Jericó. Durante esa primera conquista, Josué le ordenó lo siguiente a los israelitas: “La ciudad y todo lo que hay en ella tiene que entregarse a la destrucción; todo eso le pertenece a Jehová” (Josué 6:17). No obstante, “toda la plata, el oro y los objetos de cobre y de hierro” debían “añadirse al tesoro de Jehová”, pues eran santos para él aunque todo lo demás debía ser quemado con fuego.

Llenos de emoción y júbilo por la victoria, los israelitas atacaron la siguiente ciudad, Hai. Sin embargo, trágicamente, esta vez fueron derrotados. Josué se sintió devastado por aquella humillante derrota. Se lamentó todo el día postrado ante el Arca. Entonces Jehová le informó que había un ladrón en medio de ellos. No obstante, este no se había robado cualquier cosa, sino algo que le pertenecía a Dios. Sin duda alguna, usted debe conocer el final de esa historia. 

Robarle a Dios tiene serias consecuencias. Adán y Eva robaron frutos de un árbol único que le pertenecía exclusivamente a Jehová. Aún podemos ver las repercusiones de ese robo. Los filisteos tomaron el Arca de Jehová y sufrieron las consecuencias: fueron invadidos por roedores y afectados por hemorroides. Por esa razón, la devolvieron.  

Ananías y Safira fueron dos cristianos ungidos originales que vendieron su propiedad y mintieron acerca de donar el dinero obtenido en su totalidad para Jehová, guardando en secreto una parte para ellos, tomando para sí lo que decían que le iban a dar a Dios. Ambos cayeron muertos por orden del apóstol Pedro y sabemos que su destino no fue el Seol. 

En la actualidad, algo similar ha ocurrido. El Cuerpo Gobernante le ha robado a Jehová. Han tomado más de 1.000 salones del Reino para ponerlos a la venta, desalojando así a miles de hermanos de las instalaciones que ellos u otros hermanos construyeron, pagaron y dedicaron solemnemente a Jehová. Algunos salones del Reino todavía están vacíos, sin vender después de años. Otros, sin embargo, ya han sido vendidos y reutilizados por los compradores. Algunos son ahora salones de meditación. Uno es un dispensario de marihuana y otro fue convertido en una tienda que vende cerveza y loterías. Usted entiende el punto. 

Así como el robo de un individuo trajo calamidad a la campaña militar israelita, no debemos suponer que reutilizar los salones del Reino dedicados a Jehová no traerá consecuencias para toda la organización. Los que descaradamente le roban a Dios obviamente no le temen. Y cuando resulta que los ladrones son los líderes de la organización de Jehová, no podemos esperar que el ángel de Jehová siga proporcionando seguridad y protección. Insto al Cuerpo Gobernante a que retire inmediatamente del mercado los salones del Reino que no se hayan vendido y los devuelva al uso para el que fueron construidos y dedicados. Tal vez Jehová reconsidere la calamidad que ustedes han puesto en marcha.

El Cuerpo Gobernante afirma que los testigos de Jehová residen en un paraíso espiritual, donde ninguna persona que haya tenido características de una bestia salvaje se aprovechará de los que son inocentes y cándidos como las ovejas. Claramente, sin embargo, tal condición no existe actualmente. Aun así, estamos presenciando el cumplimiento de la palabra profética de Jehová, pues la Watchtower afirma que todo está bien. Después de todo, Dios necesita personas que prediquen las buenas nuevas para cumplir su palabra. Se nos dice una y otra vez que Cristo recibió el Reino en 1914 y como mensajero del pacto limpió al pueblo de Dios de todas sus impurezas y arregló todas las cosas. La presunción es que Jehová siempre bendecirá y protegerá a su pueblo limpio. Esta mentalidad hace eco de lo que se afirma en Jeremías: “Porque, desde el menor hasta el mayor, todos sacan beneficio de manera deshonesta; desde el profeta hasta el sacerdote, todos cometen fraude. Y tratan de sanar superficialmente las heridas de mi pueblo diciendo ‘¡Hay paz! ¡Hay paz!’, cuando no hay paz” (Jeremías 6:13, 14). 

Si el Cuerpo Gobernante aún no reconoce el deterioro espiritual de aquellos a quienes llaman “siervos de Jehová”, entonces el asesinato de siete personas inocentes durante la reunión entre semana probablemente contribuirá en gran medida no solo a acelerar el deterioro en curso sino también a hacer imposible que Betel lo niegue. 

Mientras las familias de Alemania lloran a sus muertos, hacen arreglos para sus funerales y oran por la recuperación de los heridos, invito a quienes dirigen a los testigos de Jehová a que piensen detenidamente en lo que ha sucedido. Ustedes más que nadie saben que la bendición continua de Jehová no está asegurada. Esta depende de la fidelidad, especialmente de la fidelidad de aquellos que afirman ser esclavos fieles y prudentes. 

¿Pueden tomar lo que le pertenece a Dios y ponerlo a la venta como bienes raíces comunes y tratar de sacar provecho de las ganancias en los mercados monetarios siguiendo el consejo de sus consultores de Wall Street supuestamente en nombre de la teocracia sin sufrir ninguna consecuencia? ¿Pueden librar una guerra legal en secreto contra las víctimas de abuso infantil mientras denuncian todas las críticas como “mentiras apóstatas” y esperar tener la bendición de Dios? ¿Pueden declararse inocentes después de haber respaldado con tanta fuerza el plan de vacunación de la Organización Mundial de la Salud, el cual ha resultado ser mortal para muchas personas, mientras que ustedes han dicho que es una provisión de Jehová? Ustedes deberían saber bien las respuestas a esas preguntas, dado que, indudablemente, muchos testigos de Jehová las saben.

El hacha ya está junto a la raíz del árbol. Los rumores de una tercera guerra mundial son cada día más fuertes. Jehová está reuniendo a su fuerza militar. Esta se manifestará en forma de tanques, aviones y misiles hipersónicos bajo el mando del vengador de Jehová, el rey del norte.

¿Qué dirán ustedes cuando llegue el castigo, cuando todo el rebaño sea dispersado y se pierda? La palabra de Jehová dice lo siguiente: “Levanta la vista y mira a los que vienen desde el norte. ¿Dónde está el rebaño que se te dio, tus preciosas ovejas? ¿Qué dirás cuando tu castigo te llegue de parte de los que trataste como amigos íntimos desde el principio? ¿No se apoderarán de ti dolores de parto como los de una mujer dando a luz? Y, cuando digas en tu corazón ‘¿Por qué me han pasado estas cosas?’, que sepas que es por culpa de tu gran error que te han quitado la falda y han tratado con violencia tus talones” (Jeremías 13:20-22). 

Haga clic aquí para obtener una copia en PDF de este boletín. 

Robert King, el centinela de Jehová

e-testigosdejehova.com

Por favor, envíe un enlace o una copia impresa de este boletín a sus ancianos y superintendentes de circuito.