En el Apocalipsis, el apóstol Juan fue llevado por inspiración al día del Señor, no sólo para ser testigo, sino también para participar directamente en una dramática visión profética con Cristo, similar a su experiencia en la transfiguración.

En el capítulo 10 de Apocalipsis, Juan fue testigo de que un ángel poderoso descendía del cielo y estaba de pie sobre la tierra y el mar. El ángel que Juan vio no puede ser otro que el Señor glorificado, Jesucristo, al descender del cielo para reclamar su herencia – la tierra – para gobernarla de acuerdo con el mandato que le dio Jehová, como Pablo explicó en el capítulo 2 de su carta a los hebreos. Que el ángel es Cristo es evidente por el simbolismo empleado. Por ejemplo, Apocalipsis 10: 1-3 afirma:

“Y vi a otro ángel fuerte que descendía del cielo, revestido de una nube, y había un arco iris sobre su cabeza, y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego, y tenía en la mano un rollito abierto. Y puso su pie derecho sobre el mar, pero el izquierdo sobre la tierra, y clamó con voz fuerte como cuando ruge el león. Y cuando clamó, los siete truenos profirieron sus propias voces. ’’

La profecía de Daniel se refiere a Jesús como el hijo del hombre que viene sobre las nubes del cielo. Jesús aplicó personalmente esa profecía a sí mismo cuando fue juzgado ante el Sanedrín. Y tras su ascensión al cielo, Jesús fue literalmente llevado por una nube. Es apropiado, pues, que el simbolismo bíblico represente al Cristo que regresa envuelto en las nubes del cielo. (Los ángeles que asistían a la ascensión informaron a los discípulos atónitos de Cristo que Jesús regresaría “de la misma manera” que lo habían visto irse al cielo. Sólo los discípulos leales de Jesús fueron testigos de su ascensión. Eso parece indicar que sólo sus discípulos ungidos lo verán después de su descenso del cielo.)

Juan dijo del ángel: “su rostro era como el sol.” Esto es claramente una reminiscencia de la impresionante visión de la transfiguración que Juan había presenciado unos 60 años antes, cuando la cara de Jesús también brilló como el sol. Y el hecho de que el ángel “clamó con voz  fuerte como cuando ruge el león ” debe recordarnos el hecho que Jesús es llamado “el león de la tribu de Judá”. También, el capítulo 1 de Apocalipsis, presenta a Jesús  con los pies brillantes como el cobre en un horno y una voz como el torrente de muchas aguas. En el capítulo 10, el ángel fuerte habla como un trueno. Esto está de acuerdo con el hecho de que Jesús es llamado la Palabra de Dios.

Con los pies firmemente plantados en el mar y en la tierra, el ángel ” juró por Aquel que vive para siempre jamás, que creó el cielo y las cosas [que hay] en él, y la tierra y las cosas [que hay] en ella, y el mar y las cosas [que hay] en él: “Ya no habrá más demora; sino que en los días de dar el toque el séptimo ángel, cuando esté a punto de tocar su trompeta, verdaderamente queda terminado el secreto sagrado de Dios, según las buenas nuevas que él declaró a sus propios esclavos los profetas.’’

“El secreto sagrado de Dios” tiene que ver con la llamada descendencia de la mujer, que es Cristo en compañía de los 144.000 escogidos por Jehová. Naturalmente, “el misterio de Dios”, tal como lo han redactado algunas traducciones, no quedará terminado hasta que todos los elegidos hayan sido aprobados y sellados y Cristo se manifieste a ellos, como lo demuestra la interacción de Juan con el ángel descendente en la visión de Revelación.

El que Juan haya participado en la visión como un observador atónito del descenso de Cristo a la tierra y que Jesús le hablara y le entregara el pequeño pergamino, comisionándolo para “profetizar de nuevo con respecto a los pueblos y naciones y lenguas y muchos reyes” presagia la manifestación de Cristo a los restantes ungidos en la tierra y su asignación final para dar testimonio de la presencia de Jesús en gloria.

Por supuesto, el apóstol anciano no fue personalmente re-comisionado por Cristo para ir en algún tipo de viaje misionero en la región del Mediterráneo. Juan era un hombre muy viejo y un prisionero en la remota isla de Patmos en ese momento. Su ministerio terrenal había terminado. El apóstol simplemente representó en la visión a aquellos servidores ungidos de Dios que estarán en la tierra cuando Cristo realmente descienda para terminar el misterio de Dios. El hecho de que Juan fue comisionado para “profetizar de nuevo” inmediatamente después de que el ángel fuerte había declarado que el secreto sagrado de Dios había terminado es significativo. Indica que habrá un testimonio final dado al mundo después que el llamamiento y la elección de los hijos del reino hayan llegado a su fin.

La Watchtower ha convencido a los testigos de Jehová de que el ángel fuerte bajó del cielo en 1914 y el misterio de Dios quedo terminado en ese año. Pero, ¿qué tan razonable es eso?

Considere, en primer lugar, el hecho de que en 1914 los estudiantes internacionales de biblia creían que la presencia de Cristo había comenzado en 1874. No fue hasta 1941 que la Sociedad Watchtower ajustó la fecha. Pero si Cristo realmente regresó en 1914 y el secreto sagrado de Dios  quedó terminado en ese año, entonces,  ¿no sería razonable esperar que los siervos de Dios hubieran sido iluminados en cuanto a  cuando comenzó su presencia y no algunas décadas después?

También en 1914 la gran muchedumbre ni siquiera había empezado a formarse como un grupo identificable. En aquel entonces se pensaba que era un grupo celestial secundario. Pasarían 21 años después de 1914 antes de que la Sociedad Watchtower explicara correctamente que la gran muchedumbre está destinada a salir de la gran tribulación. Pero de nuevo, ¿cómo pudo el misterio de Dios haberse completado en 1914 si los cristianos todavía ignoraban los aspectos vitales del propósito divino? ¿Cuál es el propósito de una revelación si aquellos en la tierra que dicen ser servidores de Dios permanecen en un estado no iluminado después del supuesto apocalipsis de Cristo?

Hay otro aspecto intrigante en relación con el ángel fuerte. En los primeros capítulos de Ezequiel, el profeta exiliado fue abrumado por la visión de un inmenso carro de fuego con ruedas dentro de ruedas y envuelto en fuego ardiente. El carro celestial se acercó al profeta de ojos abiertos y habló con él. Y así como en la visión de Apocalipsis, a Ezequiel también  le fue entregado un rollo, el cual debía ingerir. El rollo del libro también supo como dulce como la miel en su boca, al igual que el rollo que Juan consumió.

Y así como el ángel fuerte tenía un arco iris sobre su cabeza, el jinete del carro celestial también tenía un arco iris encima de él. Ezequiel describió al jinete como alguien como un hijo de hombre. Aunque Jehová se describe a sí mismo en términos antropomórficos, nunca es llamado el hijo del hombre o alguien como un hijo del hombre. Por ejemplo, en el séptimo capítulo de Daniel Jehová es retratado como el Anciano de Días a quien alguien como un hijo del hombre accede. La designación de “hijo del hombre” está apropiadamente reservada para Jesucristo, ya que de hecho se convirtió en un hijo de la humanidad.

Ezequiel siguió describiendo a la persona sentada en el trono del carro como la misma gloria de Jehová. Pero esa descripción bien podría aplicarse a Jesucristo cuando venga en la gloria de su Padre y se siente en el trono de Jehová.

No hay duda de que Ezequiel habría entendido la visión como perteneciente exclusivamente a Jehová Dios. Ezequiel no sabía nada acerca del Mesías. La naturaleza, el origen y la obra del Mesías seguían siendo un secreto sagrado en aquel entonces. Y sin duda también, Ezequiel habría estado más preocupado por el juicio inminente que iba a ser revelado contra Jerusalén. Sin embargo, la profecía que escribió tiene relevancia mucho más allá de su tiempo. El hecho de que  Revelación se base en el simbolismo encontrado en las antiguas profecías hebreas, de las cuales Ezequiel era una parte integral, lo indica.

Pero dado el hecho de que Jehová Dios ha entregado prácticamente todos los aspectos de su reinado a su hijo, no hay nada en la profecía de Ezequiel que impida que Jesucristo sea el ser sentado en el trono del carro celestial en su cumplimiento moderno. Que el carro del cielo llegó a las cercanías de la tierra y se comunicó con un siervo de Dios y le dio una asignación para predicar los juicios adversos de Dios indica que la visión de Ezequiel finalmente se realizará cuando Cristo llegue en su reino. Eso es ciertamente lo que está simbolizado en el capítulo 10 de Apocalipsis.

A pesar de todo, no hay duda de que el secreto sagrado de Dios aún no ha sido revelado. ¿No es positivamente impresionante contemplar la perspectiva, la certeza de una futura revelación de Cristo?