El regreso de Jesucristo será el acontecimiento más profundo de todos los tiempos. La revelación de Cristo pone en movimiento una cadena de eventos que cambiarán para siempre los asuntos de la humanidad en la tierra. Pero, ¿Qué es la revelación de Cristo?
Como la palabra lo indica, la revelación tiene que ver con la manifestación o revelación de Jesús. Revelar es hacer manifiesto a algo o a alguien que estaba oculto o mantenido en secreto previamente. Por lo tanto, la revelación de Cristo se da cuando él se revela a sus escogidos. A continuación, no sólo van a ser testigos oculares de su manifestación, sino también partícipes de su gloria; tal como el apóstol Juan nos aseguró en 1 Juan 3: 2, donde escribió: “Amados, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sí sabemos que cuando él sea manifestado seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. ’’
La parusía, la manifestación de Cristo y la revelación de Jesús son esencialmente la misma cosa. El apóstol Pablo usó esos términos de manera intercambiable. Por ejemplo, en 1ª Tesalonicenses 3: 12-13 Pablo indicó que la parusía es el fin de nuestra fe; un momento en el que se hará que los cristianos ungidos estén delante del trono del juicio: ‘’Además, que el Señor los haga aumentar, sí, que los haga abundar, en amor unos para con otros y para con todos, así como nosotros también lo hacemos para con ustedes; a fin de que él haga firmes sus corazones, inculpables en santidad delante de nuestro Dios y Padre al tiempo de la presencia de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.’’
En 1ª Corintios 1: 7-9 Pablo hace una declaración similar en cuanto al fin de nuestra fe y el ser encontrados inocentes ante Dios, sólo que en lugar de decir que esto ocurrirá “en la presencia de nuestro Señor”, Pablo escribió que esto pasará durante “la revelación de nuestro Señor “, diciendo: ‘’de modo que no se quedan atrás en ningún don, mientras aguardan con intenso anhelo la revelación de nuestro Señor Jesucristo. Él también los hará firmes hasta el fin, para que no estén expuestos a ninguna acusación en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por quien fueron llamados a [tener] participación con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. ’’
En 1ª Timoteo 6: 13-14, Pablo se refiere de nuevo a los cristianos de pie delante de Dios en intachabilidad, sólo que lo conecta a un evento llamado “la manifestación de nuestro Señor”. Pablo escribió: ‘’A vista de Dios, que conserva vivas todas las cosas y de Cristo Jesús, que como testigo hizo la excelente declaración pública delante de Poncio Pilato, te doy órdenes de que observes el mandamiento de manera inmaculada e irreprensible hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. ’’
Que el Cristo se revelará o manifestará ante los ojos de los supervivientes elegidos en la tierra antes de su resurrección se indica de manera implícita en los escritos apostólicos. 1ª Pedro 1: 7-9 dice: “ a fin de que la cualidad probada de su fe, de mucho más valor que el oro que perece a pesar de ser probado por fuego, sea hallada causa de alabanza y gloria y honra al tiempo de la revelación de Jesucristo. Aunque ustedes nunca lo vieron, lo aman. Aunque ahora no están mirándolo, sin embargo ejercen fe en él y están regocijándose en gran manera con gozo inefable y glorificado, al recibir el fin de su fe, la salvación de sus almas. ’’
La expresión “aunque ustedes nunca lo vieron” sin duda implica que durante la revelación de Cristo los cristianos ungidos lo verán de alguna manera. Sin embargo, la pregunta es la siguiente: ¿Se revelará Cristo a los cristianos ungidos únicamente cuando vayan al cielo o estando aún en la carne?
Continuando en su carta a Timoteo, (citada anteriormente) Pablo escribió: ” Esta [manifestación] la mostrará a los propios tiempos señalados de ella el feliz y único Potentado, [él] el Rey de los que reinan y Señor de los que gobiernan como señores, el único que tiene inmortalidad, que mora en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver. A él sea honra y poderío eterno. Amén. ’’ (1 Timoteo 6: 15-16).
Pablo indicó que Jesús ‘’se mostrará” a sí mismo por medio de lo que se llama “esta manifestación.”
Los sinónimos de “manifestación” son aparición, muestra, revelación, materialización y fenómeno. Estos diversos términos indican que la manifestación de Jesucristo se llevará a cabo en el ámbito terrenal y no en el cielo por la razón obvia de que la gloria de Jesús ya es manifiesta a los ángeles en la dimensión espiritual. Además, ¿Por qué Cristo necesitaría revelarse a espíritus inmortales resucitados en el cielo? Una manifestación visible de Cristo sólo tiene sentido en relación a la carne sobre la tierra.
Aunque, como dice la Escritura, Jesús “habita en una luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver”, no debemos suponer que la revelación de Cristo impida a los escogidos ver su manifestación. Después de todo, Pablo se quedó ciego después que tuvo una vislumbre de la gloria de Jesús después de su ascensión, y él explicó más tarde que esto fue debido a su nacimiento prematuro; lo que significa que Pablo vio un adelanto de la gloria de Jesús, tal como será manifestada al tiempo señalado.
La revelación de Jesús a sus escogidos servirá para un propósito jurídico indispensable, al proporcionar testigos reales de la presencia de Jesús. En su versión actual, sin embargo, algunos de los testigos de Jehová parecen darse cuenta de que la enseñanza de la parusía invisible de 1914 de la Watchtower viola uno de los mayores preceptos legales básicos de Jehová; siendo ese, el principio fundamental de que ningún asunto legal puede establecerse a menos que haya el testimonio de dos o tres testigos. Dicha medida, que parte de la ley mosaica, también se incorporó a la ley de Cristo. Siendo ese el caso, es probable que los enigmáticos “dos testigos” de Revelación tengan el propósito de cumplir con el requisito de las escrituras de que debe haber dos testigos durante la manifestación de Jesús.
Jehová siguió sus propios principios establecidos cuando hubo múltiples testigos de la resurrección y ascensión de Cristo. Y antes de eso, Pedro, Santiago y Juan también fueron testigos de la transfiguración gloriosa de Cristo, que, como el apóstol Pedro explicó más tarde, fue una vislumbre previa de “el poder y la presencia (parusía) del Señor Jesucristo.”
Pero si la parusía de Cristo comenzó en 1914, ¿Quién entre los testigos de Jehová ha atestiguado personalmente su presencia prometida? ¿Ha habido testigos? La respuesta es no. ¡Ni una sola alma ha presenciado personalmente la presencia de Cristo!
EL SECRETO SAGRADO QUEDA TERMINADO
En el Apocalipsis, el apóstol Juan fue transportado por inspiración al día del Señor, no sólo para presenciar, sino también para participar directamente en una visión profética dramática con Cristo, similar a la experiencia de la transfiguración. En el capítulo 10 de Apocalipsis, Juan fue testigo de un poderoso ángel que descendía del cielo y ponía un pie sobre la tierra y uno sobre el mar. El ángel que Juan vio no puede ser otro que el Señor Jesucristo glorificado; ya que baja del cielo para reclamar su herencia – la tierra – con el fin de que esta sea sometida a él de acuerdo al mandato que le había dado Jehová, como Pablo explica en el segundo capítulo de su carta a los Hebreos. Que el ángel es Cristo es evidente por el simbolismo empleado. Por ejemplo, Apocalipsis 10: 1-3 dice:
‘’ Y vi a otro ángel fuerte que descendía del cielo, revestido de una nube, y había un arco iris sobre su cabeza, y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego, y tenía en la mano un rollito abierto. Y puso su pie derecho sobre el mar, pero el izquierdo sobre la tierra y clamó con voz fuerte como cuando ruge el león. Y cuando clamó, los siete truenos profirieron sus propias voces. ’’
La profecía de Daniel se refirió a Jesús como el Hijo del hombre que viene sobre las nubes del cielo. Jesús aplicó personalmente la profecía a sí mismo cuando estuvo bajo juicio ante el Sanedrín. Además, en su ascensión al cielo, Jesús fue llevado hasta las nubes. Es conveniente, pues, que el simbolismo de la Biblia debe representar el retorno de Cristo envuelto en las nubes del cielo. (Los ángeles que estuvieron durante la ascensión informaron a los discípulos atemorizados de Cristo que Jesús regresaría de la “misma manera” como lo habían contemplado irse al cielo. Sólo los discípulos fieles de Jesús fueron testigos de su ascensión. El que Jesús regrese de la “misma manera” parece indicar que sólo sus discípulos ungidos lo verán después de su descenso del cielo.)
Por otra parte, en la visión de Apocalipsis Juan informa que “su rostro era como el sol.” No hay duda de que los apóstoles inmediatamente reconocieron al ángel que desciende del cielo como Cristo Jesús, ya que en la visión de la transfiguración de la que Juan había sido testigo de unos 60 años antes, el rostro de Jesús también brillaba como el sol. Y el hecho de que el ángel “clamó con voz fuerte como cuando ruge el león” deberíamos recordarnos que Jesús es llamado “el león de la tribu de Judá.”
Con los pies firmemente plantados sobre el mar y la tierra entonces el ángel ‘’levantó su mano derecha al cielo, y juró por Aquel que vive para siempre jamás, que creó el cielo y las cosas [que hay] en él, y la tierra y las cosas [que hay] en ella, y el mar y las cosas [que hay] en él: Ya no habrá más demora; sino que en los días de dar el toque el séptimo ángel, cuando esté a punto de tocar su trompeta, verdaderamente queda terminado el secreto sagrado de Dios, según las buenas nuevas que él declaró a sus propios esclavos los profetas”.
“El secreto sagrado de Dios” se refiere a la llamada simiente de la mujer, que es Cristo en compañía de los 144.000 escogidos por Jehová. Naturalmente, “el misterio de Dios”, como algunas versiones lo han traducido, no estará terminado hasta que todos los elegidos hayan sido aprobados y sellados y que Cristo se manifieste a sí mismo ante ellos, como es representado por la interacción de Juan con el ángel descendiente en la visión de Revelación. El que Juan participara en la visión como observador asombrado del descenso de Cristo a la tierra y el que Jesús le hablara y le entregara el librito, para que él volviera a “profetizar otra vez con respecto a los pueblos, naciones, lenguas y muchos reyes” muestra un patrón de la manifestación de Cristo a los restantes ungidos en la tierra y su asignación final para dar testimonio de la presencia de Jesús en gloria.
Por supuesto, el anciano apóstol no fue personalmente encargado por Cristo a ir en una especie de viaje misionero por la región mediterránea. Juan era un hombre muy anciano y prisionero en la remota isla de Patmos en ese momento. Su ministerio terrenal estaba a punto de terminar. El apóstol simplemente representa en la visión a aquellos siervos ungidos de Dios que estarán en la tierra cuando Cristo realmente lleve al misterio de Dios a su final. El hecho de que Juan fue el encargado de “profetizar otra vez” inmediatamente después de que el ángel fuerte había declarado que el secreto sagrado de Dios había terminado es significativo. Esto significa que habrá un último testimonio dado al mundo después de que el llamamiento y elección de los hijos del reino llega a su final.
(Cabe señalar que la etiqueta de “clase Juan” de la Watchtower es un concepto legítimo. Como el último apóstol sobreviviente, Juan tipifica a los hijos sobrevivientes del reino que estarán en la tierra después de que la primera resurrección comience. Por desgracia, la Sociedad Watchtower ha aplicado de forma prematura el titulo “clase Juan” a la generación ungida de 1914.)
En armonía con el hecho de que los dos testigos entran en escena después de que el sellado se ha logrado, el capítulo 11 de Apocalipsis concluye con una visión de la cortina en el santuario celestial de Dios siendo abierta para revelar al arca de la alianza. Por supuesto, no es la literal Arca de la Alianza que estaba puesta en el compartimiento del Santísimo dentro del tabernáculo y el templo, y que albergaba a las tablas de piedra reales del pacto de la Ley. Esa arca desapareció después que los babilonios saquearon el templo de Jehová mucho antes de que la era común empezara. No, el Arca de la Alianza en Revelación debe simbolizar un arca de la nueva alianza, que existe entre Jehová y los que él adopta como hijos espirituales. La importancia de que Juan ve el arca en su lugar asignado en el santuario de los cielos parece confirmar lo que había sido dicho a Juan en relación con el secreto sagrado de Dios llevado a un término. Con la resurrección de los dos testigos de Dios al cielo, el nuevo pacto habrá cumplido su propósito principal. Esto significa que el reino estará completo y que el pacto tendrá una conclusión exitosa.
HARÉ QUE MIS DOS TESTIGOS PROFETICEN
Los dos testigos también se ponen en marcha a profetizar, al igual que Juan, lo que indica que la clase Juan es lo mismo que los dos testigos. La designación de “dos testigos” significa que estos habrán presenciado visiblemente la parusía misma de Cristo, al igual que Pedro, Santiago y Juan fueron testigos de la transfiguración de forma visible y Juan también fue testigo de Cristo en la visión de Revelación.
Los dos testigos de Apocalipsis son simbolizados por Moisés y Elías, no sólo porque Moisés y Elías aparecieron en la visión de la transfiguración, pero también debido a que Moisés y Elías tuvieron encuentros personales con Jehová cuando estaban vivos. De manera significativa, tanto Moisés y Elías se vieron obligados a huir al desierto y fue en el desierto que Jehová habló con ellos. Moisés habló a Jehová en la zarza ardiente y también habló cara a cara con Jehová en el Monte Sinaí. (En realidad, esto fue la manifestación de un ángel.)
Elías vivió en el desierto durante una sequía producida por su misma orden que duró tres años y medio, tiempo durante el cual Jehová alimentó milagrosamente al profeta por medio de cuervos que trajeron carne y pan dos veces al día. Esto nos trae a la memoria la descripción de los dos testigos, que profetizan durante 42 meses y que tienen el poder para cerrar el cielo y que así no llueva durante el período de su profetizar. Más tarde Elías se encontró con la manifestación imponente de Jehová cuando estuvo encerrado en una cueva en el desierto.
Moisés y Elías tienen otra experiencia en común: ambos fueron tomados por Jehová. Dios ordenó a Moisés ascender al monte Nebo, a fin de ver la tierra prometida. Pero él no descendería. Moisés fue a morir por actuar con falta de respeto hacia Dios en una ocasión. El relato dice que aunque él tenía 120 años de edad en ese momento, la fuerza de Moisés no había disminuido y su visión no se había oscurecido. En otras palabras, él no murió de vejez. Dios simplemente lo tomó y ni su cuerpo ni su tumba fueron encontradas nunca.
Elías también fue tomado simbólicamente por el carro de guerra de fuego de Jehová que descendió del cielo y se llevó al profeta. La partida de Moisés y Elías son presentadas como dos dramas proféticos, representaciones de acontecimientos futuros.
Después de partir, es como si Moisés y Elías hubieran aparecido juntos siglos después, en la transfiguración. Sus partidas simbólicas anteriores y su repentina reaparición en la transfiguración de Cristo, y posteriormente su representación como los dos testigos en Apocalipsis, pretenden transmitir el cómo Jehová se llevará a los santos que queden fuera de la tierra después de terminar su testimonio y posteriormente ser asesinados por la bestia salvaje resucitada.
LA REVELACIÓN DE LOS HIJOS DE DIOS
De acuerdo con los escritos de Pablo la revelación de Cristo va acompañada de otro fenómeno: la revelación de los hijos de Dios. Pablo lo expresó de esta manera en Romanos 8: 18-19: ‘’Por consiguiente, estimo que los sufrimientos de la época presente no son de ninguna importancia en comparación con la gloria que va a ser revelada en nosotros. Porque la expectación anhelante de la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios. ’’
Con certeza, Jesús y sus compañeros hijos de Dios que componen la nueva creación serán los seres más gloriosos de todo el universo. La cuestión es, sin embargo, si la “manifestación de los hijos de Dios” tendrá lugar en el cielo después de que todos los elegidos estén al lado de Cristo, o ¿“Es la gloria que va a ser revelada en nosotros” una manifestación terrenal que se produce antes de la partida de “los restantes”? El relato histórico de la glorificación de Moisés y su portentoso lugar en la transfiguración y Revelación indica que los hijos de Dios están destinados a ser glorificados antes de que sean segados de la tierra.
La parte final del capítulo 34 del Éxodo dice lo siguiente: ‘’Ahora bien, aconteció que cuando Moisés bajó del monte Sinaí las dos tablas del Testimonio estaban en la mano de Moisés cuando bajó de la montaña, y Moisés no sabía que la tez de su rostro emitía rayos a causa de haber hablado con él. Cuando Aarón y todos los hijos de Israel llegaron a ver a Moisés, pues, ¡mire!, la tez de su rostro emitía rayos, y les dio miedo acercarse a él. Y Moisés procedió a llamarlos. De modo que Aarón y todos los principales entre la asamblea se volvieron a él, y Moisés empezó a hablarles. Por primera vez después de eso se le acercaron todos los hijos de Israel, y él se puso a mandarles todo lo que Jehová había hablado con él en el monte Sinaí. Cuando Moisés acababa de hablar con ellos, se ponía un velo sobre el rostro. Pero cuando Moisés entraba delante de Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía. Y salía y hablaba a los hijos de Israel lo que se le mandaba. Y los hijos de Israel veían el rostro de Moisés, que la tez del rostro de Moisés emitía rayos; y Moisés se ponía de nuevo el velo sobre el rostro hasta que entraba a hablar con él. ’’
La importancia de la transfiguración de Moisés es explicada por Pablo en su segunda carta a los Corintios, donde dijo que la gloria que ha de ser conferida a los de la nueva alianza supera la gloria que Moisés poseía como el mediador del antiguo pacto. Pablo escribió:
“Además, si el código que administra muerte y que fue grabado con letras en piedras se efectuó con una gloria, de modo que los hijos de Israel no podían fijar la vista con intensidad en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, [gloria] que había de ser eliminada, ¿por qué no debería ser con mucha más razón con gloria la administración del espíritu? Porque si el código que administraba condenación fue glorioso, mucho más abunda en gloria la administración de la justicia. De hecho, hasta lo que en un tiempo fue hecho glorioso ha sido despojado de gloria en este respecto, a causa de la gloria que lo supera. Porque si lo que había de ser eliminado fue introducido con gloria,+ mucho más sería con gloria lo que permanece. Por lo tanto, dado que tenemos tal esperanza, estamos usando gran franqueza de expresión, y no hacemos como cuando Moisés se ponía un velo sobre el rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista con intensidad en el fin de aquello que había de ser eliminado.’’ (2 Corintios 3: 7-13).
Pablo pasó a explicar que los cristianos ungidos reflejan la gloria de Jehová en sus propias caras y que los incrédulos están pereciendo como resultado de que el dios de este sistema de cosas ha colocado un velo sobre sus facultades de percepción, o sea que – espiritualmente hablando – están ciegos ante las buenas nuevas. Por supuesto, Pablo no estaba diciendo que los cristianos literalmente emiten rayos de sus caras, como lo hizo Moisés. Pablo estaba hablando muy en general. Pero teniendo en cuenta que el juicio no se había iniciado en el siglo I, y que siempre ha sido el propósito de Jehová resucitar a los justos e injustos, ¿Por qué dice Pablo que los que habían sido cegados por el Diablo estaban “pereciendo”? Después de todo, los apóstoles murieron también. Y sin duda los que fueron cegados por el Diablo a fin de no comprender el mensaje de los cristianos del primer siglo recibirán una resurrección terrenal.
Al parecer, las palabras de Pablo están destinadas a aplicarse al período de juicio durante el tiempo del fin. Es entonces cuando se ejecuta el juicio de Dios contra los que prefieren la oscuridad del mundo del Diablo a la iluminación de la gloria de Cristo.
Cristo mismo predijo que durante la conclusión del sistema de cosas los ángeles sacarían permanentemente del reino de Jehová a todas aquellas personas similares a mala hierba que cometen desafuero y que estas serían echadas al horno de fuego, pereciendo allí. Es en ese momento es cuando los hijos de Dios “resplandecerán tan brillantemente como el sol en el reino de su Padre.”
El que los hijos de Dios brillen como el sol en el reino de Jehová significa que habrán sido plenamente aceptados en el reino entonces establecido; y no sólo eso, sino que se les conferirá a ellos la misma gloria de Cristo – una gloria que luego reflejarán para iluminar a otros – aquellos que no han permitido ser cegados por Satanás. En una manifestación milagrosa que recuerda a Moisés, los ungidos entonces serán transfigurados a fin de irradiar la gloria de Jehová en sus propias caras y de esa manera los hijos de Dios serán revelados ante la creación como un reflejo terrenal de la revelación de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.