El profeta Daniel nos proporcionó un excelente ejemplo de humildad. A pesar de que había sido un joven príncipe, Daniel no había sido parte de la clase dirigente judía corrupta. Sin embargo, Daniel pidió perdón a Jehová por los errores y pecados que cometió la nación a la que pertenecía. Mientras estaba en cautiverio en Babilonia, Daniel rogó humildemente a Jehová misericordia hacia su pueblo y se incluyo a sí mismo en sus ruegos.
En el libro Prestemos Atención A Las Profecías de Daniel la Watchtower hace el siguiente comentario:
‘’Daniel no trató de justificar los actos de su pueblo. El destierro había sido una sentencia justa y merecida, y así lo confesó sin rodeos: “Hemos pecado, hemos actuado inicuamente”
Sin embargo el punto es el siguiente: la liberación de los judíos de la cautividad en Babilonia era una manifestación de la misericordia de Dios. Y los testigos de Jehová han llegado a percibir a través de numerosas otras profecías que la caída de Babilonia y la restauración del pueblo judío a su tierra natal establece un patrón para los cristianos que se repite al regreso de Cristo. A este respecto, el propio Daniel sirve como un modelo para los cristianos ungidos, ya que se le consideraba como un hombre muy deseable delante de Dios, del mismo modo que los elegidos. Siendo ese el caso, la petición de Daniel por misericordia sin duda debe tipificar la humilde petición por el favor de Dios que los elegidos ofrecen en durante el tiempo de aflicción. La pregunta es: ¿Son paralelos los eventos de 1918 a las profecías acerca de la caída de Babilonia y la restauración de la congregación de Cristo? Considere los siguientes hechos:
La Watchtower afirma que la razón por la que Dios castigó a la organización durante la Primera Guerra Mundial se debe a que no fueron estrictamente neutrales en la guerra y sucumbieron a la presión del gobierno al eliminar algunos párrafos del libro misterio terminado. Por lo tanto, si ese es el caso, es de esperar que esos ocho funcionarios de la Watchtower encarcelados brevemente hubieran reconocido públicamente su error en ese momento y hubieran pedido perdón a Dios. ¿Verdad? Pues al parecer no fue así. Quizás uno de los archiveros de la Watchtower pueda producir una publicación en la que diga que la Sociedad sinceramente reconoció sus errores y pidió misericordia a Dios.
En lugar de contrición, en el momento de su encarcelamiento, el Juez Rutherford se indignó por que el clero estuvo detrás de su encarcelamiento y se comprometió a vengarse de la cristiandad por usar su influencia para condenarlo injustamente. Él no se vio a sí mismo o a la organización en necesidad de arrepentimiento.
Por otra parte, en esos momentos, Rutherford y los estudiantes internacionales de la biblia no se vieron a sí mismos en algún tipo de cautiverio espiritual bajo Babilonia la Grande. Es después que esto ocurre, que la Watchtower comienza a interpretar las profecías de esa manera, con el fin de convencer a los testigos de Jehová que la caída de Babilonia había ocurrido después de la liberación de Rutherford de la prisión. Pero ¿qué probabilidades hay de que Dios hubiera proveído una gran salvación tan grande y hubiera mostrado tal misericordia a un pueblo que ni siquiera se imaginaba que necesitaba misericordia y arrepentimiento?
Estas son sólo algunas de una serie de incongruencias irreconciliables que indican que la doctrina de la Sociedad de 1914 y todo lo que conlleva no es nada más que una “historia falsa ingeniosamente tramada’’.
El verdadero cautiverio a Babilonia la grande es aún futuro.