El Salmo 10 comienza con una pregunta que probablemente muchas personas han expresado de diversas maneras durante mucho tiempo: “Oh, Jehová, ¿por qué te quedas tan lejos? ¿Por qué te escondes en tiempos de angustia?”.

No se puede negar el hecho de que Dios permite que el mal exista y prevalezca. La pregunta, sin embargo, es ¿por qué? ¿Por qué se esconde Dios, por así decirlo?

Al principio, hace unos seis mil años, solo había un hombre. Dios solía pasearse tranquilamente por el Jardín del Placer todos los días y tenía una charla con Adán.

No sabemos de qué hablaban. Quizás Adán le preguntaba a Jehová cómo funcionan las cosas. Yo lo hubiera hecho. Le hubiera preguntado cosas como: ¿cómo se transforma una oruga reptante en una hermosa mariposa? ¿Cómo se convierte la sustancia pegajosa amarilla en un huevo en un pollito que se abre paso a picotazos a través de la cáscara dura y luego, en unas pocas semanas, le crecen plumas y se va volando? 

Después de unos años, Dios hizo a la mujer y ella se convirtió en la esposa del hombre y madre de la humanidad. “¡Al fin!” exclamó el emocionado Adán. La vida era genial. Pero todos sabemos lo que sucedió. Desafortunadamente, Satanás utilizó a una serpiente para engañar a Eva. Seguramente, usted conoce la expresión “yo no nací ayer”, la cual sabemos que significa que una persona no es ingenua. Bueno, en el caso de Eva, ella realmente había nacido ayer, sin exagerar. Aparentemente, solo tenía unos días o semanas de edad cuando fue tentada por el Diablo. Era muy inocente e ingenua.

De igual forma, después de que el enamorado Adán aceptó imprudentemente el fruto prohibido que Eva le puso en la mano y le dio un mordisco, inmediatamente su relación con Dios cambió. Estaba arruinada. La siguiente ocasión en que Dios vino a visitar a Adán, él no se encontraba ahí, dispuesto a escuchar a su Padre como lo había estado antes. Jehová siguió llamándolo, diciéndole: “Adán, ¿dónde estás?”. Pero no hubo respuesta. Adán estaba ignorando a Dios. Quizás la voz escrutadora del Todopoderoso se volvió más insistente. Hasta que, finalmente, un Adán muy asustado salió de los arbustos y le respondió. Se había estado escondiendo de Dios porque se dio cuenta de que estaba desnudo. Sin embargo, ahora estaba de pie allí, desnudo, como si no lo hubiera estado todo el tiempo. Así que Dios le respondió con dos preguntas: “¿Quién te dijo que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que te prohibí comer?” (Génesis 3:11).

Todo el curso de la historia podría haber resultado diferente si Adán hubiera sido honesto y directo con su Creador y antiguo amigo. Obviamente, Dios sabía lo que había hecho Adán, pero él le permite a los transgresores expresarse. ¿Quién sabe si el corazón tierno de Jehová habría perdonado la ofensa de Adán si hubiera actuado como hombre y confesado y expresado su profundo arrepentimiento e implorado misericordia a su Padre?

Pero sabemos que sucedió todo lo contrario. Cínicamente, Adán le echó la culpa de lo que había sucedido no solo a su ingenua novia, sino al mismo Jehová, tal como nos lo muestran sus palabras: “La mujer que me diste me dio del fruto del árbol y yo comí de él” (Génesis 3:12). Lo que Adán estaba dando a entender es que fue Dios quien tuvo la culpa al haberle dado esa encantadora e irresistible tentadora. ¡Qué patético! ¿Quizás Dios debería haberle devuelto a Adán su costilla como castigo?

Con Adán como el padre humano de todos nosotros, no es de extrañar que todos tiendan a esconderse de Dios de varias maneras y lo culpen por todos los problemas del mundo. Pero recuerde, fue el hombre quien se escondió de Dios primero.

Solo que Dios no se está escondiendo realmente. Él solo está esperando pacientemente. Habrá un cambio, Dios no se “esconderá” más. Pero él no aparecerá como solía hacerlo en el jardín de Edén. Será algo mucho más grande y terrorífico. No es fácil para Dios quedarse a lo lejos y observar todas las cosas horribles que suceden y no hacer nada. A través de Isaías, él nos habla de eso al decir: “He estado callado por mucho tiempo. Permanecí en silencio y me contuve. Voy a gemir, jadear y resoplar al mismo tiempo, como una mujer que está dando a luz” (Isaías 42:14).

¿Realmente queremos experimentar la explosión de la ira reprimida de Dios? Aún si no lo quisiéramos, no es una opción. En esta fecha tardía, es inevitable. No habrá lugar para esconderse. El versículo anterior debería darnos escalofríos. Cuando Dios rompa su silencio, esto es lo que sucederá: “Jehová saldrá como un guerrero poderoso. Despertará su celo como un hombre de guerra. Gritará, sí, soltará un grito de guerra; demostrará ser más poderoso que sus enemigos” (Isaías 42:13).

David continúa diciendo: “Porque el malvado presume de sus deseos egoístas y bendice al codicioso; le falta el respeto a Jehová. El hombre malvado, en su arrogancia, no investiga nada; todo lo que piensa es: ‘No hay Dios’. Sus caminos siempre prosperan, pero tus decisiones judiciales escapan a su entendimiento; él se burla de todos sus adversarios. Dice en su corazón: ‘Nada me sacudirá jamás; nunca sufriré ninguna calamidad, generación tras generación’” (Salmo 10:3-6).

El salmo describe perfectamente al mundo perverso que existe en la actualidad. Los malvados ascienden a la cima de la sociedad. Si usted es bueno para decir mentiras y no tiene problemas en pasar por encima de las personas o destruirlas, tendrá éxito. A menos que, claro está, alguien más malvado y despiadado lo destruya a usted. Prácticamente todas las instituciones de este sistema de cosas se han vuelto corruptas. Las autoridades superiores que Dios instituyó como sus ministros se han convertido en títeres de Satanás para infligir daño. La codicia lo domina todo. Los hombres de dinero se nutren de la miseria de los pobres. Así es como funciona el mundo. A los europeos se les dice que tienen que ducharse menos y comer menos para castigar a Putin. Algunos tendrán que elegir entre no comer o congelarse este invierno. Algo que es sumamente horrible y triste. Puede estar seguro de que los malvados gobernantes que le imponen este destino a millones de personas no se morirán de hambre ni se congelarán en sus yates o mansiones mediterráneas.

En los EE. UU., el principal médico del gobierno canalizó millones de dólares del dinero de los contribuyentes para financiar investigaciones de ganancia de función para hacer que virus, bacterias y otros patógenos fueran más mortales. Y es honrado como un gran hombre de ciencia cuya integridad es irreprochable, cuando, en realidad, ha presidido asesinatos en masa. Sus amos seguramente están muy satisfechos con su trabajo hasta el momento.

Otro ejemplo de la terrible corrupción que aqueja a este mundo es lo que sucede con el hijo del presidente de los Estados Unidos. Este individuo vende la influencia de su padre a los criminales de todo el mundo. Recibe millones de dólares por sus servicios. Tiene sexo con niños, juguetea con prostitutas tatuadas y fuma crac. Todo esto lo podemos encontrar en Internet y cualquiera lo puede ver o leer. Pero ¿ha sido llevado ante una corte o las autoridades? No, en lo absoluto. Los organismos encargados de hacer cumplir la ley se han vuelto tan corruptos que protegen a los delincuentes y persiguen a los rivales políticos del sindicato establecido. El mundo es su ostra, como dice el dicho, y las perlas son suyas para tomarlas. ¿Qué va a hacer ese dios grande y malo en el cielo al respecto?

“Su boca está llena de maldiciones, mentiras y amenazas; debajo de su lengua hay desgracia y malicia. Espera al acecho cerca de los poblados; desde su escondite mata a un inocente. Sus ojos están esperando a alguna víctima desafortunada” (Salmo 10:7, 8).

Vladimir Putin utilizó la expresión correcta cuando se refirió al imperio anglosajón como el “Imperio de las mentiras”. Realmente lo es. La verdad está siendo proscrita. Ellos no permiten que la verdad sea hablada. Tal como lo predijo el profeta Daniel, el imperio sigue “echando la verdad por tierra”. El Imperio de la mentira amenaza a cualquier nación con guerra y sanciones si no se somete a su cruel y malvado régimen. Destruye naciones con bombas, golpes de estado y guerra financiera. Sin mencionar que censura, destruye y hasta asesina a aquellos que se atreven a proclamar la verdad.

El presidente Obama solía tener una reunión semanal con sus sicarios y designaba personalmente quién iba a ser asesinado por medio de un ataque con drones. Inconcebiblemente, fue galardonado con el premio Nobel de la paz.

Su secretaria de Estado, Hillary Clinton, se jactaba de haber asesinado al presidente de Libia porque se atrevió a desafiar al Imperio de la mentira. Luego, sometió a todo un país a la mentira de que su rival político era un traidor y conspiraba con Rusia.

Existen muchos ejemplos más. Los malvados siguen prosperando. Uno de estos ejemplos lo vemos reflejado en la forma en que el IRS está siendo impulsado como una fuerza casi militar. La agencia de cobro de la Reserva Federal del Imperio británico tiene más balas en stock que un ejército y ahora 87.000 tropas de choque están siendo reclutadas y entrenadas para ir a la guerra contra los ciudadanos que no le pagan al Imperio de la mentira. Un anuncio de reclutamiento informa a los candidatos potenciales que deben estar dispuestos a disparar a matar. Realmente se trata de “tu dinero o tu vida”. Todos nos convertiremos en víctimas desafortunadas a medida que la máquina asesina en masa gane fuerza. En verdad, ¿por qué se mantiene Jehová a la distancia?

Espera en su escondite como un león en su guarida. 

Se queda esperando para atrapar al indefenso. 

Atrapa al indefenso cuando cierra su red. 

La víctima queda aplastada y por los suelos; los desafortunados caen en sus garras.

Dice en su corazón: “Dios se ha olvidado. Ha vuelto su rostro. Nunca ve nada”.

Seamos honestos. Por muy mal que estén las cosas, estas se pueden poner mucho peor. Si evaluamos el estado general del mundo occidental en las últimas décadas, a pesar de todos los males perpetrados, aun así ha habido cierta prosperidad y progreso. Es cierto, el Imperio de las mentiras ha destruido algunas naciones y ha matado a unos cuantos millones de almas desafortunadas, ha desatado un virus e impuesto una cura potencialmente mortal, inundado el país con narcóticos y extranjeros que hacen daño, destruido la base industrial de la nación y llevado a la bancarrota a la tesorería, pero usted nunca lo sabría. En los Estados Unidos, la gente todavía está de fiesta como si estuviéramos en el año 1999, tal como mencionó una vez cierta celebridad que era testigo de Jehová que ya falleció. 

Aunque haya pasado por la pandemia, la generación actual nunca ha pasado por circunstancias realmente difíciles u opresión real. La gente está molesta por el aumento en el precio de la gasolina y la carne. Algunas personas están traumatizadas solo porque alguien las llamó con el pronombre personal equivocado. Increíble. 

Vayamos al grano: el mundo en su conjunto aún no ha caído por completo en las garras de la bestia. Y por eso Dios no ha intervenido. Cuando todo colapse y la máquina asesina sea puesta en marcha, entonces la gente de fe clamará a Jehová con angustia. ¡Y Jehová los escuchará atentamente! Los mansos y humildes tendrán el poder de invocar al Dios del cielo. ¡Y él vendrá en su ayuda! Esto nos lo muestra la parte final del salmo 10 cuando dice:

Pero tú ves la desgracia y la angustia.

Miras y te haces cargo del asunto. 

A ti acude la víctima desafortunada; tú eres el que ayuda al huérfano. 

Rómpele el brazo al hombre malvado y perverso para que, cuando busques su maldad, ya no la encuentres. 

Jehová será Rey para siempre jamás. 

Las naciones han desaparecido de la tierra.

Pero tú oirás el ruego de los mansos, oh, Jehová. Harás firme su corazón y estarás muy pendiente de ellos. 

Les harás justicia a los huérfanos y a los que están aplastados para que el hombre mortal de la tierra no los atemorice más.

¡Amén, ven, Señor Jesús!