Siendo un israelita, David conocía la historia. Sin duda, conocía la historia de su colega pastor, Moisés, y su encuentro cercano con Jehová en la cima del monte Sinaí, cuando Moisés pidió ver el rostro del Todopoderoso.

Jehová le respondió y explicó que ningún hombre podía ver su rostro y vivir. Sin embargo, Dios colocó a Moisés en un peñasco con el rostro hacia una roca y se dice que Jehová caminó detrás de él. Cuando Moisés bajó de la montaña, su rostro emitía un resplandor que aterrorizaba a los hebreos que lo veían. Moisés tuvo que usar un velo hasta que la iridiscencia divina se calmó.

Teniendo en cuenta el encuentro entre Jehová y Moisés y el hecho de que ningún ser humano podría sobrevivir al ver a Jehová en toda su gloria, ¿por qué concluyó David el salmo 11 diciendo: “Los que son rectos verán su rostro”? Hablaremos de eso más adelante. 

Debido a que David fue inspirado por el espíritu santo, las letras de sus canciones están vivas. La voz de David se proyecta mucho más allá de su situación personal. Incluso 30 siglos después de que David tocara su arpa y cantara y escribiera sus canciones, el Salmo 11 aún habla del futuro, del fin de este sistema de cosas: la guerra final, cuando el gran David venga a pelear contra los enemigos de Jehová.

David podía hablar basado en su experiencia propia cuando escribió las palabras iniciales de este salmo: “En Jehová me he refugiado. Así que no sé cómo pueden ustedes decirme: “¡Huye como un pájaro a su montaña!” (Salmo 11:1).

En este momento de la historia, los cristianos, al menos en gran parte del mundo occidental, están protegidos por la ley. Realmente no hemos necesitado de la protección personal de Dios. Eso, sin embargo, cambiará. David habló de la remoción de este baluarte legal cuando escribió lo siguiente: “Mira cómo tensan el arco los malvados; colocan sus flechas en la cuerda para disparar desde la oscuridad a los que son rectos de corazón. Cuando los fundamentos son demolidos, ¿qué puede hacer el justo?” (Salmo 11:2, 3).

Desde su fundación, los Estados Unidos se han enorgullecido de ser la tierra de la libertad. El primer “derecho” enumerado en la Carta de Derechos enmendada a la Constitución de ese país garantiza la libertad de prensa, expresión, reunión y religión. En resumen, todos los elementos esenciales para facilitar el trabajo patrocinado por la sociedad Watchtower. Y aunque los testigos de Jehová no lo crean, las profecías nos indican que los Estados Unidos caerán antes de la guerra de Armagedón. Al hablar de la conquista de Egipto por parte de Babilonia, el capítulo 30 de Ezequiel conecta la caída de Egipto con el día de Jehová: “Laméntense así: ‘¡Ay, el día ya viene!’. Porque el día está cerca, sí, está cerca un día de Jehová. Va a ser un día de nubarrones, un tiempo fijado para las naciones. Una espada vendrá contra Egipto, y el pánico se apoderará de Etiopía cuando en Egipto la gente caiga muerta, cuando sus riquezas sean tomadas y sus cimientos demolidos” (Ezequiel 30:2-4).

Solo hay un “día de Jehová”. Todos los casos en el pasado descritos como el día de Jehová son sombras de lo que está por venir. Para aquellos estudiantes de la Biblia que no han conectado los puntos, durante el tiempo del fin el rey del norte subyugará tanto a Egipto como a Etiopía y gobernará sobre sus tesoros de oro escondidos. En este contexto, Egipto no es la nación que se encuentra actualmente al norte de África. Después de la disolución del imperio de Alejandro Magno, Egipto se convirtió en el rey original del sur. Incluso la Watchtower reconoce que el “Egipto” que no escapará de las garras del rey del norte representa al rey del sur.

La caída de los Estados Unidos será monumental. Sacudirá al mundo. Marcará un antes y un después en la historia. Cuando sus “cimientos” sean “demolidos” ya no habrá ningún tipo de protección legal. No más libertad de expresión. No más libertad de religión. El derribo de sus cimientos dará lugar a la tiranía de la bestia. Por eso los impíos entesarán el arco para disparar en la oscuridad a los rectos. Es en ese momento que Dios se convertirá en un refugio. El que el salmo hable de la guerra de Armagedón es evidente por lo que leemos en los versículos 5 y 6: “Jehová examina tanto al justo como al malvado; él odia a todo el que ama la violencia. Sobre los malvados él hará llover trampas; fuego, azufre y un viento abrasador es lo que les corresponderá”.

Nosotros ya conocemos un caso en que Dios hizo llover fuego y azufre sobre los malvados. Todos conocemos lo que le sucedió a las inmorales ciudades de Sodoma y Gomorra. Y los escritores cristianos nos han confirmado que su destrucción es un patrón de lo que ocurrirá cuando Cristo vuelva.

A lo largo de las Escrituras, Dios se revela como el Protector de su pueblo. Eso no quiere decir que Dios no permita que sean perseguidos e incluso asesinados. Jesús fue asesinado. Pero tal como el mismo David cantó una vez, Jehová no dejó que su alma se pudriera en el Seol.

Cuando el enemigo ataque a los que se hayan refugiado en Jehová, naturalmente Dios lo tomará como algo personal. Así que, aunque los malvados tal vez crean que pueden librar la tierra de cristianos sin sufrir ningún tipo de castigo, en realidad, se encontrarán peleando contra Dios. En ese momento, su destino estará sellado. Jehová describe lo que sucederá de la siguiente manera: 

“Ese día, el día en que Gog invada la tierra de Israel —afirma el Señor Soberano Jehová—, se desatará mi gran furia. En mi celo, en el fuego de mi furor, hablaré; ese día, habrá un gran terremoto en la tierra de Israel. Por mi causa temblarán los peces del mar, las aves del cielo, los animales salvajes del campo, todos los reptiles que se arrastran por el suelo y todos los seres humanos de la superficie de la tierra. Las montañas se derrumbarán, los peñascos se vendrán abajo y todas las murallas caerán a tierra. Convocaré una espada contra Gog en todas mis montañas —afirma el Señor Soberano Jehová—. La espada de cada uno estará contra su propio hermano. Ejecutaré mi sentencia contra él con peste y con derramamiento de sangre. Haré que caiga una lluvia torrencial, granizo, fuego y azufre sobre él, sobre sus tropas y sobre los muchos pueblos que lo acompañan. Yo sin falta me engrandeceré, me santificaré y me daré a conocer ante los ojos de muchas naciones; y tendrán que saber que yo soy Jehová” (Ezequiel 38:18-23).

Pero ¿por qué dijo David que los rectos verán el rostro de Dios si ningún hombre puede sobrevivir a ello? Porque David en realidad estaba hablando de la manifestación de Jesús, quien vendrá en la gloria de Jehová. Uno de sus apóstoles, que estuvo presente cuando él se transfiguró ante ellos y su rostro resplandeció como el sol, escribió más tarde: “Amados, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando él sea manifestado seremos como él, porque lo veremos tal como es” (1 Juan 3:2).

Obviamente, Jesús se ha manifestado en el cielo desde su ascensión. Y, obviamente, aquellos que tendrán el privilegio de recibir la primera resurrección verán tanto a Jesús como a Jehová en el cielo. Juan no se estaba refiriendo a eso. Cuando él mencionó que Jesús se manifestaría se estaba refiriendo a la revelación de Cristo a los santos que estén en la tierra durante la conclusión de este sistema, después de que los “cimientos” sean “demolidos”. Los elegidos verán el rostro de Cristo durante su parusía. Y el ataque a los hermanos de Cristo provocará una respuesta, una aterradora respuesta.