¿Quién gobernará el mundo? Ese es el tema del que todo el mundo habla hoy en día. ¿Será un bloque de naciones aliadas como el que está surgiendo actualmente en Asia, una alianza entre Rusia, China, India e Irán? ¿O prevalecerá el mundo unipolar dominado por los anglosajones? ¿Habrá un gobierno mundial en el futuro? ¿Qué dice la Biblia?

Durante cientos de años, el mensaje contenido en la Biblia ha sido suprimido y distorsionado por los imperios satánicos que han dominado a la humanidad. Los grandes sistemas eclesiásticos han controlado lo que a la gente se le ha permitido entender, que es muy poco.

La Watchtower derribó muchas de las falsedades que se habían erigido, lo que permitió a las personas adquirir un conocimiento básico de las enseñanzas centrales que se encuentran en las Escrituras en preparación para la fase final. Desafortunadamente, sin embargo, la Watchtower ha erigido su propio muro de falsedad “basado” en las profecías bíblicas.

Las buenas noticias contenidas en la Biblia consisten en que Dios ha determinado establecer un nuevo gobierno en las manos de Jesucristo. Este gobierno es el Reino de Dios, el cual gobernará el mundo entero y traerá paz y prosperidad más allá de lo que podemos imaginar. Increíblemente, sin embargo, según la Watchtower, este suceso monumental ya ha ocurrido. Millones de testigos de Jehová creen y predican el mensaje de que el Reino de Dios llegó al poder y comenzó a gobernar en 1914, aunque eso no es lo que solía enseñar la Watchtower.

De acuerdo con lo que enseña la organización actualmente, el Salmo 2 comenzó a cumplirse cuando estalló la Primera Guerra Mundial en Europa. Supuestamente fue entonces cuando las naciones se agitaron y todos los pueblos del mundo murmuraron cosas vanas como mencionan las palabras del Salmo: “¿Por qué están alborotadas las naciones y los pueblos andan tramando cosas inútiles? Los reyes de la tierra toman su posición y los altos funcionarios se reúnen como uno solo contra Jehová y contra su ungido” (Salmo 2:1, 2). 

¿Cómo se opusieron exactamente las naciones a Jehová y su rey ungido en 1914? La Watchtower afirma que las naciones expresaron su oposición a Dios porque rechazaron la evidencia clara de que el Reino de Dios había comenzado a gobernar en 1914. Es cierto que la Watchtower fue atacada legalmente durante el breve período posterior a la entrada de Estados Unidos en la guerra en Europa en 1917. No obstante, aun habiendo sido así, ¿cómo podría esperarse que las naciones aceptaran que el Reino había comenzado a gobernar en 1914 cuando la Watchtower ni siquiera enseñaba eso en ese entonces?

¿Cuántos testigos de Jehová saben que la Watchtower solía enseñar que Cristo había comenzado su presencia invisible en 1874 y que el Reino había comenzado a gobernar en 1878? No fue sino hasta alrededor de 1930 que la Watchtower cambió el año del establecimiento del Reino de 1878 a 1914. Y ahí es donde está el problema: si la organización solía proclamar que el Reino había empezado a gobernar en 1878, ¿por qué consideraría Dios culpables a las naciones por no aceptar la “evidencia” de que el Reino había comenzado a gobernar en 1914?

Claramente, la Watchtower está manipulando los hechos para su conveniencia. No obstante, para que un engaño funcione, tiene que haber alguna evidencia convincente. Y, aunque sea convincente, si queremos saber si algo es realmente cierto o genuino, la clave está en los detalles. 

Sin duda, la Primera Guerra Mundial fue un gran punto de inflexión. La gente quedó traumatizada por el horror de la matanza sin sentido de millones de jóvenes. Después de la guerra, las naciones incluso parecieron unirse como una sola por medio de la Liga. No obstante, debemos tener algo en cuenta: la nación más poderosa en ese entonces no perteneció a aquella organización. Así es, el Senado de los Estados Unidos no ratificó el tratado. Así que, ¿cómo puede afirmarse que las naciones se unieron como una contra Dios y su rey designado en ese momento si los Estados Unidos no hicieron parte de aquella alianza?

La verdad es que los testigos de Jehová han prosperado en la mayor parte del mundo dominado por la cristiandad. La mayoría de las naciones permiten que los cristianos prediquen abiertamente y se reúnan sin restricciones. Por esa razón, nos volvemos a preguntar cómo se han opuesto las naciones al Reino de Dios. La verdad es que no lo han hecho, al menos no todavía.

Aunque aquellos que dirigen a los testigos de Jehová han descartado la posibilidad de una tercera guerra mundial, su creencia, sin importar qué tan fuerte sea su convicción, no está conectada con la realidad. Cualquiera que esté al tanto de lo que está sucediendo en el mundo y que no esté bajo la influencia engañosa de la Watchtower, seguramente sabe que un conflicto global es prácticamente inevitable.

Nunca antes en la historia las potencias nucleares han estado involucradas en un conflicto directo. Incluso durante la Guerra Fría, EE. UU. y la URSS evitaron atacarse directamente. Pero esa situación está cambiando, ya no es igual que antes. Esto se debe a que Occidente no solo está inundando Ucrania con armas sofisticadas, sino que las fuerzas especiales estadounidenses y británicas están en Ucrania y lo han estado desde 2014, orquestando lo que a todas luces es una guerra indirecta contra Rusia. Algunos observadores sobrios han tratado de crear conciencia acerca de que la situación actual es incluso más peligrosa que la crisis de los misiles en Cuba en 1963, cuando la Unión Soviética y los Estados Unidos estuvieron al borde de una guerra nuclear total.

No hace falta decir que incluso un intercambio nuclear limitado llenaría al mundo de un terror nunca antes experimentado, ¡una verdadera angustia!

Hay otro problema evidente con la enseñanza de la Watchtower de 1914. El salmo 2 indica que Jehová responderá de forma casi inmediata a la conspiración contra él en la que participarán las naciones. Los versículos 4 al 6 declaran: “El que está en los cielos, en su trono, se reirá; Jehová se burlará de ellos. En ese tiempo, él les hablará en su furia, en su ardiente furia los llenará de terror; dirá: ‘Yo mismo he establecido a mi rey en Sion, mi santa montaña’”.

La expresión “en ese tiempo” se refiere al momento en el que las naciones querrán deshacerse de la imposición del establecimiento del Reino de Dios. Si fuera cierto que gobernantes de las naciones se opusieron a Dios en 1914, entonces, esa generación de hace mucho tiempo hubiera sido aterrorizada por la ira ardiente del Todopoderoso, lo cual, obviamente, no sucedió.

“TE DARÉ NACIONES COMO HERENCIA”

¿Cuál es la base legal para que Dios nombre a su propio rey escogido personalmente como gobernador del mundo? El salmista nos responde esa pregunta desde la perspectiva de aquel a quien Dios seleccionó: “Voy a proclamar el decreto de Jehová; él me dijo: ‘Tú eres mi hijo; hoy he llegado a ser tu padre. Pídemelo, y te daré naciones como herencia y los confines de la tierra como propiedad. Las quebrarás con un cetro de hierro y las harás pedazos como a una vasija de barro’” (Salmo 2:7-9). 

El día que Jesús fue bautizado por Juan e inmediatamente después llegó a ser ungido por espíritu santo, Jesús nació de nuevo, fue llamado a ser un hijo celestial de Dios. Tal como es común entre los seres humanos, los hijos pueden recibir una herencia de sus padres. En el caso de aquel a quien Jehová decretó que fuese su hijo especial, se le invitó a pedirle a su Padre el mundo y Jehová se complació en dárselo. ¿Habría alguien capaz de intentar negarle al hijo especial de Dios su herencia legal? Sí, tristemente, es exactamente eso lo que las naciones harán cuando llegue el momento en que Jesús reciba su herencia.

Puesto que Dios les pedirá cuentas a las naciones, es razonable esperar que se les avise de su juicio inminente y del cambio en la administración de los asuntos de la Tierra.

Primero, sin embargo, el rey recién nombrado por Jehová actuará contra los enemigos dentro de su propio Reino. Jesús les relató a sus apóstoles una ilustración relacionada con trigo, mala hierba y una cosecha. El Señor explicó que la mala hierba representa a individuos a quienes Satanás el Diablo usa para infiltrarse en la congregación de Cristo. En la parábola, se nos dice que se permite que la mala hierba se desarrolle e incluso florezca hasta la cosecha. La cosecha es cuando el Señor ordenará a sus ángeles que quiten de su Reino a todas las personas que no son fieles a Dios, junto con todos los tropiezos esparcidos por los impíos. “Su Reino” es la congregación. La confirmación de este suceso la podemos ver más adelante en la Biblia cuando uno de los apóstoles nos indica que el juicio comenzará con la casa de Dios, la cual está conformada por la congregación de Cristo.

Esto se debe a que Jesús compartirá su herencia con sus hermanos, aquellos que hayan resultado ser fieles y demostrado ser el trigo de su parábola. Así como el Padre le ha dado poder al Hijo para aplastar a las naciones con un cetro de hierro, Jesús le extiende esa misma invitación a sus hermanos para que se unan a él en la lucha. Los versículos finales del capítulo dos de Apocalipsis son un registro de las palabras de Jesús a la congregación simbólica de Tiatira que existirá durante el día del Señor: “Al que venza y se mantenga en mis caminos hasta el fin le daré autoridad sobre las naciones, así como yo he recibido autoridad de mi Padre. Y él pastoreará a la gente con vara de hierro, de modo que serán hechos pedazos como vasijas de barro. También le daré la estrella de la mañana. El que tenga oídos, que oiga lo que el espíritu les dice a las congregaciones” (Apocalipsis 2:26-29).

La remoción de las personas inicuas y sin fe de la congregación de Cristo traerá a la existencia el Reino de Dios en la tierra. Así es, el que tenga oídos, que oiga lo que dice el espíritu. Así como Jesús les dijo una vez a los judíos que el Reino de Dios estaba en medio de ellos, obviamente debido al hecho de que el ungido de Jehová caminaba entre ellos, así también, el sellamiento final significará que aquellos que pertenezcan al resto ungido fiel recibirán sus coronas, incluso antes de su muerte.

Dirigiéndose a estos reyes asociados de Cristo, el salmista escribió: “Así que ahora, reyes, sean perspicaces; acepten la corrección, jueces de la tierra. Sirvan a Jehová con temor y alégrense con temblor. Honren al hijo; si no, Dios se indignará y ustedes morirán en el camino, porque su furia se enciende rápidamente. ¡Felices todos los que se refugian en él!” (Salmos 2:10-12).

Evidentemente, Jehová no invitará a los gobernantes corruptos del mundo de Satanás a aceptar su corrección y servirle con regocijo. No hay ninguna base para que lo hagan. Sin embargo, en la Biblia podemos ver que Jesús reprobó e incluso reprendió con frecuencia a sus apóstoles. Después de su resurrección, Cristo los reprendió fuertemente al decirles “¡Qué insensatos son y qué lentos para creer todas las cosas que dijeron los profetas!”.

Pablo advirtió a los cristianos que Jehová azota a todos los que recibe como hijos. La cosecha resultará en una disciplina severa incluso para los elegidos. Será tal cual como Jehová expresa en Jeremías: “Porque yo estoy contigo —afirma Jehová— para salvarte. Pero voy a exterminar a todas las naciones por las que te he esparcido; sin embargo, a ti no te voy a exterminar. Te disciplinaré hasta el grado debido; de ninguna manera te dejaré sin castigo” (Jeremías 30:11).

No obstante, nos seguimos preguntando lo siguiente: ¿cómo se les hará saber a las naciones que están a punto de rendir cuentas ante Dios? Jesús nos da la respuesta: “Y ustedes, tengan cuidado. Los van a entregar a los tribunales locales y los van a golpear en las sinagogas y, por causa de mí, se les obligará a presentarse ante gobernadores y reyes. Eso les servirá de testimonio a ellos. Además, primero se tienen que predicar las buenas noticias en todas las naciones. Pero, cuando los lleven para entregarlos a las autoridades, no se angustien pensando de antemano en lo que van a decir; digan lo que se les indique en ese momento, porque no van a ser ustedes los que hablen, sino el espíritu santo” (Marcos 13:9-11).

Dado que las buenas nuevas deben predicarse primero, el ser entregados a los tribunales locales y ser golpeados en las “sinagogas” (un nombre críptico para referirse a los salones del reino) debe ocurrir después de que la obra de predicar haya terminado. A Jesús se le hizo comparecer ante Pilato y el rey Herodes, los cuales fueron representantes del rey romano del norte. Durante el tiempo del fin, los que sean llevados ante gobernadores y reyes por causa de Cristo les darán un testimonio similar acerca del Reino de Dios. Sin embargo, aquellos imbatibles hijos del Reino no declararán buenas nuevas como lo han estado haciendo los testigos de Jehová hasta el presente. Esa fase habrá terminado. Los hermanos de Cristo darán testimonio de que han visto la manifestación del Hijo del Hombre y le declararán la guerra a este mundo malvado.

Indudablemente, el colapso inminente del sistema actual dará como resultado que las naciones se unan para empoderar a lo que el libro de Apocalipsis revela que será un octavo rey, el cual está destinado a reinar por “una hora”. Esta entidad supranacional también es conocida como el rey del norte, quien invadirá y dominará el mundo durante el tiempo del fin. El testimonio que darán los hermanos de Cristo serán los inquietantes informes que empujarán al rey del norte a un desenfreno genocida, cumpliendo el salmo que nos dice: “Dicen: ‘¡Rompamos sus cadenas y quitémonos sus cuerdas!’” (Salmo 2:3). 

Al ejecutar a los reyes terrestres del Reino, las naciones provocarán a Jehová, llevándolo a explotar y expresar una ira que el mundo nunca antes ha experimentado. Aquellos que se hayan opuesto a Cristo al asesinar a sus hermanos, serán aterrorizados y condenados a la destrucción eterna. Sus cuerpos serán carroña para las bestias salvajes del campo y las aves del cielo. Todo el poder del que hayan disfrutado se esfumará y recibirán su merecido por todas las cosas horribles que hayan hecho. Se habrá hecho justicia y sus nombres pasarán al olvido.