Sábado 26 de septiembre
Los hijos del Dios verdadero empezaron a fijarse en las hijas de los hombres, que ellas eran bien parecidas (Gén. 6:2).
Es posible que Satanás no solo usara como señuelo la inmoralidad, sino también la promesa de dominar a la humanidad. Puede que su intención fuera impedir que llegara la “descendencia” de la “mujer” que Dios había prometido (Gén. 3:15). Pero Jehová trajo el Diluvio y así frustró los planes que tenían Satanás y los demonios. Por eso, no debemos subestimar el peligro de la inmoralidad y el egocentrismo. Los ángeles que se unieron a Satanás habían servido en la presencia de Jehová durante muchísimos años. Pero muchos permitieron que los malos deseos echaran raíces y crecieran en su interior. De manera parecida, puede que nosotros hayamos servido durante décadas en la parte terrestre de la organización de Dios. Pero, incluso en este entorno tan saludable, los malos deseos pueden echar raíces en nuestro interior (1 Cor. 10:12). Es muy importante que siempre analicemos nuestro corazón y que rechacemos la arrogancia y los malos pensamientos (Gál. 5:26; Col. 3:5). w18.05 25 párrs. 11, 12
Indudablemente, los ángeles rebeldes tenían la intención de sabotear el propósito de Dios de producir una descendencia. E, incuestionablemente, Jehová frustró su plan al desatar el Diluvio. Desde entonces, los demonios se han visto obligados a retirarse de su presencia física en la Tierra para volver a la dimensión espiritual.
Ahora, los demonios están más decididos que nunca a oponerse a la segunda venida de Cristo. Con ese objetivo en mente, tienen a hombres inicuos en posiciones de autoridad entre los cristianos. Estos son comparados con “rocas escondidas bajo el agua”. Obviamente, las rocas sumergidas no son visibles para nadie sobre el agua. Ese es el punto. Los cristianos desconocen por completo la existencia de “ciertos hombres” entre ellos que son hijos del Maligno.
Y, contrariamente a la mentira frecuentemente repetida de la Watchtower de que la Organización es un paraíso espiritual y un “entorno saludable” —como declara el texto diario de hoy—, existe un grave peligro espiritual debido a que las rocas ocultas comparten ocasiones alegres con los verdaderos hijos del Reino. Judas revela que esos hombres son pastores que “se alimentan a sí mismos sin ningún temor”.
Nuevamente, contrariamente a la creencia de que los apóstatas están fuera de la congregación, las Escrituras inspiradas son claras en cuanto a que los verdaderos apóstatas son ancianos cristianos ungidos. Judas lo deja muy claro al afirmar: “La razón es que entre ustedes se han metido disimuladamente algunos hombres que hace mucho tiempo fueron señalados por las Escrituras para su condena. Son hombres irreverentes, que convierten la bondad inmerecida de nuestro Dios en una excusa para su conducta descarada y que son desleales a nuestro único dueño y Señor, Jesucristo”.
Al pronunciarse acerca de aquellos que demuestran ser desleales a su único dueño y Señor, Judas indicó que tales hombres fueron originalmente comprados, es decir, ungidos. Eran hijos de Dios, así como los ángeles que pecaron. Es significativo que la breve epístola de Judas también nos habla de la situación que se dio antes del Diluvio, al mencionar lo siguiente: “Y a los ángeles que no mantuvieron su posición original, sino que abandonaron el lugar donde les correspondía vivir, los ha reservado con cadenas eternas en profunda oscuridad para el juicio del gran día”.
Los hijos ungidos de Dios que se convierten en apóstatas recibirán el mismo juicio que los ángeles rebeldes, es decir, los demonios. Jesús se refirió a ellos como esclavos malvados que recibirán el peor de los castigos.
La situación descrita en Judas ocurriría en los últimos días, cuando Jehová venga con sus miríadas de ángeles “para juzgar a todos y para demostrar que todos los irreverentes eran culpables de todos los actos irreverentes que realizaron con irreverencia y de todas las cosas insolentes que estos pecadores irreverentes dijeron contra él”.
Al igual que sucedió con su precursor, Judas, para llenar la medida completa de su pecado, los pastores que se alimentan a sí mismos estarán dispuestos a colaborar en el plan demoníaco de oponerse a Cristo y engañar a los elegidos, tal como Jesús lo advirtió, al decir: “Entonces, si alguien les dice ‘¡Miren, el Cristo está aquí!’ o ‘¡Está allá!’, no lo crean. Porque se presentarán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes milagros y cosas impresionantes para engañar, de ser posible, hasta a los escogidos. Miren que los he avisado de antemano. Por eso, si les dicen ‘¡Miren, está en el desierto!’, no vayan; si les dicen ‘¡Miren, está en las habitaciones de la casa!’, no lo crean. Porque, así como el relámpago sale del este y resplandece hasta el oeste, así será la presencia del Hijo del Hombre. Donde esté el cadáver, ahí se juntarán las águilas”.
Los demonios ya han logrado engañar a los testigos de Jehová haciéndoles creer que Jesús ya ha regresado, que su parusía es invisible, pero sus planes más macabros aún están en el futuro. Sin embargo, la razón por la que no será posible que los elegidos sean engañados es porque experimentarán en privado la manifestación de Jesucristo.
Del mismo modo que Jesús solo se reveló a sus discípulos (no al mundo) después de su resurrección, durante los últimos días tendrá lugar la gloriosa revelación de Cristo. Entonces los malvados hablarán injuriosamente de los gloriosos, siendo estos los elegidos que resplandecerán tan intensamente como el sol en el Reino de su Padre antes de su cambio a la vida inmortal en un abrir y cerrar de ojos.
¡Ven, Señor Jesús!