PREGUNTA: ¿Crees que los eclipses lunares sean una señal bíblica?

En una palabra, no. Un eclipse, aunque no sea común, es un fenómeno natural que ocurre en una fecha exacta, totalmente predecible y desde que Dios creó los cielos y la tierra. Además, un eclipse solo es visible en ciertas áreas geográficas y solo dura unos minutos.

Jesús, por supuesto, habló de que el sol y la luna serían oscurecidos y las estrellas caerían del cielo. Sin embargo, esos fenómenos descritos por el Señor no serían literales sino simbólicos. 

Los profetas que vivieron antes de Jesús hablaron en términos similares. Por ejemplo, en el capítulo 13 de Isaías, el día de Jehová está acompañado por los mismos fenómenos celestes. Allí el versículo 10 declara lo siguiente: “Porque las mismísimas estrellas de los cielos y sus constelaciones de Kesil no despedirán su luz; el sol realmente se oscurecerá al salir, y la luna misma no hará brillar su luz.”

En realidad, el día de Jehová llegó a Jerusalén en la forma del gigante babilónico que estaba actuando como el verdugo designado por Dios.

De manera similar, la profecía de Joel predice que un gran ejército de langostas devastará el mundo, un hecho que estará acompañado de señales apocalípticas: “Penetran precipitadamente en la ciudad. Sobre el muro corren. Por las casas suben. Por las ventanas entran como el ladrón. Delante de él [la] tierra se ha agitado, [los] cielos se han mecido. El sol y la luna mismos se han oscurecido, y las estrellas mismas han retirado su resplandor. Y Jehová mismo ciertamente dará su voz delante de su fuerza militar, porque su campamento es muy numeroso. Porque el que ejecuta su palabra es poderoso; porque el día de Jehová es grande y muy inspirador de temor, ¿y quién puede sostenerse bajo él?” 

Revelación muestra el mismo simbolismo también al decir lo siguiente: “Y vi cuando abrió el sexto sello, y ocurrió un gran terremoto; y el sol se puso negro como saco de pelo, y la luna entera se puso como sangre, y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como cuando una higuera sacudida por un viento fuerte echa sus higos aún no maduros. Y el cielo se apartó como un rollo que se va enrollando, y toda montaña y [toda] isla fueron removidas de sus lugares. Y los reyes de la tierra y los de primer rango y los comandantes militares y los ricos y los fuertes y todo esclavo y [toda] persona libre se escondieron en las cuevas y en las masas rocosas de las montañas. Y siguen diciendo a las montañas y a las masas rocosas: ‘Caigan sobre nosotros y escóndannos del rostro del que está sentado en el trono, y de la ira del Cordero, porque ha llegado el gran día de la ira de ellos, y ¿quién puede estar de pie?’.’’

Seguramente, un breve eclipse de dos minutos difícilmente causaría que todos en la tierra se apresuraran a entrar en pánico y terror. La Revelación a Juan fue presentada en señales o símbolos. Las Escrituras predicen un gran colapso que sacudirá a la civilización, poniéndola de rodillas. Parecerá que el cielo se hubiera caído y que el sol se hubiera oscurecido. Estas señales coincidirán con el regreso de Cristo.

Es más que probable que este simbolismo muestre como los cielos serán oscurecidos como resultado de la detonación de las armas nucleares y las nubes de hongo distintivas resultantes que estas producen. No solo colapsarían los gobiernos, sino que el sol, la luna y las estrellas serían literalmente oscurecidos por las grandes columnas de humo y ceniza. Otro escenario probable es que un pulso electromagnético generado por explosiones nucleares a gran altitud podría hacer que grandes partes del mundo se hundieran en la oscuridad.

La profecía de Joel parece indicar esto mismo cuando Jehová dijo lo siguiente: Y ciertamente daré portentos presagiosos en los cielos y en la tierra, sangre y fuego y columnas de humo. El sol mismo será convertido en oscuridad, y la luna en sangre, antes de la venida del día de Jehová, grande e inspirador de temor.’’

De hecho, los eventos asociados con el regreso de Cristo no son fenómenos que ocurran naturalmente, como un eclipse, un cometa o la llamada luna de sangre. El oscurecimiento de los cielos será el resultado de la locura desatada por los hombres, influenciados por los demonios. Todo servirá como una señal innegable y premonitoria de que este mundo será destruido completamente y sus dioses reinantes, Satanás y sus demonios, serán destronados y humillados por Jesucristo.