Lunes 15 de noviembre
Vendrá sobre ellos destrucción repentina, y de ninguna manera escaparán (1 Tes. 5:3).
Imaginemos que las naciones acaban de hacer el predicho anuncio de “paz y seguridad”. Puede que presuman de que nunca ha habido tanta seguridad en el mundo. Y querrán hacernos creer que tienen todo bajo control. Pero en realidad no tendrán ningún control sobre lo que ocurrirá a continuación. “Babilonia la Grande” será destruida (Apoc. 17:5, 15-18). Dios pondrá “en sus corazones llevar a cabo el pensamiento de él”. ¿Cuál es este? Acabar con todas las religiones falsas, incluida la cristiandad. Dios pondrá este pensamiento en el corazón de “los 10 cuernos” de la “bestia salvaje de color rojo escarlata”. Los 10 cuernos representan a todos los gobiernos políticos que apoyan a “la bestia salvaje”, es decir, las Naciones Unidas (Apoc. 17:3, 11-13; 18:8). El ataque de estos gobiernos contra la religión falsa significará el inicio de la gran tribulación. Será un suceso mundial repentino y aterrador. w19.10 14 párrs. 1, 3
En el esquema general de las cosas, el que un simple ser humano haga las cosas bien no importa. La palabra de Dios prevalecerá independientemente de lo que alguien diga, haga o deje de hacer. Aún así, tener falsas expectativas puede causas tropiezos. Y ese es especialmente el caso cuando aquellos que son considerados como poseedores de un conocimiento especial y un nombramiento de Jesús para hablar en el nombre de su Padre están en un grave error.
Esa era la situación en Jerusalén en los días del profeta Jeremías. Nabucodonosor ya había subyugado a Judá. Se había llevado algunos de los utensilios de oro del templo junto con el rey de Judá y muchos príncipes. Así fue como Daniel y Ezequiel terminaron en Babilonia. Pero Nabucodonosor decidió dejar a un rey vasallo en Jerusalén, esperando tributos regulares de él. Y Jehová habló a través de Jeremías y les dijo a los judíos que podían permanecer en su tierra mientras no se rebelaran.
A Jeremías se le ordenó colocarse un yugo en su cuello como un portento. Los judíos y todas las naciones debían someterse al rey de Babilonia o de lo contrario serían sometidos a la espada, el hambre y la peste. Mientras Jeremías hablaba estas cosas a oídos del pueblo y los sacerdotes, un profeta llamado Hananías quitó el yugo del cuello de Jeremías y lo rompió, proclamando que en dos años Jehová quitaría el yugo que Babilonia había impuesto y todos los utensilios del templo serían devueltos a Jerusalén.
Pero Hananías era un falso profeta. Jehová no lo había enviado. Y para denunciarlo como un charlatán, Jeremías anunció que Hananías moriría en siete meses. Y así fue. No obstante, incluso después de ese poderoso presagio, los judíos se rebelaron contra Nabucodonosor y Jehová los exterminó con la espada, el hambre y la pestilencia.
Algo similar está ocurriendo ahora. La organización ha tomado una posición muy similar a la de Hananías. Afirman que la gran tribulación comenzará cuando las Naciones Unidas destruyan a Babilonia la Grande. Durante todos los muchos años que la Watchtower ha hecho esta afirmación, nunca ha ofrecido una explicación plausible de las Escrituras para respaldarla. Y, sin embargo, proclaman que eso es lo que ha dicho Jehová, al igual que Hananías.
Por supuesto, el libro de Apocalipsis nos muestra que la gran prostituta será devastada y quemada por la bestia y sus diez cuernos. Dios pondrá en sus corazones la realización de sus propios deseos. No obstante, si usted lee cuidadosamente los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis, se dará cuenta de que no hay nada que conecte la destrucción de Babilonia la Grande con el comienzo de la tribulación.
Pero entonces, ¿por qué se repite esto una y otra vez? Si bien no hay nada en Apocalipsis, la base bíblica inferencial para tal aseveración se basa en la profecía de Jesús de la desolación de Jerusalén. Cristo dejó claro que cuando la cosa repugnante y devastadora se pusiera de pie en un lugar santo (Jerusalén), los cristianos debían huir de la ciudad, puesto que habría una gran tribulación.
Según los profetas de Betel, Jerusalén, en el contexto de la profecía de la conclusión del sistema, simboliza a la cristiandad y, por extensión, a toda Babilonia la Grande. Pero ¿por qué necesitarían huir de la cristiandad los cristianos verdaderos durante la tribulación?
Jesús dio más información, de acuerdo con lo registrado por Mateo: “Por lo tanto, cuando vean la cosa repugnante y devastadora, de la que habló el profeta Daniel, de pie en un lugar santo (que el lector tenga discernimiento), entonces los que estén en Judea, que huyan a las montañas” (Mateo 24:15, 16).
Tenga en cuenta que lo que Jesús mencionó sobre el monte de los Olivos fue una respuesta para sus discípulos cuando estos le pidieron que les dijera cuándo sería derribado el templo porque unos días antes él había predicho que no quedaría allí piedra sobre piedra que no fuera derribada. El Señor pasó a predecir que Jerusalén sería pisoteada por las naciones hasta que se cumplieran los tiempos señalados de estas.
El lector perspicaz notará que todos estos elementos se mencionan en el capítulo 8 de Daniel. En los versículos 13 y 14, se nos muestra que el profeta escucha la conversación entre dos ángeles y se nos indica lo siguiente: “También oí a un santo hablando, y otro santo le preguntó al que estaba hablando: ‘¿Cuánto durará la visión sobre el sacrificio constante y la ofensa que causa devastación y el pisoteo del lugar santo y del ejército?’. Entonces él me dijo: ‘Hasta que pasen 2.300 tardes y mañanas; entonces el lugar santo de veras recobrará su debida condición’”.
La desolación y el pisoteo de un lugar santo es precisamente lo que Jesús estaba prediciendo y por eso hizo referencia a Daniel. Incluso los profetas de Betel se dan cuenta de que la visión de Daniel aplica a la congregación de Cristo y no a la cristiandad y ciertamente no a Babilonia la Grande, razón por la cual se vieron obligados a inventar una historia absurda de cómo se restauró el lugar santo durante la Segunda Guerra Mundial cuando la junta directiva de la Watchtower hizo algunos cambios en la forma como funcionaba la organización.
Por más risible que suene lo anterior, la triste realidad es que, al verdadero estilo de Hananías, el Cuerpo Gobernante ha profetizado falsedad en el nombre de Jehová.
Jeremías se enfrentó a aquel falso profeta y le dijo: “¡Hananías, escucha, por favor! A ti no te ha enviado Jehová; tú has hecho que este pueblo confíe en una mentira. Por lo tanto, esto es lo que dice Jehová: ‘¡Mira! Te voy a eliminar de la faz de la tierra. Este año vas a morir, porque has promovido la rebelión contra Jehová’” (Jeremías 28:15, 16).
La Watchtower también ha hecho que el pueblo del Todopoderoso confíe en una mentira. ¿No advirtió Pablo que Dios permitiría que una operación de Satanás hiciera que los cristianos creyeran en una mentira? No, no en la plétora de mentiras abrazadas por las iglesias, mentiras como que Jesús es Dios y que todos van al cielo, no, no en ese tipo de mentiras.
El apóstol inspirado explicó que la mentira que se dirige a aquellos que conocen la verdad, a fin de probar su amor por ella, tiene que ver con un hombre que desafía la ley que proclama que la parusía ha comenzado y que el día de Jehová está aquí, lo cual, por supuesto, ha sido el mensaje central de la Watchtower desde el principio. He escrito sobre estas cosas durante muchos años.
Esto no es exactamente como David y Goliat, pero sí es similar al enfrentamiento que tuvo Jeremías contra el establecimiento religioso de los judíos. La organización afirma que Cristo ha venido, que prácticamente todo se ha cumplido, que estamos en la última parte del tiempo del fin esperando solo a que comience la tribulación para ser liberados de este mundo malvado.
Tengo todo registrado, he publicado tres ediciones de un libro y cientos de artículos en Internet desacreditando toda la exégesis profética de la Watchtower.
No es que no crea que la Watchtower sea la organización de Jehová. Lo es. Como el centro terrenal del verdadero cristianismo, la Watchtower es la Jerusalén antitípica. Y en cumplimiento de las palabras de Jesús, esta será desolada y pisoteada.
Disculpe si repito muchas veces lo mismo, pero lo hago porque la Watchtower repite las mismas mentiras una y otra vez. En cualquier caso, Jerusalén fue donde Cristo fue ejecutado. Jerusalén fue donde comenzó el cristianismo cuando 120 discípulos fueron ungidos y lenguas de fuego se cernieron sobre cada uno de ellos. Los apóstoles predicaron día y noche en el templo hasta que la cosa repugnante se puso de pie donde no debía. Ellos no consideraban que el templo fuera profano, como afirma el moderno Hananías.
Las palabras de Jehová prevalecerán. Lo que se ha predicho se cumplirá sin falta. ¡La espada, el hambre y la peste vendrán!