Si usted es testigo de Jehová, debe saber la importancia que la Organización le ha dado al reunirse y predicar públicamente. Hace menos de 5 años, en 2016, la Sociedad publicó un artículo en la revista La Atalaya del mes de abril titulado: “¿Por qué debemos reunirnos para adorar a Dios?”.
El artículo relata la experiencia de dos hermanas jóvenes de la antigua Unión Soviética que fueron condenadas a un campo de trabajos forzados en Siberia. Para asistir a una reunión, caminaron 25 kilómetros hasta una estación de tren y viajaron toda la noche, luego caminaron otros 10 km hasta la reunión secreta. ¡Qué excelente ejemplo!
La Organización nos muestra ocho razones por las que los cristianos no deben abandonar el reunirse. Una de esas razones, presentada en el párrafo 6, es:
“Además, cuando hablamos con los hermanos antes y después de las reuniones, nos sentimos renovados y parte de una familia”.
Indudablemente, muchos testigos de Jehová estarían de acuerdo en que reunirse en grupos grandes o pequeños promueve un sentido de pertenencia a una hermandad. El párrafo ocho ofrece otra poderosa razón para reunirnos:
“Las reuniones nos dan oportunidades para mostrarles a nuestros hermanos que los queremos. Detengámonos a pensar en los problemas que tienen que aguantar los hermanos. No nos extraña que el apóstol Pablo escribiera: ‘Considerémonos unos a otros’, es decir, preocupémonos unos por otros. Después explicó que podemos mostrar ese interés al no ‘abandonar el reunirnos’ (Heb. 10:24, 25). Cuando vamos a las reuniones, demostramos que queremos darles de nuestro tiempo y atención a nuestros hermanos y que nos preocupamos por ellos. Además, cuando nos escuchan cantar y dar comentarios desde el corazón, se sienten muy animados (Col. 3:16)”.
Los seres humanos se necesitan unos a otros. Los cristianos que viven en un mundo cada vez más hostil hacia Jesús sienten la necesidad de asociarse con sus hermanos en la fe. El amor, que es lo que más necesitamos, se cultiva mediante la interacción cara a cara con los demás. Sin embargo, Betel señala que el motivo principal para reunirnos debe ser la obediencia a Dios. Esa es la base del cristianismo verdadero. Los párrafos 11 y 12 establecen lo siguiente:
“Al asistir a las reuniones, podemos darle a Jehová lo que merece. Él nos creó, y por eso merece que lo alabemos, le demos las gracias y lo honremos (lea Revelación 7:12). Cuando oramos, cantamos y hablamos de Jehová en las reuniones, él recibe lo que tanto merece: nuestra adoración. Es un honor poder adorar al que tanto ha hecho por nosotros. Jehová también merece que lo obedezcamos. Nos dice que no dejemos de reunirnos, especialmente ahora que el fin está tan cerca. Cuando obedecemos con gusto ese mandato, Jehová se siente contento (1 Juan 3:22). Él se da cuenta de los esfuerzos que hacemos por asistir a todas las reuniones, y los valora (Heb. 6:10)”.
Desde la primavera del año pasado, el Cuerpo Gobernante ha ordenado a los testigos de Jehová que dejen de reunirse en los salones del reino. Es simplemente demasiado peligroso, incluso imprudente, correr el riesgo de propagar la COVID-19. Se nos ha querido hacer ver esto como un acto de amor supremo. Después de todo, la mayoría de los países han tenido al menos un tipo de confinamiento. Se han cerrado negocios y restaurantes. Muchas escuelas han sido cerradas, aunque los niños no se vean tan afectados por el virus.
Mientras que los testigos de Jehová solían demostrar su amor por sus hermanos en la fe al reunirse con regularidad, ahora, por orden directa de la oficina central, el amor fraternal se demuestra evitando toda asociación cara a cara.
Lo que ha sucedido es asombroso. Aquellos que dirigen a los testigos de Jehová han repudiado lo que alguna vez consideraron el aspecto más esencial de la “adoración pura”. Si evitar que los hermanos se vean personalmente por temor a intercambiar un microbio en el aire se considera lo más amoroso que se puede hacer, ¿qué hay de darle a Jehová el honor que “tanto merece”? Indubitadamente, Dios no puede contraer una enfermedad.
Me pregunto si las dos hermanas exiliadas a Siberia, quienes hicieron un esfuerzo tan extraordinario por honrar a Dios, cumplirían voluntariamente con el mandato de la Watchtower de suspender las reuniones presenciales. Y sin duda, hay muchos, muchos otros ejemplos de hermanos y hermanas de tiempos modernos que han hecho todo lo posible por asistir a reuniones y asambleas.
¿Se trata realmente todo esto de salvar vidas? ¿Es primordial salvar vidas humanas? ¿No hay quizás cuestiones más importantes? Los testigos de Jehová saben que sí las hay. ¿Cuántos testigos de Jehová se han visto enfrentados a una decisión de vida o muerte por no recibir transfusiones de sangre? ¿Cuántos de ellos han muerto porque se han negado a tomar la preciosa sangre de otra alma en sus cuerpos? ¿Por qué se honra a los testigos de Jehová que aceptan el riesgo de no recibir una transfusión de sangre y, sin embargo, ahora se les prohíbe estrictamente obedecer y honrar a Dios porque es demasiado arriesgado? ¿Cuántos testigos de Jehová han ido a prisión por negarse a servir en las fuerzas armadas? ¿Cuántos están en prisión en este mismo momento porque aceptaron el riesgo de ser testigos de Jehová en un país donde ser cristiano es ilegal?
El apóstol Pablo dio el mejor de los ejemplos para todos los cristianos que se encuentran en circunstancias difíciles. Él numeró algunas de las dificultades por las que pasó en su segunda carta a los corintios: “¿Son ministros de Cristo? Respondo como un loco: yo lo soy mucho más que ellos. He trabajado más, he estado más veces en prisión, he recibido incontables golpes y he estado a punto de morir muchas veces. Cinco veces recibí de los judíos 40 golpes menos uno, fui golpeado con varas tres veces, me apedrearon una vez, naufragué tres veces y pasé una noche y un día en altamar. He hecho muchos viajes, me he visto en peligro a causa de ríos, en peligro a causa de ladrones, en peligro por parte de mi propio pueblo y por parte de las naciones, en peligro en la ciudad, en el desierto y en el mar, en peligro entre falsos hermanos, he trabajado sin descanso y con mucho esfuerzo, a menudo he pasado noches sin dormir, he pasado hambre y sed, me he quedado muchas veces sin comer, he pasado frío y me he quedado sin ropa” (2 Cor. 11:23-27).
El historial de servicio de Pablo a Cristo es una cachetada para el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová. De hecho, la razón por la que el apóstol se vio obligado a “responder como un loco” para hablar de su historial se debía a que los corintios estaban bajo la influencia de apóstoles falsos en la congregación, conocidos como “superapóstoles”, a quienes Pablo expuso como agentes de Satanás que hábilmente se habían disfrazado de ministros de justicia.
Indudablemente, cualquier persona con autoridad, independientemente del supuesto noble propósito de salvar preciosas vidas humanas, sin importar cuántos años de servicio fiel tenga, que se atreva a ordenar a los cristianos que no obedezcan a Jesús, es un falso hermano y un opositor de Cristo, es decir, un anticristo.
Los testigos de Jehová tienen razón al estar perplejos. Lo que solía ser una obligación sagrada, la misión de todo cristiano verdadero, la razón misma de la existencia de la Organización, ha sido prohibida por ser algo “peligroso e imprudente”. Ya no se tocan las puertas. Ya no se predica en las calles. Ya no hay reuniones en el salón del reino local. Ya no hay multitudes en grandes asambleas. Miles de lugares de adoración dedicados a Jehová, construidos por las manos amorosas de decenas de miles de voluntarios, están vacíos. ¡Y todo por un virus que tiene una tasa de supervivencia del 99,9%!
NOS HAN GOBERNADO OTROS AMOS APARTE DE TI
En 2009, la Sociedad sugirió que los cuartos interiores de Isaías 26:20 tenían que ver con las congregaciones de los testigos de Jehová, lo cual implica que incluso los salones del reino podrían lugares de refugio. Esto fue lo que se dijo:
“Es probable que hoy día los ‘cuartos interiores’ de esta profecía estén muy relacionados con las más de cien mil congregaciones que los testigos de Jehová tienen por todo el mundo. Esas congregaciones desempeñan un importantísimo papel en nuestra vida y seguirán desempeñándolo durante ‘la gran tribulación’ (Rev. 7:14). Al pueblo de Dios se le manda que permanezca en sus ‘cuartos interiores’ y que se esconda ‘hasta que pase la denunciación’. Por eso es tan necesario que valoremos a la congregación y nos mantengamos cerca de ella a toda costa. Escuchemos, pues, esta exhortación del apóstol Pablo: ‘Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, sin abandonar el reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos unos a otros, y tanto más al contemplar […] que el día se acerca’ (Heb. 10:24, 25)” (w09 15/5 pág. 8).
Con la preparación para la batalla por la continuidad de la república estadounidense y Europa ya envuelta en confusión, el corazón de la cristiandad está siendo atacado por fuerzas políticas impías. Indubitadamente, los testigos de Jehová contemplan que el día se acerca. ¿Es realmente el momento de estar en aislamiento y sustituir las reuniones reales por las hechas en Zoom? ¿Qué ocurriría si la Internet dejara de funcionar? Tal acontecimiento no debería considerarse como una remota posibilidad. ¿Qué harían entonces las congregaciones? ¿Tendrían los hermanos que romper las cerraduras de los salones del reino desafiando a sus amos?
Desgraciadamente, aquellos que publican sus interpretaciones de Isaías como si fueran los pronunciamientos genuinos de Dios son precisamente aquellos acerca de quienes el Todopoderoso dice: “Porque Jehová ha derramado sobre ustedes un espíritu de sueño profundo; ha cerrado los ojos de ustedes, los profetas, y ha cubierto las cabezas de ustedes, los hombres de visiones. Para ustedes todas las visiones se vuelven como las palabras de un libro sellado. Cuando se lo dan a alguien que sabe leer y le dicen ‘Lee esto en voz alta, por favor’, él responde ‘No puedo, porque está sellado’. Y, cuando le dan el libro a alguien que no sabe leer y le dicen ‘Lee esto, por favor’, él responde ‘No sé leer’” (Isaías 29:10-12).
Aparentemente, el Cuerpo Gobernante le ha entregado el libro de la profecía a sus ayudantes, no obstante, ¡ninguno lo puede entender!
El capítulo 26 de Isaías es una de las revelaciones más profundas de las profecías. Se trata de la segunda venida de Cristo, durante la cual inspeccionará su casa y, como él mismo dijo, será un tiempo “para hacer justicia”. ¿No reveló Jesús que tanto los esclavos fieles como los malos se verán sometidos a su látigo? El esclavo descarriado debido a su ignorancia será azotado pocas veces, pero el esclavo malvado a voluntad recibirá muchos golpes.
El capítulo 26 de Isaías confirma este mismo resultado al decir: “Oh, Jehová, en su angustia ellos acudieron a ti; derramaron su oración en un susurro cuando los disciplinaste” (Isaías 26:16).
Por su parte, el versículo 19 nos indica esto: “Tus muertos vivirán. Mis cadáveres se levantarán. ¡Despierten y griten de alegría, residentes del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de la mañana, y la tierra dejará que los que están impotentes en la muerte vuelvan a vivir”.
Tanto Daniel como el apóstol Juan tuvieron visiones en las que estaban ante Cristo en su gloria. Los dos se desmayaron y quedaron como muertos. En ambos casos, se les despertó, se les animó a ponerse de pie y se les hizo comparecer ante el Señor del cielo y la tierra. Esos relatos fueron un patrón de la manifestación de Jesús a sus escogidos, después de que sean disciplinados. Estarán como muertos a los ojos de Dios por un momento, pero luego recibirán la medida completa del espíritu santo tan vivificante como el “rocío de la mañana”. Ellos cobrarán vida como hijos del Reino plenamente aceptados en las alturas. Repentinamente, aquellos humanos imperfectos llegarán a ser espíritus inmortales aun estando en la carne. ¡Verdaderamente, eso sí que será un gran milagro! Lo único que faltará en ese momento es que sean despojados del “tabernáculo” de carne, como lo llamó Pedro.
Cuando todo eso suceda, los esclavos inicuos no contemplarán la majestad de Jehová. ¿Cómo podrían hacerlo si no son hombres espirituales? Son animales, individuos impulsados por la codicia, las ansias de poder y las riquezas. En nombre de los escogidos, Isaías dice: “Oh, Jehová nuestro Dios, nos han gobernado otros amos aparte de ti, pero nosotros solo alabamos tu nombre. Ellos están muertos; no vivirán. Impotentes en la muerte, no se levantarán. Porque les has dirigido tu atención para aniquilarlos y acabar con toda mención de ellos”.
El Cuerpo Gobernante actúa como los amos mencionados en esta profecía. Son pastores que se alimentan a sí mismos. Rechazan a Jesucristo y alardean de ello al afirmar que lo hacen con el objetivo de salvar vidas. Ciertamente, ellos han gobernado sobre el pueblo de Dios. Viven como reyes en su palacio en Warwick y exigen la obediencia absoluta de todos los que invocan el nombre de Jehová. Sin embargo, tal como indica la carta de Judas: “Esos hombres son rocas escondidas bajo el agua mientras comen con ustedes en sus banquetes de hermandad; son pastores que se alimentan a sí mismos sin ningún temor; nubes sin agua llevadas de acá para allá por el viento; árboles sin fruto a finales de otoño, doblemente muertos y arrancados de raíz; olas bravas del mar, que arrojan la espuma de su propia vergüenza; estrellas sin rumbo fijo, para las que está reservada para siempre la más tenebrosa oscuridad”.
¡Qué vergüenza! Rebelarse como un Coré moderno y desafiar la autoridad de Jesús. El que se les describa como “árboles sin frutos” es muy adecuado. ¿Qué conocimiento tienen? La expresión “doblemente muertos” significa que han sido condenados a la muerte segunda. Por eso Isaías dijo: “Ellos están muertos”.
La furia de Jehová está en camino, amigos míos. Pronto, llegará a la Organización como un huracán categoría 5 que arrasa con todo. “Confíen en Jehová para siempre, porque Jah Jehová es la Roca eterna” (Isaías 26:4). ¡Qué buen consejo!