El acontecimiento más importante en la actualidad es el éxito de la iniciativa One Belt One Road de China, lo cual fue originalmente una idea de LaRouche hace más de 30 años. La implementación de la llamada nueva Ruta de la Seda es lo que Estados Unidos hubiese podido lograr después de la Segunda Guerra Mundial si los imperialistas británicos no los hubieran subvertido desde dentro. La política del Imperio Británico consiste en que las naciones tengan un crecimiento y desarrollo cero y esta es implementada principalmente a través del sistema bancario del FMI o, en otros casos, a través de la conquista o la invasión absoluta, como sucedió en Iraq, Siria y Libia.

La subversión de los Estados Unidos es aún más evidente con el cierre del programa espacial. Aunque los Estados Unidos llegaron a la Luna hace medio siglo, tal acontecimiento nunca volvió a ocurrir. Incluso el programa del transbordador espacial fue descartado.

A pesar de que a un creciente número de personas en el mundo occidental se les ha lavado el cerebro haciéndoles creer que el alunizaje fue un truco de Hollywood, hace unos meses China llevó una nave no tripulada al lado oscuro de la luna, una proeza de la ingeniería nunca antes lograda. El interés de China en la Luna consiste en extraer helio tres, con el propósito de desarrollar la próxima generación de producción de energía: la fusión nuclear, la cual es diferente a la fisión. Y tal como dice la revista Space Safety, el progreso científico de China no solo es revolucionario, sino que es un “cambio de juego”.

Mientras que los políticos cabeza hueca en Occidente proponen varias soluciones ridículas para combatir supuestamente el calentamiento global, como los paneles solares, los molinos de viento – los cuales son tecnología holandesa del siglo XIV – y los automóviles eléctricos – que en realidad dejan una huella de carbono mayor que los vehículos que funcionan con diesel – el desarrollo de la energía proveniente de la fusión nuclear podría eliminar el uso de combustibles fósiles por completo.

Obviamente, sin embargo, el miedo promovido por Londres al calentamiento global no se hace con la intención de salvar el planeta. Su objetivo es reducir drásticamente, no los gases de efecto invernadero, sino la población mundial. Es una política de genocidio. Desde que Thomas Malthus escribió su política acerca de los que ahora la élite llama ‘’estómagos inservibles’’ para la compañía británica de las Indias Orientales en 1805, la aristocracia británica ha promovido la idea de que la mayor amenaza para la humanidad es la humanidad misma, es decir, la superpoblación.

Desde el momento en que Donald Trump surgió en la escena política y proclamó que las relaciones positivas con Rusia y China son algo bueno, lo que presumiblemente implicaría el apoyo y la participación de Estados Unidos en la Iniciativa One Belt One Road, los británicos han orquestado lo que muchos han llamado un golpe de estado. Hasta este momento, sin embargo, parece que el plan para derribar al presidente estadounidense ha fracasado. Incluso ahora se habla de que algunos de los conspiradores del golpe podrían ser acusados ​​de cargos criminales tales como traición. Por lo tanto, el estado profundo tendría que recurrir a algo que no sea un juicio político para destruir a Trump.

Mientras tanto, Gran Bretaña convulsiona por la agitación del Brexit y Francia experimenta revueltas por causa de los llamados ‘’chalecos amarillos’’.

No es coincidencia que los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, a saber, Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos hayan gobernado al mundo durante los últimos 70 años tanto militar como económicamente, dejando a otras potencias, como Rusia y China, sin una influencia tan profunda como ellos a nivel global. Sin embargo, eso está cambiando. El llamado sistema financiero transatlántico solo puede seguir existiendo mientras la burbuja crediticia siga expandiéndose, inflada por la creación de más y más dinero. Una vez que comience la contracción inevitable, lo más probable es que todo resulte en una violenta implosión de todo el sistema financiero. Es por eso que China, Rusia y otras naciones y bancos centrales están cargándose de oro, preparándose para el colapso del dólar y el mundo posterior.

La inminente muerte del sistema financiero con sede en Londres y el ascenso de Rusia y China es lo que está impulsando la confrontación entre Oriente y Occidente. No obstante, Rusia y China han dejado claro que no buscan un conflicto. Ellos buscan la cooperación de todas las naciones no la guerra entre ellas. Es Londres quien está presionando todo para que ocurra una tercera guerra mundial.

¿Qué será de esta lucha por el poder global? Las profecías bíblicas indican que todo el sistema está destinado a derrumbarse. De las cenizas surgirá el último reino: el octavo rey. Los Lords de Londres implementarán su solución final y reducirán drásticamente la población de la tierra, a través de la guerra, el hambre y la pestilencia, los llamados jinetes del Apocalipsis.

“Y ciertamente demostraré indisputablemente sobre la tierra productiva [su propia] maldad, y sobre los inicuos mismos el propio error de ellos. Y realmente haré cesar el orgullo de los presuntuosos, y la altivez de los tiranos abatiré. Haré al hombre mortal más raro que el oro refinado, y al hombre terrestre [más raro] que el oro de Ofir. Por eso haré que el cielo mismo se agite, y la tierra se mecerá y moverá de su lugar ante el furor de Jehová de los ejércitos y ante el día de su cólera ardiente.’’ (Isaías 13:11 – 13).

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