Una continuación de la serie de artículos de Ezequiel.
Cuando empecé a publicar en e-watchman, había pasado casi exactamente un año después del ataque terrorista del 11 de septiembre, el cual se usó como pretexto para lanzar el plan de guerra perpetuo del Imperio Británico. (Por cierto, la razón por la que el estado profundo tiene la intención de derrocar al presidente estadounidense es porque este dijo claramente que iba a terminar con las guerras sin sentido. Y como Trump ha progresado con respecto a lo que se propuso, eso ha causado un gran disgusto a los Guardianes del Imperio).
En aquel entonces (2002) supe que la Primera Guerra Mundial no había sido el cumplimiento de las profecías acerca de la presencia de Jesús ni el desencadenamiento de los jinetes del Apocalipsis. Ahora estoy más seguro que nunca de que las cosas que Jesús predijo con respecto a la guerra, el hambre y la pestilencia están en el futuro.
Hasta ahora, sin embargo, la larga guerra del Imperio no ha impactado directamente sobre las naciones de Europa o América. Los trillones y trillones de dólares que se gastan para hacer explotar cosas y masacrar personas son otro asunto. Pero desde el golpe de Estado en Ucrania y especialmente desde la intervención de Rusia en Siria, las potencias nucleares del mundo se han visto envueltas en una confrontación que cada día crece más y más. Por ejemplo, el último recrudecimiento del conflicto ocurrió la semana pasada cuando Rusia anunció que tomaría medidas si EE. UU. sigue adelante con su plan de instalar una sofisticada estación de radar al norte de Noruega, a solo unos kilómetros de la frontera y una base naval rusa.
Como anécdota para contar, en 2005, cuando me reuní con el comité judicial en el salón del reino, lo último que les dije a los hermanos después de que me expulsaron fue que iba a haber otra guerra mundial.
Hace un par de años, uno de los ancianos del comité estaba predicando en mi calle, yo iba manejando, me detuve y bajé la ventanilla del pasajero de mi camioneta. Él me preguntó si iba a regresar, a lo que respondí: “Nunca me fui”. Sin embargo, le pregunté si recordaba lo que le dije acerca de una guerra global en el futuro. Me dijo que no. Le recordé y le pregunté si había observado la situación mundial y si era consciente de la probabilidad de una guerra en el futuro y las implicaciones de otra guerra mundial, a lo cual respondió: ‘’¿Y eso qué?’’.
Esa es la mentalidad de los testigos de Jehová: ‘’Y eso qué?’’. Todo sucedió en 1914. Un testigo no puede comprender las implicaciones de que 1914 no sea la fecha más importante en toda la historia. ¡La gran guerra que devastó a Europa en 1914-1918 fue el cumplimiento de todo! Los testigos de Jehová se sienten tan privilegiados de estar al tanto de este conocimiento. Sus mentes están cerradas, aseguradas con candado. No hay posibilidad de que la Watchtower esté equivocada. Las profecías acerca de las guerras, la escasez de alimentos y las pandemias globales no se cumplirán de una manera más acertada en el futuro, no, en lo absoluto. Jesús ya ha sido coronado como rey. El Reino está aquí. Además, la venida de Cristo inicia el juicio de la casa de Dios y, si eso no se ha llevado a cabo, eso significa que Jehová tiene algunos asuntos por resolver con las personas que afirman estar disfrutando de la adoración pura.
A través de la repetición constante, la Watchtower esencialmente ha convencido a los fieles de que la gran tribulación es todo lo que se avecina y que serán espectadores pasivos cuando Babilonia la Grande caiga.
Los testigos de Jehová ciertamente están preparados para la batalla, por así decirlo. La Watchtower ha estado tocando el cuerno de batalla durante muchos años, en realidad, durante un siglo. El pueblo de Jehová está listo, esperando que la bestia se vuelva hacia la ramera y luego venga la épica guerra de Armagedón.
Ahora considere la porción restante del capítulo siete de Ezequiel.
“HAN TOCADO LA TROMPETA”
“Han tocado la trompeta y ha habido un prepararse de todos, pero no hay nadie que vaya a la batalla, porque mi sentimiento ardiente está contra toda su muchedumbre. La espada está afuera, y la peste y el hambre están adentro. Quienquiera que esté en el campo, a espada morirá, y quienesquiera que estén en la ciudad, el hambre y la peste mismas los devorarán. Y sus escapados ciertamente escaparán, y en las montañas llegarán a ser como las palomas de los valles, todas las cuales están gimiendo, cada uno en su propio error. En cuanto a todas las manos, siguen cayendo; y en cuanto a todas las rodillas, siguen goteando agua. Y se han ceñido saco, y estremecimiento los ha cubierto; y en todos los rostros hay vergüenza y en todas sus cabezas hay calvicie.’’
Tal como sucedió durante el 9-11 y el 7 de diciembre de 1941, que la gente se ocupaba de sus asuntos y de repente todo cambió, eso es lo que va a suceder. Sin duda alguna, nadie sabe el día ni la hora y nadie sabe cómo, pero en algún momento en el futuro cercano, tan seguro como sale el sol todos los días, el martillo caerá. Los misiles van a volar. Quizás incluso se use un bombardeo cinético, es decir, desde el espacio, ¿No dijo Jesús “habrá escenas espantosas y del cielo grandes señales”?
Por cierto, Lucas es el único escritor de los evangelios que registró las palabras de Jesús acerca de las grandes señales en el cielo y el Señor las pronunció en el mismo contexto en el que menciono una profecía que todos conocemos: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en un lugar tras otro pestes y escaseces de alimento’’.
Ahora, considere lo siguiente: Si la profecía acerca de las guerras entre naciones se cumplió con la Primera Guerra Mundial, ¿por qué es que después de un siglo no hemos visto escenas espantosas ni grandes señales del cielo? ¿No dijo Jesús: “Cuando vean todas estas cosas sepan que él esta cerca”?
Entonces, aquí tenemos en Ezequiel a Jehová hablando de la espada, el hambre y la pestilencia, en el orden preciso en el que Jesús habló de las calamidades que ocurrirían sobre la tierra, y el orden exacto de la apertura de los sellos del rollo del Apocalipsis, y la Watchtower no hace ninguna conexión entre estos pasajes. Si usted le muestra todo esto a un anciano, probablemente su reacción será algo como: “¿Y eso qué?’’
No hace falta decir que la razón por la cual ninguno de los poderosos hombres espirituales se lanzará a la batalla espiritual que coincidirá con el estallido de la guerra global es porque estarán estupefactos y aterrorizados. Claro, Jesús exhortó a sus discípulos a que no se aterrorizaran al ver todas estas cosas. Y es verdad, los testigos de Jehová no se sienten aterrorizados por los horrores de la Primera Guerra Mundial pues, ningún testigo de la actualidad estaba vivo entonces. Pero seguramente cuando el caballo de guerra de color de fuego comience su galope mortal, los testigos de Jehová finalmente se verán confrontados con el hecho de que la Watchtower los engañó.
El que sus rodillas goteen agua es aparentemente una referencia a las personas que se mojan los pantalones, lo cual es una reacción común cuando alguien es aterrorizado repentinamente. Y así es como sucederá, pues tal como Jehová dijo en Isaías: “Sólo el terror los hará entender”.
La colocación de la tela de saco en los tiempos antiguos era una expresión de luto, o de total humillación. La profecía de Joel utiliza una expresión similar al decir: “Cíñanse, y golpéense los pechos, sacerdotes. Aúllen, ministros de[l] altar. Entren, pasen la noche en tela de saco, ministros de mi Dios; porque de la casa de su Dios han sido retenidas la ofrenda de grano y la libación.’’
Es casi cómico que la Watchtower enseñe que los testigos de Jehová son las langostas simbólicas de Joel, cuyo mensaje enfurece y atormenta a los sacerdotes y al clero de la cristiandad. Si tomamos en cuenta como si fuera verdad la interpretación de Betel de Joel, esta querría decir que Dios aparentemente está exhortando a los ministros de la cristiandad a suplicarle que los alivie de la predicación de los testigos de Jehová. Obviamente, cosas ridículas como estas son la razón por la cual la directiva de la Watchtower se humedecerá de terror y humillación cuando Dios desate sus hordas de langostas sobre el mundo.