Martes 16 de marzo
En los últimos días aparecerán burlones con sus burlas (2 Ped. 3:3).
Según se acerque el fin del mundo de Satanás, nuestra lealtad a Dios y a su Reino se pondrá a prueba más que nunca. Es probable que sigamos siendo objeto de burlas. Uno de los principales motivos es que somos neutrales. Debemos fortalecer ahora nuestra lealtad a fin de ser leales durante la gran tribulación. Durante ella, se producirá un cambio relacionado con los hermanos que dirigen la obra en la Tierra. En un momento dado, todos los ungidos que queden en la Tierra irán al cielo para luchar en Armagedón (Mat. 24:31; Apoc. 2:26, 27). Esto significa que ya no estará con nosotros el Cuerpo Gobernante. Pese a todo, la gran muchedumbre permanecerá organizada. Dirigirán la obra hermanos capacitados de las otras ovejas. Tendremos que demostrar nuestra lealtad apoyando a estos hermanos y obedeciendo las instrucciones que nos den de parte de Dios. De ello dependerá nuestra salvación. w19.10 17 párrs. 13, 14
No hay duda de que esto que nos dicen las Escrituras se ha cumplido: “Porque Jehová ha derramado sobre ustedes un espíritu de sueño profundo; ha cerrado los ojos de ustedes, los profetas, y ha cubierto las cabezas de ustedes, los hombres de visiones”.
Supongo que podría considerarse un progreso que, después de un siglo de investigación bíblica, la Organización finalmente se haya dado cuenta de que todos los ungidos estarán con Cristo en el cielo cuando ocurra la batalla de Armagedón. Pues, ¿de qué otra manera podría Dios aplastar a Satanás bajo sus pies en breve? (Romanos 16:20). *
Sin embargo, la afirmación de que el Cuerpo Gobernante estará en el cielo en ese tiempo no es correcta. ¿Habrá “hermanos capacitados” que dirijan la obra? Sí. Pero…
Hay un problema. Todo lo que la Sociedad ha enseñado en cuanto al cumplimiento de las profecías de los últimos días es mentira. Jesús no comenzó a gobernar en 1914. Su presencia invisible no empezó entonces. De hecho, su parusía no será invisible. El Señor siempre ha estado presente de manera invisible con sus discípulos. ¿No dijo Cristo que donde dos o tres estén reunidos en su nombre, él estaría en medio de ellos? ¿No es eso una presencia invisible? ¿Y no nos aseguró Jesús también que estaría con sus discípulos todos los días hasta la conclusión del sistema?
Hay muchas razones para ridiculizar a los promotores de este engaño masivo, pero eso no nos acercará más a Dios. El fraude de 1914 perpetrado por la Organización se caerá por sí solo. Dios lo compara con una pared muy elevada que se derrumbará en un instante.
No importa cuánta cal o yeso hayan sido aplicados a esa pared simbólica, esta no será en lo absoluto capaz de resistir la futura oleada de tiranía. La Organización ha afirmado que la segunda venida de Cristo es historia, que la Primera Guerra Mundial y la pandemia de la gripe española fueron el inicio del cumplimiento de profecías que no podrían tener uno más acertado en el futuro.
Esta idea la encontramos en el libro Razonamiento bajo el tema “Últimos Días”, como una respuesta a alguien que podría preguntar lo siguiente: “¿Cómo sabe usted que a alguna generación futura no le cuadraría mejor la profecía que a esta generación?”. Veamos lo que se nos indica:
“Esa es una pregunta interesante, y la respuesta a ella hace resaltar el hecho de que en realidad vivimos en los ‘últimos días’. ¿Por qué? Pues, parte de la señal que Jesús dio tiene que ver con guerras entre naciones y entre reinos. Pero, ¿qué sucedería hoy día si el cumplimiento de la señal exigiera que tuviéramos que esperar hasta que estallara otra guerra de esfuerzo total entre las superpotencias? Tal guerra dejaría pocos sobrevivientes, si algunos. Así, como usted puede ver, el propósito de Dios de que haya sobrevivientes indica que ahora vivimos muy cerca del fin de este viejo sistema”.
¡Efectivamente! ¿Qué pasaría si los Estados Unidos entraran en una guerra con Rusia y China, como pretende la máquina de guerra del Imperio? Indudablemente, se utilizarían armas de destrucción masiva. De hecho, la pregunta no es si esto ocurrirá, sino cuándo.
Parece que el Cuerpo Gobernante nunca hubiera leído la Biblia. O quizás no creen ni confían en Dios. Empero, lo que dicen es cierto: una guerra total entre las superpotencias implicaría el uso de armas nucleares y no habría sobrevivientes. No obstante, su ceguera es tal, que parecen no darse cuenta que fue precisamente eso a lo que se refería Cristo cuando dijo: “Porque entonces habrá una gran tribulación. Desde el principio del mundo hasta ahora, no ha habido una tribulación igual, y nunca más la habrá. De hecho, si ese tiempo no se acortara, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos ese tiempo será acortado”.
Si lo que sucede al inicio de la gran tribulación es la destrucción de Babilonia la Grande, ¿por qué tendría que intervenir Dios para acortar esos días o de lo contrario nadie se salvaría?
Ahora podemos entender mejor por qué hace mucho tiempo Dios planteó las siguientes preguntas: “¿Quién es ciego sino mi siervo, y quién es tan sordo como el mensajero que yo envío? ¿Quién es tan ciego como aquel que ha sido recompensado, tan ciego como el siervo de Jehová?” (Isaías 42:19).
Evidentemente, nadie está tan ciego como aquellos que dirigen a los testigos de Jehová. Lo que dicen que es imposible que ocurra es precisamente lo que Jesús predijo: una tribulación que no se comparará con ninguna otra calamidad que haya ocurrido, una tribulación tan catastrófica que solo la intervención divina evitará la extinción total de la raza humana.
No hace falta decir que el Cuerpo Gobernante se verá obligado a tragarse sus palabras, palabras que no tienen ningún valor. Serán avergonzados. Los exaltados reyes de la Organización serán humillados. La Sociedad misma perderá su prestigio como la portavoz terrenal de Jehová sin posibilidad alguna de resarcirse. ¿Qué nos muestran las Escrituras al respecto? “El orgullo del hombre será rebajado, y la arrogancia de los hombres será humillada. Solo Jehová será enaltecido ese día” (Isaías 2:17).
Quizás sea mejor que la gente no tenga ni idea de lo que va a suceder. El miedo puede paralizar a cualquiera. Indubitadamente, es por eso que Jesús predijo que los hombres se desmayarían de miedo durante la conclusión de este sistema de cosas. Jehová va a sacudir el mundo y será algo aterrador.
Ahora bien, los verdaderos últimos días no solo serán angustia y terror, no, Jehová tiene algo maravilloso preparado para ese tiempo. La presencia real de Jesús será visible, al menos para los ungidos que permanezcan fieles. La parusía es lo mismo que la manifestación y revelación de Cristo. La tribulación será interrumpida a causa de los escogidos, no para que sobrevivan, sino para que puedan recibir su sellado final, lo cual implicará que su Señor se les revelará. Eso fue lo que prefiguró la transfiguración.
Después de que la tribulación sea acortada, la bestia de Satanás cobrará vida, como si regresara del abismo de la muerte. Sin embargo, para ese entonces, ya el Reino habrá sido establecido. En ese momento, estará en pleno funcionamiento. Cuando los ungidos que queden en la Tierra sean sellados, se convertirán en reyes del Reino de Dios incluso antes de morir. Ciertamente, ellos estarán bien capacitados. De hecho, brillarán tan intensamente como el sol en el Reino de Dios. Jesús y el Diablo gobernarán el mundo simultáneamente durante un corto período de tiempo que las Escrituras indican que ascenderá a 42 meses.
Los ungidos que vean a Cristo serán sus testigos en el más completo de los sentidos. Serán presentados ante los gobernantes del mundo y darán testimonio de que han visto a Jesús. En la Biblia se los simboliza como los dos testigos que están junto al Señor de toda la tierra. Los reyes de la tierra serán entonces reunidos mediante expresiones demoníacas en un lugar llamado Armagedón por haberse convertido en adversarios y asesinos de los hijos sellados de Dios.
*Lea el artículo “¿Sobrevivirá el cristianismo al fin de este mundo?” que encontrará en esta misma página.