En el artículo anterior, la enseñanza de la Watchtower con respecto a que la bestia de Apocalipsis ya había recibido el golpe de muerte fue puesta a prueba y demostró ser falsa. Este artículo examina más detenidamente los breves comentarios de la Atalaya del 15 de septiembre de 2012 y de los testigos de Jehová que creen que el lugar sagrado destinado a la desolación es Babilonia la Grande.
De acuerdo con la exhortación del sabio apóstol, volvamos a poner a prueba esta “expresión inspirada”. He aquí un extracto del párrafo cinco del artículo principal:
‘’ ¿Cuál será el siguiente suceso futuro? Pablo predijo: “Cuando los hombres estén diciendo: ‘¡Paz y seguridad!’, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente”. La primera fase de esta “destrucción repentina” es el ataque a “la ramera”, es decir, “Babilonia la Grande”, el imperio mundial de la religión falsa (Rev. 17:5, 6, 15). Esta ofensiva contra todas las religiones falsas, incluidas las de la cristiandad, marcará el comienzo de la “gran tribulación” (Mat. 24:21; 2 Tes. 2:8). ’’
El artículo solamente cita Mateo 24:21, cuyo contexto dice: ‘’Por lo tanto, cuando alcancen a ver la cosa repugnante que causa desolación, como se habló de ella por medio de Daniel el profeta, de pie en un lugar santo (use discernimiento el lector), entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas. El que esté sobre la azotea no baje para sacar los efectos de su casa; y el que esté en el campo no vuelva a la casa a recoger su prenda de vestir exterior. ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que den de mamar en aquellos días! Sigan orando que su huida no ocurra en tiempo de invierno, ni en día de sábado; porque entonces habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder. De hecho, a menos que se acortaran aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos aquellos días serán acortados. ’’
Claramente, las palabras de advertencia de Jesús fueron dirigidas a sus seguidores que estarían viviendo en el tiempo del juicio y que tendrían que obedecer su mandato de abandonar lo que había sido considerado sagrado cuando cierto acontecimiento ocurriera.
En el primer siglo la aparición de la cosa repugnante resultó ser el ejército romano cuando cercó Jerusalén en el año 66. Antes de ese acontecimiento los judíos se habían rebelado contra Roma, obligando al rey Agripa II a huir de la ciudad. Pero cuando miles de soldados bajo el mandato de Cestio Galo emprendieron el camino de regreso a Jerusalén, llevando las insignias imperiales (comparable a las banderas nacionales de hoy en día) y comenzaron a socavar la pared del templo, esa fue la señal: una cosa repugnante estaba de pie donde no debía, en un lugar santo. Cuando los romanos se retiraron inexplicablemente, se presentó la oportunidad para que los cristianos obedecieran las palabras de advertencia de Cristo.
La Watchtower ha enseñado durante mucho tiempo que Jerusalén y su templo son un tipo de la cristiandad moderna e incluso de toda Babilonia la Grande, el gran sistema global de la religión organizada. Este razonamiento se basa en el hecho de que los judíos, en su mayor parte, desagradaban a Dios porque no aceptaban a Jesús; en consecuencia, Dios ya no consideraba que el templo judío fuera santo, por lo tanto destruyó Jerusalén y el templo en lo que Jesús predijo que sería una gran tribulación. Sin embargo, pongamos a prueba la aseveración de la Watchtower.
Uno de los únicos relatos de la vida de Jesús cuando era niño habla de cuando subió a Jerusalén con sus padres para la fiesta de la Pascua. Jesús tenía doce años en ese momento. Imaginando que el niño estaba en compañía de otra familia o conocidos, sus padres viajaron un día entero antes de darse cuenta de que Jesús no estaba con ellos. En medio del pánico, José y María regresaron a Jerusalén y después de buscarlo tres días, encontraron a Jesús en el templo. Cuando su madre lo regañó por angustiarlos así, Jesús respondió “¿Por qué tuvieron que andar buscándome? ¿No sabían que tengo que estar en la [casa] de mi Padre?”. Sin embargo, no comprendieron el dicho que les habló. ’’
Entonces, Jesús consideró el templo judío como la casa de su Padre. Esto fue aún más evidente después que Jesús fue bautizado para convertirse en el Mesías, cuando expulsó por primera vez a los cambistas del templo, lo cual hizo repitió cuando estuvo por última vez en Jerusalén. Cuando Jesús fue arrestado en el Jardín de Getsemaní, recordó a sus apóstoles y a la multitud que llevaba antorchas que día tras día enseñaba públicamente en el templo. Jesús obviamente consideraba que el templo era algo sagrado.
Los apóstoles y los discípulos consideraban también que el templo era santo. Después de que Jesús resucitó y volvió al cielo, sus discípulos siguieron su modelo, enseñando a diario en el templo. Al parecer, fueron allí para adorar también, tal como el capítulo tres de Hechos relata cuando Pedro subió al templo a orar y se encontró con un mendigo cojo. Incluso después de que Cristo le dijo a los judíos que su casa había sido abandonada, Jesús habló a Pablo mientras oraba en el templo. (Hechos 22)
Entonces, ¿Cuando dejo de ser visto como un lugar santo el templo? Al parecer, los cristianos hebreos lo veneraban como algo santo a Dios hasta el momento en que los romanos profanaron el lugar santo. Después de todo, si los cristianos que vivían en Jerusalén tenían que estar pendientes de cuando la cosa repugnante comenzara a estar de pie en un lugar santo, ¿no habrían tenido que ver realmente el templo como algo sagrado y no simplemente como algo que alguien afirmaba erróneamente que era santo? Jesús ciertamente lo consideró santo también.
Siendo este el caso, ¿no debería ser el lugar santo moderno algo que los cristianos también consideran sagrado de verdad?
No es necesario que ninguna clase de aspirantes a profetas haga una interpretación fantasiosa de lo que Jesús quiso decir. Jesús nos dio pistas cuando él habló de la cosa repugnante, agregando: ” como se habló de ella por medio de Daniel el profeta, de pie en un lugar santo’’.
Así que, si realmente usamos el discernimiento, como Jesús nos aconsejó, ¿qué nos revela Daniel? Simplemente que la cosa repugnante está destinada a traer desolación al cristianismo, no a la cristiandad. Daniel 12:11 dice: ” Y desde el tiempo en que el [rasgo] constante haya sido removido, y haya habido una colocación de la cosa repugnante que está causando desolación, habrá mil doscientos noventa días”.
El capítulo 8 de Daniel es más detallado. Menciona específicamente, no sólo el llamado “rasgo constante”, sino también el pisoteo del lugar santo. Daniel 8:13 y 14 dicen: “¿Cuánto durará la visión del [rasgo] constante y de la transgresión que causa desolación, para hacer tanto [del] lugar santo como [del] ejército cosas para hollar?’’.
En todo el comentario de la Watchtower sobre Daniel no hay nada que ellos interpreten relacionado con la destrucción de Babilonia el Grande por el octavo rey. Admiten que el rasgo constante y el lugar santo serán desolados durante el tiempo del fin se refieren a la congregación de Cristo. Pero, como seguramente saben todos los testigos de Jehová, el augur de Betel ha relegado todo al pasado, a acontecimientos relativamente insignificantes. De hecho, en su complicada metodología, la Sociedad ha determinado que el “rasgo constante” fue removido y el lugar santo del dominio de Cristo fue pisoteado en dos ocasiones diferentes durante las dos guerras mundiales.
Entonces, ¿cómo es que el hecho que la cosa repugnante se ponga de pie en un lugar santo, sobre lo cual Cristo habló y específicamente aconsejó al lector a dirigirse a Daniel, de alguna manera se relacione con el fin de Babilonia el grande? ¿No es éste otro caso en el que la “expresión inspirada” de la Watchtower no pasa la prueba? Seguramente, todo cristiano inteligente admitirá que tal es el caso.
Pero, el articulo de la Atalaya tiene la razón en una cosa: ” pronto ocurrirán sucesos que estremecerán al mundo’’.
¿Qué eventos son esos? Ese será el tema del próximo artículo.