PREGUNTA: He estado tratando de averiguar cómo mueve Satanás los hilos detrás de escena y no puedo encontrar una respuesta. ¿Cómo influye en los humanos para que hagan su voluntad? ¿Tiene la Biblia alguna respuesta para esta pregunta? Me parece que los humanos son por naturaleza malvados y no necesitan la influencia de Satanás. ¿No tendría él que poseer a alguien para influir en esa persona? ¡Gracias por todo lo que usted hace!

RESPUESTA: Usted tiene la razón. Todos estamos inclinados a hacer el mal. Es como un defecto de nacimiento. Dios hizo esa observación después del Diluvio cuando dijo: “Nunca más maldeciré el suelo por culpa de los hombres, porque el corazón de los hombres tiende al mal desde la juventud. Nunca volveré a destruir de esta manera a todo ser vivo”.

El mismo hecho de que todos estemos inclinados al mal nos hace vulnerables y muy susceptibles a la influencia insidiosa de Satanás y a sus tentaciones. El Diablo apela a nuestros deseos egoístas y juega con nuestros miedos más profundos. En contraste, cuando Jesús le habló a sus discípulos acerca de su partida, él dijo lo siguiente: “Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque viene el gobernante del mundo, aunque sobre mí él no tiene ningún poder” (Juan 14:30)

El gobernante del mundo es Satanás. Pero, ¿qué quiso decir Jesús con que el Diablo no tenía ningún poder sobre él? Jesús quiso decir que Satanás no podía influir en él de ninguna manera. Jesús era perfecto. No estaba inclinado a hacer el mal. No tenía deseos egoístas, ni ningún tipo de orgullo vano. No poseía ningún tipo de debilidad carnal, ni tampoco tenía ningún tipo de miedo. El Tentador lo intentó una y otra vez, pero no pudo hacer que el Mesías tomara un derrotero egoísta. Ni siquiera al enfrentarlo a humillaciones y a una muerte horrible y dolorosa, el Diablo pudo lograr que Jesús dudara o se desviara de lo que sabía que era la voluntad de Dios para él.

Curiosamente, Satanás aparentemente influyó en uno de los amigos más cercanos de Jesús en un esfuerzo por persuadir al Señor para que tomara un curso egoísta. Esa fue la ocasión en la que Pedro le aconsejó inocentemente a Cristo que fuera bondadoso consigo mismo y que no se preocupara por lo que le iba a suceder. La severa reprimenda de Jesús, “¡Ponte detrás de mí, Satanás!”, sugiere que Pedro había sido utilizado momentáneamente como un portavoz involuntario del Maligno.

Había muchas personas poseídas por demonios cuando Jesús estaba en la Tierra. Pero la posesión demoníaca no siempre se manifiesta de manera obvia. Todos hemos leído los relatos de los hombres salvajes que Jesús encontró que vivían en un cementerio, de los cuales al menos uno de ellos estaba poseído por tantos demonios que uno de los espíritus dijo que se llamaba “Legión” porque eran muchos los que atormentaban a ese pobre hombre. No obstante, hay otras formas más sutiles de posesión demoníaca. Considere lo que nos muestra el capítulo 16 de Hechos. Allí se nos indica que Pablo se encontró con una joven sirvienta “poseída por un espíritu, un demonio de adivinación”. Evidentemente, la muchacha actuaba de una forma normal, sin comportamientos extraños o violentos. De hecho, era lo que se podría llamar una testigo cristiana. Ella declaró durante varios días diciendo la verdad que Pablo y Bernabé eran “esclavos del Dios Altísimo” y que estaban “predicando el camino de la salvación”.

El hecho es que la posesión demoníaca es relativa. Algunas personas están completamente poseídas por espíritus malignos, pero parece que eso no es común. Sin embargo, todos estamos bajo la influencia de Satanás en mayor o menor grado. ¿Podemos jactarnos de que el gobernante del mundo no tiene poder sobre nosotros? Eso sería muy difícil. El que piensa que está de pie, ¡que tenga cuidado de no caer!

Pablo era consciente de todo esto. En 2 Corintios 12:7, el apóstol expresó lo siguiente: “Para evitar que me llene de orgullo, recibí una espina en la carne, un ángel de Satanás, que sigue abofeteándome para que no me llene de orgullo”.

Se desconoce la manera en la que aquel demonio “abofeteaba” a Pablo, pero sin duda el apóstol estaba al tanto de la presencia de ese ángel de Satanás, quien tal vez se burlaba de él por sus defectos.

Pablo explicó que la influencia de Satanás es ubicua. Después de todo, él es el dios de este mundo. Eso nos dice mucho. En su carta a los Efesios, el apóstol señaló lo siguiente: “Además, Dios les dio vida a ustedes, aunque estaban muertos debido a las ofensas y pecados que en otro tiempo cometieron siguiendo el sistema de este mundo, siguiendo al gobernante que tiene autoridad sobre el aire, sobre el espíritu que ahora actúa en los hijos de la desobediencia” (Efesios 2:1, 2).

El “gobernante que tiene autoridad sobre el aire” es una expresión extraña. Algunas versiones dicen “el príncipe de la potestad del aire”. Tales expresiones sugieren que la influencia demoníaca está en todas partes y es tan penetrante como el aire que todos respiramos. Curiosamente, la analogía de Pablo se ha vuelto aún más relevante con la llegada de la radio, la televisión y la tecnología inalámbrica, la cual permite que los mensajes se transmitan literalmente a través de ondas de radio. Obviamente, todos estamos influenciados por el cine, la música y la televisión. Los medios de comunicación han definido a esta generación.

Indudablemente, muchos artistas y personas influyentes están poseídos por demonios. Algunos de ellos ni siquiera intentan ocultar su afiliación satánica. La adoración al Diablo se está volviendo cada vez más común. Los agentes de Satanás no son como el alma desafortunada que estaba poseída por una legión de demonios. No, estos parecen más a la sirvienta con un espíritu de adivinación. Son ídolos de la música, estrellas de cine y celebridades, capaces de influir en millones.

Satanás le habló directamente a Jesús, sin intentar disfrazarse, ya que él nunca hubiera engañado a Cristo. No obstante, en el jardín de Edén, Satanás se hizo pasar por una serpiente. Evidentemente, él usó al reptil como un ventrílocuo puede hacer que un muñeco parezca que habla. Ante todo, los demonios son maestros del disfraz. Son capaces de imitar nuestra propia voz interior, los mismos pensamientos que reconocemos en nuestra mente y con los que estamos familiarizados como propios y asumimos que son privados. Al hacerlo, pueden inyectar pensamientos en nuestras mentes que tal vez no reconozcamos como provenientes de una fuente demoníaca. Ellos no suelen actuar como nos muestran algunos relatos escalofriantes de personas que escuchan una voz que les dice que asesinen a sus seres queridos o cosas similares. No, es mucho más probable que los demonios usen una voz amigable y cautivadora, instándonos a ser amables con nosotros mismos. Algo similar a cuando nos ponemos a dieta y algunas voces en nuestra cabeza nos dicen: “Come hoy y mañana comienzas”.

Debido a que somos influenciados por otros, no es necesario que el Diablo alcance a todos y cada uno de los individuos. Como todos somos parte de este mundo, de este sistema maligno, todos estamos sujetos a respirar el aire viciado. Piense en ello como el mal aliento del gran dragón.

Con tan solo utilizar a algunas personas influyentes, Satanás puede afectar el pensamiento de muchos. Un ejemplo de esto lo vemos con la teoría de la evolución. Charles Darwin puso en marcha este engaño masivo que se ha institucionalizado. Ahora se espera y se exige que todos acepten este fraude como un hecho indiscutible. Y, lastimosamente, la mayoría de la gente lo hace.

Por otro lado, hay una gran cantidad de mentiras religiosas que se aceptan como la verdad de Dios. Y, aunque lamente decirlo, los testigos de Jehová también están bajo la influencia de Satanás por medio de una operación diseñada solo para ellos. Esta se basa en la mentira de que Cristo ya ha regresado y que está presente de manera invisible. La Biblia identifica a la fuente de este fraude como “el hombre que desafía la ley”.

Tal como se mencionó previamente, cuando Jesús estuvo en la tierra, él expulsó a los demonios de muchas personas. A pesar de eso, la mayoría de los judíos no pusieron fe en él. Los fariseos incluso llegaron a afirmar que Jesús hacía sus milagros por el poder de Belcebú. Por esa razón, Jesús ilustró su situación contando una pequeña historia: “Cuando un espíritu maligno sale de una persona, pasa por lugares resecos buscando un sitio donde descansar, pero no lo encuentra. Entonces dice: ‘Volveré a mi casa, de la que me fui’. Y al llegar la encuentra desocupada, barrida y decorada. Entonces se va y lleva a otros siete espíritus todavía peores que él y, después de meterse dentro, ellos se quedan a vivir allí. Y la situación final de la persona resulta peor que la primera. Eso es lo que le pasará a esta generación malvada” (Mateo 12:43-45).

Jesús comparó a toda aquella generación de judíos con un hombre que había sido liberado de un espíritu inmundo. Sin embargo, el antiguo ocupante malvado decidió regresar y tomar posesión de su “casa” que había sido limpiada, pero que estaba desocupada, llevándose consigo a otros espíritus más malvados que él. Esto se cumplió cuando la generación que no aceptó al Mesías sufrió un destino horrible a manos de los romanos que destruyeron Jerusalén y el templo. De la misma forma, la generación a la que se le prediquen las buenas nuevas antes de la venida del Hijo del Hombre tendrá un final espantoso cuando el día de Jehová finalmente llegue.

En la noche de su arresto en Getsemaní, Jesús le dijo lo siguiente a la turba que venía por él: “¿Salieron con espadas y garrotes como si yo fuera un ladrón? Día tras día estuve con ustedes en el templo y no me pusieron las manos encima. Pero esta es la hora de ustedes y la hora en que gobierna la oscuridad”.

La expresión “la hora en que gobierna la oscuridad” indica que había llegado el momento de que Dios permitiera que Satanás manejara por completo los asuntos. Dios estaba quitando cualquier restricción que imposibilitara eso. Recuerde que, tan solo unos días antes, grandes multitudes de judíos aclamaban a Jesús como el rey de Israel, pero ahora, durante la hora de las tinieblas, la multitud clamaba por la ejecución de Cristo como un delincuente común. Tal es la influencia de Satanás.

Dentro de poco, habrá otra “hora en que gobernará la oscuridad”. Al igual que cuando Jesús iba a morir, Dios volverá a quitar toda restricción. A Satanás se le permitirá expresar su ira como nunca antes. Aquellos bajo su influencia entonces no podrán resistir convertirse en sus peones y perseguirán a aquellos que busquen permanecer fieles. Será tal como lo predijo Cristo: “el hermano entregará a su hermano para que lo maten, y el padre a su hijo, y los hijos se volverán contra sus padres y harán que los maten. Toda la gente los odiará por causa de mi nombre”.

En última instancia, expresiones inspiradas por demonios llevarán a los gobernantes del mundo a atacar a los ungidos, provocando así la guerra de Armagedón.

Con respecto al príncipe de la potestad de este aire inmundo, Pablo dijo que opera en los hijos de la desobediencia. Por lo tanto, la clave para resistir la influencia de Satanás es la obediencia a la Palabra de Dios. Obedecer la voz de Dios tal como se expresa a lo largo de las páginas de las Santas Escrituras nos protegerá de ser alcanzados por el Maligno. No existe otra alternativa.