Aunque usted crea o no en la segunda venida de Cristo, la mayoría de la gente en todo el mundo al menos sabe algo del concepto, incluso aquellos que ni siquiera se consideran cristianos. Sin embargo, algo quizás aún más extendido que las diversas formas de la escatología cristiana es el conocimiento del diluvio de los días de Noé.
Una vez más, si las personas creen que realmente hubo un diluvio global no es el punto. El hecho de que casi todas las personas del mundo hayan oído alguna forma de la historia bíblica del diluvio es significativo. Y aunque el regreso de Jesucristo y el gran diluvio de Noé puedan parecer totalmente ajenos, no lo son. Jesús mismo hizo la conexión cuando declaró en Mateo 24: 37-39: “ Porque así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre. Porque como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre.’’
Mientras que la mayoría de las traducciones de la Biblia usan la palabra “venir” en lugar de “presencia”, la traducción del Nuevo Mundo de la biblia hace más exacto el significado de la palabra parusía al traducirla como presencia. La palabra griega, parousia, significa literalmente “estar junto a”. Es cierto que Jesús también habló de su venida, pero su venida y presencia son algo diferentes. Es su llegada en un punto definido lo que inicia un período que llamado parusía, tiempo en el cual Jesús finalmente aparecerá junto a los elegidos y los ángeles encabezarán una gran separación de personas en dos campos: los salvos y no salvos, tal “como [fue en] los días de Noé”.
Por supuesto, los testigos de Jehová creen que la presencia de Jesús comenzó en 1914 y esta ha sido una realidad continua durante casi un siglo. Pero si ese es el caso, ¿por qué el mundo actual no ha sido barrido por el juicio de Dios ya? ¿No comparó Jesús su presencia (parusía) al día en que Noé y su familia entraron en el arca? Piénselo por un momento.
Considere también lo que el apóstol Pedro escribió acerca de la parusía y el diluvio: “Porque ustedes saben esto primero, que en los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: “¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron [en la muerte], todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación”. Porque, conforme al deseo de ellos, este hecho se les escapa, que hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios; y por aquellos [medios] el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua. Pero por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos. ’’
Los testigos de Jehová pueden asumir que los burlones mencionados anteriormente niegan la realidad de las señales de la presencia de Cristo, pero parece ser que esa no es la forma en la que las palabras anteriores deben ser entendidas. Según el contexto, ellos no tienen en cuenta el juicio anterior de Dios sobre el mundo antiguo. En otras palabras, estos rechazan aceptar el diluvio como acontecimiento real, histórico. Y sobre esa base ridiculizan la noción de cualquier futuro día de juicio durante la presencia de Cristo.
Es de notar que los burlones hacen una aparición durante los últimos días, inmediatamente antes del ardiente día de Jehová. Si bien ha habido muchos de ellos y negadores a lo largo de los años, ¿qué podría explicar que estos se hacen más prominentes durante los últimos días?
Hay un par de factores a considerar. Primero: a pesar del error de la doctrina de la Watchtower de 1914, las burlas parecen ser una respuesta a la obra de predicación de los cristianos que anuncian la venida del reino de Jehová. Por lo tanto, cuando las personas se enfrentan con el tema del juicio divino se burlan de su mensaje. En segundo lugar, durante más de un siglo ha habido un esfuerzo sistemático por parte de las comunidades científicas y académicas para socavar la credibilidad de la Biblia, particularmente el relato del Génesis de la creación y el diluvio.
Antes de la era industrial, los pueblos de la cristiandad generalmente aceptaban el relato del diluvio de Noé como auténtico y tendían a ver la historia de la tierra, como formaciones geológicas, fósiles y otros, como una manifestación de la catástrofe causada por el gran diluvio. Pero hacia la última parte del siglo XVIII esa forma de pensar comenzó a ser cuestionada.
Se atribuye a varios escoceses la creación de lo que se ha convertido en la geología moderna y con ella, un concepto llamado uniformitarismo. El principal defensor del uniformitarismo fue el escocés, Charles Lyell, cuyo trabajo fue apoyado en última instancia por la Corona. Desde entonces, la teoría uniformista se ha convertido en la piedra angular de toda la ciencia geológica.
La teoría uniformista, tal como la define Wikipedia, “asume que las mismas leyes naturales y procesos que operan en el universo ahora, siempre han operado en el universo en el pasado y funcionan igual en todo el universo. Su metodología se resume con frecuencia como “el presente es la clave del pasado”, porque sostiene que todas las cosas continúan como lo fueron desde el principio del mundo”.
Sorprendentemente, la doctrina uniformista declara explícitamente lo que se atribuye en la profecía a los burlones de los juicios de Dios, a saber: “todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación”.
Sin lugar a dudas, la burla de los ridiculizadores se deriva de lo que comúnmente se acepta como “verdad científica”. Pero tal como es el caso de la evolución, la teoría uniformista se ha convertido en “verdad” a través de la tiranía.
(La alternativa al uniformitarismo es el catastrofismo: se atribuye a John Whitcomb y a Henry Morris el resurgir del catastrofismo con la publicación en 1961 del Genesis Flood. Una versión resumida llamada The World That Perished fue lanzada en 1988. Una sinopsis del catastrofismo es presentada en un ensayo de Ezine. Desafortunadamente, la causa del catastrofismo es descartada por el hecho que muchos de sus proponentes son creacionistas).
Uno de los principales argumentos en contra del Diluvio de Génesis es la cuestión de dónde vino toda el agua que inundó la tierra y a dónde fue después. Después de todo, el relato del Génesis dice que las aguas cubrieron hasta las montañas más altas. Presumiblemente esto habría incluido al Monte Everest. Pero el Everest está a casi 9000 metros sobre el nivel del mar. No hay suficiente agua en el planeta para cubrir la tierra con esa profundidad.
Por supuesto, se asume que el Monte Everest tenía 8.800 metros de altura durante el tiempo de la inundación. Pero, ¿es eso cierto? No según las Escrituras. Salmos 104: 8 indica que las montañas eran mucho más bajas entonces y que inmediatamente después del diluvio “ – montañas procedieron a ascender, llanuras-valles procedieron a descender— al lugar que tú has fundado para ellas. ‘’
El registro geológico atestigua el hecho de que hasta las montañas más altas, incluido el Everest, fueron sumergidas bajo el océano, hecho evidenciado por la aparición de conchas marinas y restos fosilizados de peces en ellas.
Otra objeción común al Diluvio es cómo la atmósfera podría haber contenido la cantidad de agua suficiente para inundar toda la tierra, incluso si las actuales cordilleras eran mucho más bajas. Los defensores del diluvio de Génesis han defendido la noción de que la tierra estaba envuelta en un dosel de vapor de agua. El sitio web, talk-origins, humorísticamente señala que la hipótesis del dosel de vapor no contiene agua.
Sin embargo, la Biblia no enseña que había un dosel de vapor de agua sobre la tierra. Génesis establece claramente que las aguas que cubrían la tierra fueron divididas, de modo que una masa de agua en forma líquida quedó suspendida sobre la tierra. La segunda carta de Pedro hace eco de eso, describiendo a la tierra como estando ‘’ compactamente fuera del agua y en medio del agua, por la palabra de Dios.” La palabra hebrea traducida como “diluvio” significa literalmente océano celestial.
Por supuesto, el uniformitario objetaría igualmente que un océano celeste estuviera suspendido sobre la tierra, ya que según esa teoría las fuerzas que existían en el pasado lejano siguen en funcionamiento ahora. Por lo tanto, la doctrina uniformista descarta la operación de cualquier tipo de poder sobrenatural. Sin embargo, la Biblia afirma claramente que el océano celestial no fue puesto en su lugar por fuerzas naturales, como la evaporación o la condensación. Como ya hemos dicho, el océano celestial vino a existir por la palabra de Dios. El apóstol se refería obviamente a Génesis 1: 6-7, que dice: “ Y Dios pasó a decir: “Llegue a haber una expansión en medio de las aguas, y ocurra un dividir entre las aguas y las aguas”. Entonces Dios procedió a hacer la expansión y a hacer una división entre las aguas que deberían estar debajo de la expansión y las aguas que deberían estar sobre la expansión. Y llegó a ser así. ’’
La operación del poder creativo de Dios reemplaza las fuerzas naturales que Dios tiene en su lugar. Así como toda la creación, tanto la vida vegetal como la animal, no han llegado a existir por las fuerzas naturales ahora en operación, tampoco se debe asumir que las aguas del diluvio no pudieron haber sido originalmente suspendidas por el poder de Dios y después ser sujetas a las llamadas leyes naturales.
Por ejemplo, aunque es imposible decir exactamente cómo lo hizo Jehová, así como es imposible explicar cómo la vida en la tierra supuestamente llegó a existir por medios naturales, no es improbable que un gran volumen de agua pudo haber estado suspendido en una capa relativamente fina muy por encima de la tierra en lo que se llama la termosfera.
Pero según la teoría uniformista, eso no pudo haber ocurrido. Dios no pudo hacer eso. Tal como dice la Escritura, “ conforme al deseo de ellos, este hecho se les escapa”.
Así como la tierra estuvo una vez en medio de las aguas abajo y arriba, el apóstol continuó explicando que por la misma palabra de Dios los cielos y la tierra que existen actualmente están reservados para fuego. ¿En qué sentido podría decirse eso?
En los últimos 50 años las naciones han adquirido literalmente los medios para destruir el mundo. Los aviones y misiles balísticos intercontinentales pueden precipitar el fuego nuclear sobre cualquier lugar del planeta. Incluso una bomba nuclear detonada a gran altitud puede destruir la infraestructura eléctrica y de transporte de toda una nación en un fenómeno conocido como pulso electromagnético (EMP).
Aunque en las páginas de la Biblia Dios ha dado su promesa de que no permitirá que la tierra sea destruida, por medio de los profetas Dios decretó que un asesino llamado “el tirano de las naciones” devorará el mundo y provocará la ira de Dios. Debido a que los profetas hebreos, así como el Apocalipsis, profetizan que las naciones serán envueltas y destruidas como un preludio a la intervención directa de Cristo, en ese sentido se puede decir que los cielos y la tierra están reservados para fuego por la palabra de Dios.