El progreso humano ha sido tendencia durante mucho tiempo. Durante los últimos 250 años, el mundo se ha transformado gracias a innumerables invenciones, especialmente gracias a los avances en la producción de energía. Durante miles de años, quemar leña fue el único método utilizado para mantener el calor y cocinar los alimentos. Una lámpara de aceite o una vela era la única forma de producir luz. La producción de alimentos se limitaba a la cantidad de acres que un hombre podía arar con un toro o un burro.

El descubrimiento de petróleo subterráneo a principios del siglo XX ha tenido el impacto de mayor alcance, junto con el desarrollo de la generación de electricidad a partir de vapor de agua. La obtención de gasolina, diésel y combustible para aviones del petróleo proporciona los medios para impulsar todo tipo de vehículos y embarcaciones. El gas natural impulsa la generación de electricidad, al igual que el carbón. Aparte de los vehículos, casi todo funciona con electricidad o baterías. Sin el gas, el petróleo o la electricidad no existiría nuestra civilización moderna y habría muchísimas menos personas.

La energía nuclear ha llevado la producción de electricidad a un nivel mucho más alto. Una libra de uranio genera de 2 a 3 millones de veces más energía que la quema de una libra de carbón. Y ahora, la fusión atómica promete un salto tecnológico aún mayor que la fisión. China se encuentra trabajando en esta nueva fuente de generación de energía y la está desarrollando rápidamente.

Como resultado del desarrollo de formas superiores de generación de energía, la agricultura moderna y medios de transporte rápidos, la población humana ha crecido a casi ocho mil millones de almas con el potencial de sustentar muchos miles de millones más.

Simultáneamente con el crecimiento de la tecnología, sin embargo, ha habido un esfuerzo concertado por parte del Imperio británico para prevenir el acceso de las naciones subdesarrolladas a las tecnologías modernas. Y ahora el esquema se está implementando con el pretexto de salvar al planeta del dióxido de carbono con el objetivo de hacer retroceder la producción de energía incluso en las naciones desarrolladas, siendo Estados Unidos la primera.

Desde sus inicios, el Imperio británico ha promovido la mentira de que el mundo está sobrepoblado. Antes de que hubiera mil millones de personas, la propaganda maltusiana, junto con el darwinismo, se convirtieron en los principios fundamentales del este imperio: la noción de que los humanos no son diferentes a los animales y que no pueden ni deben controlar la naturaleza.

Hace unos 50 años, la monarquía británica comenzó a promover vigorosamente el ecologismo mezclado con mitología griega, lo cual dio como resultado lo que conocemos como hipótesis Gaia. El culto a Gaia cree que la Tierra es una diosa y que todas las criaturas son iguales, lo que le da un componente religioso al ambientalismo. Al deificar la Tierra, los humanos han sido considerados los transgresores cuyo número debe reducirse drásticamente para apaciguar a la diosa. La monarquía británica tiene la intención de eliminar el rebaño humano y reducir el número de los de nuestra especie a alrededor de mil millones. Es terrible y sumamente perturbador que no solo tienen la inclinación a cometer asesinatos a una escala que desafía la comprensión, sino que ahora tienen los medios para llevarlos a cabo.

El príncipe Felipe, que era un gran admirador de Hitler, cuyas hermanas estaban casadas con oficiales nazis, dijo públicamente en más de una ocasión que le gustaría reencarnar como un virus mortal para contribuir a librar a la Tierra de su exceso de humanos. Bertrand Russell, el filósofo genocida del Imperio británico, quien fue el principal defensor del uso de la bomba atómica recién inventada para incinerar Hiroshima y Nagasaki, reflexionó acerca de la ineficacia de la guerra y las enfermedades para controlar a la población humana.

Obviamente, la oligarquía británica y sus círculos intelectuales han pensado mucho en su plan de genocidio a gran escala. Las bombas, las balas, el gas venenoso y la guerra biológica han sido parte de ello. El inundar el mundo con opiáceos y otras drogas ha sido algo eficaz para matar, especialmente a los jóvenes. No obstante, la población sigue creciendo. Pero ahora, por fin, se está implementando la solución final. Esta se conoce como el Green New Deal.

Para poner una cara bonita a su malvado complot para eliminar los medios que sostienen a la población actual, los genocidas han recurrido a la excamarera convertida en congresista, Alexandria Ocasio Cortez, y a Greta Thunberg. Sin embargo, en realidad, el príncipe Carlos es el principal creador del plan para eliminar los combustibles fósiles. En alianza con la City de Londres y los bancos centrales, junto con el monstruo financiero conocido como BlackRock, el Príncipe de Gales ha organizado una mafia financiera que controla más de 40 billones de dólares. ¡Eso es casi el doble del PIB de EE. UU.!

El plan es reducir la producción de energía eliminando las plantas de gas y carbón e incluso la generación de electricidad a través de energía nuclear que no produce carbono, volviendo a la tecnología de los molinos de viento del siglo XIV para generar corriente eléctrica. La idea también es reducir radicalmente la actividad agrícola y manufacturera al penalizar a las industrias productoras de carbono, privándolas del capital operativo necesario, reduciendo así la capacidad de sustentación de la civilización actual. El resultado esperado es la eliminación de la mayoría de los habitantes humanos de la Tierra. No es algo que los banqueros estén planeando. Ya se está implementando.

Empero no debemos suponer que la transición a formas menores de generación de energía se desarrollará sin problemas. Tome el reciente desastre en Texas como un ejemplo. Un frío y nieve sin precedentes congelaron los gigantes molinos de viento, lo cual llevó a que se suspendiera aproximadamente una cuarta parte de la producción de energía eléctrica en ese estado. Justo cuando se necesitaba más energía para el calor de millones de hogares, no había manera de conseguirla. En consecuencia, la red eléctrica de Texas casi colapsa y hubo que imponer apagones continuos. La gente murió literalmente congelada en sus hogares.

Un colapso prolongado de la red eléctrica en todo el continente sería un sueño hecho realidad para los amos demoníacos antihumanos. Además, la élite tiene sus búnkeres, yates de lujo e islas privadas. Están listos para escapar del caos y dejar que los animales se coman entre sí.

Con Europa y los Estados Unidos involuntariamente a bordo del programa de reducción masiva de la población, el problema al que se enfrenta la élite de Londres son Rusia y China. China, especialmente, está fuera del control y la influencia de la degenerada oligarquía británica. Esta nación es pionera en nuevas tecnologías y está revolucionando Asia y África. Para hacer frente a China y Rusia, los perversos planificadores militares anglosajones tienen la intención de hundir al mundo en guerra, la cual estos dementes creen que en realidad se puede ganar.

La Biblia simboliza apropiadamente al sistema actual como si este estuviera dominado por una monstruosa bestia salvaje con dientes de hierro y garras de cobre que lo aplasta y pisotea todo. Hasta ahora, la bestia ha estado algo restringida de devorar totalmente a la humanidad. Eso está a punto de cambiar.

De acuerdo con las profecías de Habacuc, las cuales son una visión para el tiempo fijado, Jehová permitirá que el Imperio actúe como su agente de castigo. Habacuc se sintió horrorizado por la visión que recibió y le preguntó a Dios por qué permitía que la humanidad fuera atrapada como un desventurado pez en una red: “¿Por qué permites que los hombres sean tratados como peces del mar, como animales que se arrastran y a los que nadie gobierna? Él los saca a todos con un anzuelo. Los atrapa en su red de arrastre, los recoge en su red de pesca. Por eso se alegra muchísimo. Por eso le ofrece sacrificios a su red de arrastre y le hace sacrificios a su red de pesca; porque, gracias a ellas, su porción es abundante y su alimento es exquisito. Entonces, ¿seguirá vaciando su red de arrastre? ¿Seguirá masacrando naciones sin compasión?”.

A juzgar por el ardid en torno al cambio climático que se ha planeado durante tanto tiempo, podemos decir que la red de arrastre está ahora en pleno funcionamiento.

 

El gran salto hacia atrás