Este artículo fue publicado originalmente en 2011 y ha sido editado y actualizado un poco.

Como señala el comentario de la Sociedad acerca de Isaías, aunque Jerusalén estaba situada en una colina, también estaba rodeada de colinas más altas, lo que hacía que la ciudad en sí fuera un valle en comparación. Y puesto que Jerusalén es el centro de las profecías, gran parte de las cuales fueron transmitidas originalmente a los profetas por medio de visiones inspiradas, la ciudad de Jerusalén es “el Valle de la Visión”.

El tema subyacente de las profecías bíblicas es la destrucción y restauración de Jerusalén, que en tiempos antiguos se conocía como la ciudad donde Jehová hacía que residiera su nombre. Debido a la prominencia de Jerusalén como el centro de la adoración verdadera y la capital del reino terrenal de Jehová, esta también tiene un significado profético en el arreglo cristiano en relación con la venida de Cristo. Eso se hace aún más evidente cuando tenemos en cuenta, por ejemplo, que los profetas cristianos escribieron sobre la Jerusalén de arriba, la Jerusalén celestial y la Nueva Jerusalén.

No es coincidencia que fue en Jerusalén donde Jesús terminó su misión terrenal después de haber inspeccionado el templo de su Padre por última vez. También fue el lugar donde se originó el cristianismo: el espíritu santo fue derramado sobre los discípulos originales en un aposento alto en el corazón de la ciudad santa. Y parece que, aunque los apóstoles eran todos del área de Galilea al norte de Judea, después de que Jesús regresó al cielo, ellos se trasladaron permanentemente a Jerusalén, lo cual convirtió a la ciudad en la sede terrenal no oficial de la congregación de Cristo.

De la misma manera que los profetas hebreos antes que él, el Hijo de Dios también habló de Jerusalén en términos simbólicos cuando predijo que la ciudad sería pisoteada por las naciones y que una “cosa repugnante” violaría el lugar santo de Dios. Es verdad que la ciudad y el templo reales fueron literalmente demolidos por el ejército romano en el año 70 E.C., pero también es evidente que Jesús usó esa tragedia local como un patrón para los eventos que están destinados a ocurrir durante la conclusión de este sistema global cuando afirmó que la desolación de Jerusalén ocurriría en el contexto del peor momento de angustia que el mundo experimentará alguna vez, es decir, la gran tribulación.

Pese a que muchos fundamentalistas engañados creen que el moderno estado de Israel con armas nucleares y la ciudad literalmente reconstruida de Jerusalén con su llamado Muro de las Lamentaciones siguen siendo el centro de las profecías, los testigos de Jehová se han dado cuenta de que la inminente desolación de “Jerusalén” tendrá un impacto directo sobre los cristianos los elegidos en particular—. Eso lo indica el hecho de que Jesús dio instrucciones explícitas para la supervivencia, advirtiendo a sus discípulos que cuando vean al lugar santo siendo invadido por una cosa repugnante, deben huir sin demora de la “ciudad” condenada: “entonces los que estén en Judea, que huyan a las montañas. El que esté en la azotea, que no baje a su casa a sacar sus cosas, y el que esté en el campo, que no vuelva a buscar su manto. ¡Ay de las mujeres que estén embarazadas o amamantando en esos días! Oren vez tras vez para que no tengan que huir en invierno o en sábado. Porque entonces habrá una gran tribulación. Desde el principio del mundo hasta ahora, no ha habido una tribulación igual, y nunca más la habrá. De hecho, si ese tiempo no se acortara, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos ese tiempo será acortado”.

Obviamente, son pocos los cristianos de la actualidad que habitan en la ciudad moderna de Jerusalén. No obstante, es interesante que en el caso de una guerra a gran escala en Medio Oriente, lo más probable es que Israel sea amenazado con la aniquilación. Eso podría influir en el gran engaño y confusión que se verán durante el tiempo del fin; pero lo más seguro es que no tendrá nada que ver con las profecías sobre la destrucción de “Jerusalén”. Con estos hechos en mente, analice las palabras iniciales de la profecía contenida en el capítulo 22 de Isaías:

“Esta es una declaración sobre el Valle de la Visión: ¿Qué les pasa a ustedes, que han subido todos a las azoteas? Estabas llena de alboroto; eras una ciudad bulliciosa, un pueblo con actitud triunfante. A tus muertos no los mataron a espada ni murieron en batalla. Todos tus dictadores han huido juntos. Los han hecho prisioneros sin tener que usar el arco. A todos los que encontraron se los llevaron prisioneros, aunque habían huido lejos”.

Es interesante notar que hay aspectos de la descripción de Isaías del sitio de Jerusalén que no concuerdan con los relatos históricos. Por ejemplo, cuando el rey Senaquerib amenazó a Jerusalén y exigió que el rey de Judea se sometiera a Asiria, Dios simplemente acabó con el ejército asirio mientras dormían, no hubo asedio. Y más tarde, cuando Nabucodonosor sitió Jerusalén, los ejércitos babilonios ciertamente mataron a muchos con la espada y la única esperanza de supervivencia era que los judíos se rindieran ante ellos. Huir no era una opción. Entonces, es evidente que la profecía se refiere a algo más que la ciudad antigua.

“Pero ¿qué hay de las palabras de Miqueas: ‘Tendrán el alboroto de hombres’? ¿Qué experimentamos antes y después de nuestras reuniones y asambleas? Pues, el ruido de asociación feliz, a medida que compartimos el gozo de nuestra asociación cristiana por medio de conversaciones agradables y hablamos acerca del servicio que rendimos a nuestro Dios. Y la congregación mundial se hace ‘alborotosa’, también, desde el punto de vista de que está aumentando constantemente; a medida que se siguen formando nuevas congregaciones, la armoniosa canción de alabanza a Jehová se intensifica en volumen por toda la Tierra” (w84 15/10, págs. 26-30, párr. 13).

En realidad, a lo largo de las profecías de Isaías, Dios habla a su pueblo de la era cristiana en el tiempo de la conclusión de este sistema a través de un contexto antiguo. Por lo tanto, la “ciudad bulliciosa” y el “pueblo con actitud triunfante” que cae bajo el juicio de Jehová es la congregación cristiana. Y al igual que la antigua Jerusalén, la Sociedad Watchtower moderna es la capital de la organización terrenal de Jehová, como si fuera una ciudad. La congregación cristiana de los testigos de Jehová toma para sí la descripción bíblica de “tener el alboroto de hombres”. Betel incluso afirma que los testigos de Jehová viven en un paraíso espiritual, esto pese a miles de casos de pedofilia. A pesar de los problemas internos, ¿quién puede negar que la directiva exalta constantemente a la Organización? Es esta ciudad “con actitud triunfante” la que está destinada a ser sitiada en un futuro próximo.

TUS MUERTOS NO FUERON ASESINADOS A ESPADA

Como bien saben los testigos de Jehová, es una grave ofensa contra Dios hacer tropezar a un hermano en la fe. Jesús dijo que sería mucho mejor ser colgado con una piedra de molino alrededor del cuello y ser sumergido en el corazón del mar abierto que ser culpable de hacer tropezar a uno de los pequeños de Dios. Eso se debe a que hacer tropezar a otro les haría perder la vida.

Aunque la directiva de la Organización nunca ha asumido ninguna responsabilidad por haber hecho tropezar a un gran número de testigos de Jehová durante décadas, los hechos hablan por sí mismos. Por ejemplo, como es bien sabido, a finales de la década de 1960, la Sociedad Watchtower y algunos de sus representantes viajantes comenzaron a cultivar la expectativa entre los testigos de Jehová de que el fin llegaría en 1975. Está claro que el mundo no se acabó entonces. Empero, en los años posteriores a ese fiasco, un número considerable de testigos de Jehová se desilusionaron. Muchos posteriormente abandonaron la fe, es decir, tropezaron.

Hasta este momento, la Sociedad Watchtower ha promovido una falsedad aún mayor: el cuento falso ingeniosamente elaborado de que una parusía invisible comenzó en 1914 y que prácticamente todos los juicios de Jehová se cumplieron durante la Primera Guerra Mundial. Como consecuencia, los testigos de Jehová solo tienen una vaga expectativa de estar bajo el juicio divino en el futuro. Eso se erigirá como un potencial asesino de la fe para prácticamente todos los testigos de Jehová cuando comience la verdadera parusía. ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos porque incluso ahora todos los que cuestionan o rechazan rotundamente la operación de error de la Sociedad de 1914 son “asesinados”, por así decirlo, expulsados como apóstatas mentalmente enfermos.

De esa manera, los testigos de Jehová han sido hechos prisioneros de una falsedad y la trampa estará lista cuando Cristo venga para hacer su inspección. En ese momento, se pondrá de manifiesto que los testigos de Jehová son “prisioneros” de sus propias creencias infundadas. Sin duda, también es por eso por lo que Jesús predijo que muchos tropezarían. De esa forma, entonces, la Sociedad Watchtower se hará culpable de matar a muchos sin la espada. Sí, muchos testigos de Jehová llegarán a ser como los muertos en batalla, cuando se demuestre que no debieron confiar ciegamente en el “intachable” esclavo fiel y prudente.

“TODOS TUS DICTADORES HAN HUIDO JUNTOS”

En el capítulo uno de Isaías, Jehová se dirigió a los dictadores de su pueblo que no se habían preocupado por las viudas ni por los huérfanos. Sin embargo, Dios expresó su deseo de arreglar las cosas con su pueblo descarriado, para que sus pecados, aunque rojos como escarlata, pudieran volverse blancos como la nieve.

Por lo tanto, los “dictadores” que huyen del “pueblo” sitiado son los ancianos de la congregación de Cristo. Apropiadamente, la Traducción del Nuevo Mundo emplea la palabra “dictadores”, en lugar de “líderes”, como la mayoría de las otras traducciones. Teniendo en cuenta que los ancianos simplemente hablan y enseñan lo que la Organización les dicta, ¿qué podría decir un anciano a su rebaño local para explicar cómo el esclavo fiel se equivocó con 1914? Huirán porque serán completamente ineficaces en sus intentos de luchar en nombre de la deshonrada Sociedad Watchtower.

“Dictadores” es un título apropiado para los ancianos de los testigos de Jehová, en particular los líderes, pues ellos controlan prácticamente todos los aspectos de la vida de los testigos de Jehová. Para ilustrar este punto, en las últimas décadas, Betel y varias sucursales satélites se han convertido en sitios turísticos populares. Empero, en lugar de permitir que cada persona decida cuál es la vestimenta adecuada, la Watchtower ha elaborado un folleto de cuatro páginas con gráficos que ilustran lo que se considera la vestimenta y el arreglo adecuados para las personas que visitan sus instalaciones. En otras palabras, Betel dictamina exactamente qué no deben usar los testigos de Jehová y cómo no deben presentarse. Los ancianos de Betel deberían reflexionar más en la carta de Santiago, la cual condena la hipocresía de los cristianos que honrarían a un hombre bien vestido, pero deshonrarían a un pobre vestido con ropa sucia. Presumiblemente, si Jesucristo mismo apareciera de incógnito con su atuendo tradicional, a él se le impediría visitar las instalaciones de Betel.

Algo mucho peor que las pequeñas tiranías asociadas con la vestimenta y el arreglo personal es que actualmente el Cuerpo Gobernante ha ordenado a todos los testigos de Jehová que dejen de predicar en público. Lo que una vez fue visto como una obra de suma importancia que salva vidas, ha sido descontinuado. Todos los ministros de Cristo están encerrados en casa, restringidos a escribir cartas y hacer llamadas telefónicas. Aunque las personas jóvenes y sanas son en gran parte resistentes al contagio que se extiende por todo el mundo, no importa, los dictadores de Betel han declarado que es imprudente e insensato que cualquier ministro se aventure a salir a la calle en obediencia a Cristo. Indudablemente, son estos exaltados dictadores los que huirán aterrorizados cuando el vengador sea desatado.

SE DEMOLERÁ LA MURALLA

Isaías continúa declarando lo siguiente: “Por eso dije: ‘Aparten la vista de mí; lloraré amargamente. No insistan en consolarme por la destrucción de la hija de mi pueblo. Porque es un día de confusión, derrota y pánico de parte del Señor Soberano, Jehová de los ejércitos, en el Valle de la Visión. Se está demoliendo la muralla y se lanzan gritos hacia la montaña’”.

Como Isaías, los lectores del evangelio recordarán que Jesús también lloró abiertamente cuando vio la ciudad de Jerusalén por última vez, sabiendo que estaba destinada a la ruina. Como judío, Jesús viajaba fielmente a Jerusalén para las fiestas santas y con frecuencia enseñaba y predicaba en el patio del templo de su Padre. Pero como profeta de Dios, Jesús seguramente sorprendió a sus discípulos cuando les dijo que ni una piedra sería dejada en pie cuando Jerusalén fuera destruida. Indubitadamente, los judíos estarían confundidos ante la perspectiva de que Dios permitiera que los odiados ocupantes de la Tierra Santa desolaran la ciudad y el templo. Sin embargo, eso es lo que se describe cuando se habla del “Valle de la Visión”.

De acuerdo con el oráculo de Betel, el lugar santo que está destinado a la desolación durante la conclusión es la cristiandad. El Cuerpo Gobernante afirma eso porque les resulta inconcebible que Dios alguna vez demoliera su organización terrenal. Asimismo, razonan que Jerusalén no era realmente un lugar santo para Cristo y sus discípulos originales. Eso simplemente no es cierto. Los apóstoles enseñaban de manera regular en el templo imitando a su maestro, aparentemente hasta el momento en que huyeron de la ciudad cuando apareció la cosa repugnante.

Además, ¿por qué llorarían los profetas por la desolación de la cristiandad? Isaías lloró “por la destrucción de la hija de mi pueblo”. Así que, es el pueblo de Dios el que está destinado a ser pisoteado, confundido y destruido.

Los testigos de Jehová inevitablemente se sentirán confundidos y perdidos con la venida de Cristo. Eso ocurrirá a causa de que están absolutamente convencidos de que Cristo ya ha venido. Los profetas de Betel han construido inteligentemente un muro simbólico que suponen que los protegerá del juicio de Dios. Ellos creen que Cristo inspeccionó hace mucho tiempo el templo espiritual y les dio la aprobación incondicional de Dios. La enseñanza de la Sociedad de 1914 es sin duda el fundamento mismo de la Organización. En las mentes de millones de testigos de Jehová, se erige como una fortaleza sólida, como una roca de la verdad, inatacable por enemigos externos. No tienen ni idea de que su “muralla” está a punto de ser demolida.

Algo que nos confirma aún más la profecía de Isaías acerca del “Valle de la Visión”, lo encontramos en el capítulo 13 de Ezequiel. Allí, Dios denuncia a los profetas insensatos que se encuentran dentro de su pueblo, diciéndoles: “Por lo tanto, esto es lo que dice el Señor Soberano Jehová: ‘En mi ira desataré fuertes vientos de tormenta; en mi furia, una lluvia torrencial, y en mi furor destructivo, granizo. Demoleré la pared que ustedes recubrieron con cal y la haré caer al suelo, y sus cimientos quedarán a la vista. Cuando caiga la ciudad, ustedes morirán dentro de ella; y tendrán que saber que yo soy Jehová’”.

“TUS MEJORES VALLES SE LLENARÁN DE CARROS DE GUERRA”

Durante más de un siglo, la Watchtower se ha aferrado a 1914 y a la Gran Guerra que comenzó entonces. Los testigos de Jehová han estado declarando al mundo que los cuatro jinetes del Apocalipsis han estado al galope desde ese año. Pero según las profecías, la espada, el hambre y la pestilencia son los medios por los cuales Jehová entra en juicio con los habitantes de “Jerusalén”. Ese punto es señalado por varios profetas. No obstante, de acuerdo con la Organización, el juicio de la Jerusalén antitípica es un suceso futuro.

Eso no quiere decir que la Sociedad Watchtower y los testigos de Jehová no sean la organización terrenal de Dios, solo que están ciegos, tal como las profecías lo indican al decir que los siervos de Dios carecerían de visión al momento de la inspección de Cristo.

Así como la antigua Jerusalén fue la Ciudad de David porque produjo al rey mesiánico, la Watchtower ha producido una generación de personas ungidas, tanto fieles como infieles, que componen una casa espiritual de Dios que Cristo inspeccionará en el futuro. Su inspección se sitúa en el contexto de una guerra. Así es, el siguiente lapso de versículos en el capítulo 22 de Isaías habla de la venidera guerra global y el colapso de la organización similar a una ciudad que está bajo la inspección de Cristo:

“Elam agarra la aljaba y viene con hombres en carros y caballos, y Quir prepara el escudo. Tus mejores valles se llenarán de carros de guerra, los caballos ocuparán sus puestos junto a la puerta y la protección de Judá será quitada. Ese día mirarás hacia el arsenal de la Casa del Bosque, y ustedes verán las muchas brechas de la Ciudad de David. Y recogerán el agua del estanque inferior. Contarán las casas de Jerusalén y las demolerán para reforzar la muralla. Y harán un depósito entre las dos murallas para el agua del estanque viejo, pero no mirarán al Gran Creador de esto, y no verán al que hace mucho lo formó”.

Aunque hasta ahora Dios ha guiado y protegido a la Ciudad de David de nuestros días y la ha usado para lograr su propósito, en algún momento la abandonará. Le quitará su protección. De ese modo, aquellos que han considerado a la Sociedad como la portavoz terrenal de Jehová ya no verán al Gran Creador de ella. Sin duda, la eliminación de la organización física, descrita anteriormente, es un preludio necesario para el establecimiento del reino espiritual de Cristo.

“ESTE PECADO DE USTEDES NO SERÁ EXPIADO HASTA QUE MUERAN”

El regreso de Jesucristo será un acontecimiento monumental. Su venida a este planeta coincidirá con una guerra mundial, una escasez generalizada de alimentos, grandes terremotos y terribles pandemias. Entonces tendrá lugar el juicio de la casa de Dios. La presencia de Jesús será una prueba única para los testigos de Jehová, por la razón obvia de que ellos creen fervientemente que Jesús regresó hace mucho tiempo y ya cumplió los juicios descritos en las profecías. La segunda venida de Cristo enfrentará a los testigos de Jehová con la inquietante realidad de que no solo han sido engañados para que crean una falsedad, sino que prácticamente todos los publicadores y precursores han participado personalmente en una campaña para convencer al mundo de un fraude. Es realmente grave hablar y enseñar mentiras en el nombre de Jehová.

Por consiguiente, el retorno de Cristo requerirá que los testigos de Jehová se arrepientan. Y, por supuesto, la evidencia del arrepentimiento es el remordimiento y una profunda tristeza. Es por esa razón que Isaías dice a continuación: “Ese día, el Señor Soberano, Jehová de los ejércitos, hará un llamado al llanto y al duelo, a afeitarse la cabeza y a vestirse de tela de saco. Pero en vez de eso están de fiesta y divirtiéndose, matando vacas y ovejas, comiendo carne y bebiendo vino. ‘Comamos y bebamos, porque mañana moriremos’. Entonces Jehová de los ejércitos me reveló lo siguiente: ‘Este pecado de ustedes no será expiado hasta que mueran’, dice el Señor Soberano, Jehová de los ejércitos”.

De forma parecida, la profecía de Joel pide a los sacerdotes de Jehová que se vistan de saco y le pidan ayuda a su Dios. Sin embargo, dada la intransigencia por parte de quienes dirigen la Sociedad Watchtower hasta ahora, en cuanto a su obstinado rechazo a descartar la operación de error de 1914, es dudoso que se desprendan de ella incluso cuando la señal de Cristo se muestre abrumadoramente en el futuro cercano. En lugar de lamentarse por el oprobio que sus mentiras habrán traído sobre el nombre de Dios y que además harán tropezar a muchos cristianos, aquellos que han idolatrado a la Watchtower y han exigido obediencia incondicional a todos sus dictados probablemente se negarán a reconocer su error y no se arrepentirán de su idolatría. En realidad, se negarán a aceptar a Cristo cuando venga y, como consecuencia, su error no será reparado. ¡Morirán!