Lunes 19 de abril
Te mostraré el juicio sobre la gran ramera (Rev. 17:1).
Babilonia la Grande, el conjunto de todas las religiones falsas del mundo, ha manchado muchísimo el nombre de Dios. Ha enseñado mentiras sobre él y se ha comportado como una ramera o prostituta en sentido espiritual, pues ha apoyado a los gobernantes del mundo. Ha usado su poder y su influencia para aprovecharse de sus miembros. Y ha derramado la sangre de muchas personas, entre ellas los siervos de Dios (Rev. 18:24; 19:2). Jehová usará a los “diez cuernos” de una “bestia salvaje de color escarlata” para eliminar a la gran prostituta. Esta bestia salvaje representa a la Organización de las Naciones Unidas, y los diez cuernos representan a los gobiernos que la apoyan hoy día. Cuando Dios lo decida, estos gobiernos atacarán a la Babilonia simbólica. “Harán que quede devastada y desnuda” despojándola de sus riquezas y denunciando su maldad (Rev. 17:3, 16). Su rápida aniquilación, como “en un solo día”, dejará boquiabiertos a quienes la apoyaban, porque ella siempre ha presumido diciendo: “Nunca veré lamento” (Rev. 18:7, 8). w19.09 10 párrs. 10, 11
¿Por dónde empezamos? Por un lado, Betel ha mostrado al menos cierta comprensión de los misterios proféticos, particularmente al identificar a Babilonia la Grande como el imperio mundial de la religión falsa. Es cierto, mucho antes de que la Watchtower lo captara, en su innovador libro, Las dos Babilonias, Alexander Hislop entró en detalles considerables y reveló cómo en la antigua Babel nació la religión falsa en la forma de adoración a Nemrod, lo cual durante los siglos siguientes se ha transformado en las religiones de hoy, especialmente en la Iglesia católica.
Con toda probabilidad, las Naciones Unidas serán la agencia que Dios empleará para eliminar la religión demoníaca. Y sin duda, el mundo se sorprenderá cuando Dios juzgue a la gran prostituta. Eso es evidentemente cierto. Pero hay algunos problemas con la interpretación de Betel.
El primero es que Babilonia la Grande no ha manchado el nombre de Dios. Solo la Organización lo ha hecho. Y no solo eso, la Watchtower ha enseñado mentiras sobre Dios. Betel es culpable de perpetuar uno de los engaños más grandes de la historia: la mentira de que Cristo ya ha regresado. Además, aquellos que dirigen a los testigos de Jehová se han prostituido con la misma institución a la que identifican como la bestia escarlata que destruirá a Babilonia la Grande. La Watchtower ha hecho uso su poder e influencia para explotar al rebaño, utilizándolos como mano de obra gratuita para construir sedes palaciegas y salones del reino, cientos de los cuales han sido puestos en venta en el mercado inmobiliario por dinero en efectivo. Por último, la Organización ha hecho tropezar a muchos haciendo que aquellos que la encabezan sean culpables de sangre ante Dios.
En resumen, los hombres que dirigen la Sociedad son culpables de los mismos males por los que han condenado al clero de la cristiandad. Con esto en mente, tal vez ahora podamos entender mejor lo que Jehová declara en las profecías de Ezequiel: “Los trataré según su conducta y los juzgaré como ellos han juzgado. Y tendrán que saber que yo soy Jehová” (Ezequiel 7:27).
¿Pasará por alto Dios tal grado de crueldad e hipocresía por parte de los que llevan su nombre? Él mismo da la respuesta en el libro de Jeremías: “Y tienes que decirles: ‘Esto es lo que dice Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: “Beban, emborráchense, vomiten y cáiganse de forma que no puedan levantarse por la espada que voy a enviar contra ustedes”’. Y, si ellos se niegan a recibir la copa que les das a beber, diles: ‘Esto es lo que dice Jehová de los ejércitos: “¡Tienen que bebérsela! Porque, miren, si primero voy a mandarle una calamidad a la ciudad que lleva mi nombre, ¿acaso deberían librarse ustedes del castigo? No se librarán del castigo, pues voy a convocar una espada contra todos los habitantes de la tierra”’” (Jeremías 25:27-29).
Jerusalén era la ciudad donde Jehová había puesto su nombre. Es indiscutible que la Watchtower lleva el nombre de Dios hoy en cientos de idiomas.
Los hombres de visiones de Betel han olvidado algunos detalles importantes. La Organización de las Naciones Unidas, tal como existe actualmente, no puede lograr la eliminación de todas las religiones. Esto se debe a que el nacionalismo se interpone en el camino. Considere el hecho de que Babilonia se ha prostituido con los reyes de la tierra. ¿Cuál ha sido su paga por conferir santidad y legitimidad a los gobernantes políticos? Los reyes la protegen y promueven. En pocas palabras, es políticamente inviable que una organización como la ONU —que es un tigre de papel— destruya la religión falsa. Los testigos de Jehová podrían replicar diciendo que será Dios quien estará detrás de todo. Sí, es verdad. No obstante, para llevar a cabo algo, se requieren condiciones para hacerlo. ¿Qué debe ocurrir? Antes de que las Naciones Unidas puedan adquirir el poder para cumplir la voluntad de Dios, debe derribarse el sistema actual de naciones soberanas e independientes. Eso es lo que simboliza la herida aparentemente mortal en la cabeza de la bestia que se nos muestra en Apocalipsis.
El sistema de naciones soberanas e independientes no es tan antiguo como podría imaginarse. Sí, las naciones existen desde hace unos pocos miles de años, pero el llamado sistema Estado-nación solo comenzó a existir hace unos pocos cientos de años. Específicamente, con el Tratado de Westfalia de 1648, el cual reconoció a las naciones como el soberano supremo, no a los papas, ni a los imperios, ni a los señores feudales.
La tendencia política en las últimas décadas ha sido la disolución del sistema Estado-nación, tal como se ha logrado con la Unión Europea, la cual esencialmente ha abolido la soberanía de las naciones que la conforman.
Cuando tenemos en cuenta que los bancos centrales son instituciones de propiedad privada —incluyendo a la Reserva Federal de los Estados Unidos— y que tales instituciones están en el proceso de inundar el mundo con dinero cuyo valor está disminuyendo mientras la deuda de las naciones aumenta, debería ser obvio que los bancos centrales son caballos de Troya destinados a provocar el colapso de las naciones, especialmente el de la nación más grande, los Estados Unidos. Cuando las naciones finalmente caigan en bancarrota, la deuda aún existirá, así que estas serán supeditadas a un banco central y a un único gobierno mundial. La razón detrás de esto es que en un mundo gobernado por Satanás el dinero es falso, pero la deuda es real.
Dado que la infraestructura burocrática ya está establecida, parece muy probable que la ONU asuma la soberanía de todas las naciones. Entonces, y solo entonces, después de una colosal crisis mundial, las Naciones Unidas finalmente tendrán el poder de cumplir las palabras de Dios.
Sin embargo, no debemos imaginar que el sistema simplemente colapsará. La guerra está en el horizonte, una guerra que la Watchtower afirma que no puede suceder. El estallido de una nueva guerra global indicará que Cristo ha comenzado a gobernar y, en consecuencia, el cumplimiento de las siguientes palabras: “¡Ay de la tierra y del mar! Porque el Diablo ha bajado adonde están ustedes lleno de furia, ya que sabe que le queda poco tiempo”. ¡Imagínese el terror tan grande que sentirán aquellos que están tan seguros de su posición justa ante Jehová!