Es humanamente imposible prever con precisión el futuro. Sin embargo, dado que está comenzando un nuevo año, es costumbre echar un vistazo a las posibilidades y tendencias que pueden dar forma al mundo en los próximos días.

Naturalmente, la mayoría de la gente no puede imaginar nada más que lo que ha ocurrido en el pasado. En ese sentido, su actitud hace eco de las siguientes palabras registradas en las Escrituras: “¿Dónde está esa prometida presencia de él? Porque, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas siguen exactamente igual que desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:4).

De hecho, ¿dónde está el prometido regreso de Cristo? Según la Watchtower, su prometida presencia comenzó en 1914. Pero si eso es cierto, debemos concluir que esta no representa mucho, ya que el mundo ha continuado como de costumbre durante más de un siglo. La organización afirma que el éxito de la predicación mundial que ha patrocinado es una de las pruebas más sólidas. Pero los cristianos del primer siglo también difundieron las buenas nuevas por todas partes y sin todas las herramientas y la tecnología que tenemos hoy. Así que nuevamente nos preguntamos: ¿dónde está la prometida presencia de él?

Según el apóstol Pedro, hay algo que sucedió en el pasado que la gente decide ignorar. ¿Qué cosa? El apóstol continúa diciendo: “Ellos pasan por alto a propósito este hecho: que hace mucho tiempo hubo unos cielos y una tierra sólidamente establecida fuera del agua y en medio de las aguas por la palabra de Dios, y que por esos medios el mundo de aquel tiempo fue destruido al ser inundado con agua” (2 Pedro 3:5, 6).

¿Qué significa eso de estar fuera del agua y en medio del aguas por la palabra de Dios? La palabra de Dios a la que Pedro se refería es lo que se declara en Génesis, cuando en el segundo “día” de la creación, Jehová dijo: “‘Que haya una expansión en medio de las aguas, que haya una separación entre las aguas y las aguas’. Y Dios pasó a hacer la expansión y separó las aguas que estaban debajo de la expansión de las aguas que estaban encima. Eso fue lo que ocurrió” (Génesis 1:6, 7).

Desde el momento de su creación, hace varios miles de millones de años, el planeta Tierra estuvo completamente cubierto de agua, como si fuera un mar sin orillas. En el segundo “día” de la “semana” especial de Dios, él creó una división e hizo que una masa de agua quedara suspendida en lo alto con una expansión atmosférica entre las dos masas acuáticas. El dosel de agua que estaba suspendido sobre la tierra no lo estaba en forma de vapor. Este era literalmente un océano de agua puesto en su lugar por un acto de Dios. No sabemos si originalmente Jehová tenía la intención de quitar de alguna manera ese dosel de agua, pero debido a la rebelión de innumerables ángeles que se materializaron como hombres para cohabitar con mujeres, Dios hizo que aquel océano celestial cayera sobre la tierra durante un período de 40 días. De ese modo, “el mundo de aquel tiempo fue destruido al ser inundado con agua”.

¿Y qué importancia tiene eso para nosotros? El apóstol continuó diciendo: “Pero, por esa misma palabra, los cielos y la tierra que existen ahora están reservados para el fuego y guardados hasta el día de juicio y de la destrucción de la gente irreverente” (2 Pedro 3:7).

¿En qué sentido están reservados para el fuego los cielos y la tierra actuales? Bueno, en el transcurso de los últimos 70 años, numerosas naciones han desarrollado armas atómicas y sistemas para el lanzamiento de estas. Hay más de 10.000 dispositivos nucleares alrededor del mundo. El 90% de estos han sido producidos por Rusia y Estados Unidos. Al aprovechar el poder del átomo, ahora es posible que los hombres destruyan literalmente el mundo con un fuego más caliente que el sol, exterminando a la humanidad y arruinando el planeta de forma irreversible. 

Durante la llamada Guerra Fría, prevaleció una política conocida como MAD por sus siglas en inglés. Esta significaba destrucción mutua asegurada, es decir, que el uso de armas nucleares causaría la destrucción completa de todas las partes implicadas en una guerra nuclear. Esto ayudó a atenuar la posibilidad de esa catástrofe. El acrónimo era el más apropiado porque se suponía que solo un loco (mad en inglés) lanzaría un ataque nuclear y destruiría el mundo.

Superficialmente, podríamos decir que eso es cierto. No obstante, todos sabemos que en realidad los hombres no son quienes gobiernan el mundo, sino los demonios. Los demonios son los mismos ángeles que se materializaron antes del Diluvio. De acuerdo con la Palabra de Dios, cuando comience la prometida presencia de Cristo, o más exactamente, inmediatamente antes de esta, Satanás y todos los demonios serán arrojados del cielo y descenderán a la tierra. El Diablo estará furioso por ello y esto lo llevará a desatar terribles calamidades sobre la tierra y el mar. 

Los testigos de Jehová están seguros de que Satanás fue expulsado del cielo en 1914, pero eso es un mito. Y los mitos y cuentos de hadas no pueden hacer frente a la realidad.

Después de que la Guerra Fría terminó con la disolución del bloque comunista conocido como la URSS, Occidente aseguró a Rusia que la OTAN no se movería ni una pulgada hacia el Este. Eso fue hace 30 años. Gradualmente, bajo el control del Imperio anglosajón, la OTAN se ha ido acercando cada vez más a Rusia, incorporando naciones de la ex Unión Soviética a la OTAN y moviendo misiles, armas y tropas a una distancia de ataque. Como respuesta a esta amenaza, en las últimas semanas, Rusia ha dado un ultimátum: todo esto debe dar un paso atrás y se debe detener la militarización en sus fronteras o, de lo contrario, habrá una respuesta militar. Actualmente, la OTAN y Rusia se encuentran dialogando para resolver la situación, pero todo se está poniendo cada vez más tenso.

Ya veremos qué sucede, sin embargo, la historia nos muestra que las guerras a menudo estallan después de que hay acuerdos de paz. Piense en Neville Chamberlain, cuando después de haberse reunido con Hitler en septiembre de 1938 y haber llegado a un acuerdo, el primer ministro británico declaró que habría paz. No obstante, exactamente un año después, comenzó la Segunda Guerra Mundial.

En el mes de octubre del año pasado, se cumplieron 25 años del momento en que, sin ninguna razón en particular, tomé la Biblia, la abrí a la mitad del libro de Ezequiel y comencé a leer. Leí durante horas todos los días durante varios meses y leí a todos los profetas hebreos una y otra vez.

Una de las primeras cosas que me llamó la atención es el juicio que Jehová presenta contra Egipto, el cual se encuentra en los capítulos 29 al 32. En el capítulo 31, Jehová compara a Egipto con un cedro altísimo que era más grande que todos los demás árboles del jardín de Dios. Este proyecta su sombra sobre toda la tierra y es la envidia de todas las demás naciones. Pero Dios da la orden a los tiranos de las naciones de cortar el cedro y su caída conmociona al mundo. La importancia de las profecías contra Egipto radica en que el juicio contra esta nación da comienzo al día de Jehová. Ezequiel 30:3 dice: “Porque el día está cerca, sí, está cerca un día de Jehová. Va a ser un día de nubarrones, un tiempo fijado para las naciones”.

Los Estados Unidos son considerados la nación más poderosa del mundo. Estoy seguro de que el cedro imponente representa a ese país. La profecía de Daniel acerca de los reyes del norte y del sur confirma la caída del rey del sur durante el tiempo del fin, el cual es simbolizado por Egipto, el rey original del sur.

En el capítulo 32 de Ezequiel, Jehová compara a Egipto con un gran monstruo marino. Eso armoniza con Apocalipsis y el monstruo de siete cabezas que sale del mar solo para que una de sus cabezas sea herida de muerte.

La muerte del monstruo marino provocará oscuridad en el mundo: “‘Y, cuando estés acabado, cubriré los cielos y oscureceré sus estrellas. Con nubes cubriré el sol, y la luna no dará su luz. Por ti oscureceré todas las lumbreras que brillan en los cielos y cubriré tu tierra de oscuridad’, afirma el Señor Soberano Jehová” (Ezequiel 32:7, 8).

El lenguaje apocalíptico que se encuentra en Ezequiel es muy similar a lo que ocurrirá cuando se abra el sexto sello. Jesús también hizo eco de estas palabras al hablar de la tribulación. Por lo tanto, la caída de los Estados Unidos está destinada a marcar la fase inicial del día de Jehová y dará pasó al ascenso del octavo rey y su reinado de una hora. 

A medida que avanza este nuevo año, es evidente para este observador que Estados Unidos está siendo empujado a una guerra suicida con Rusia y China. El sistema financiero está al borde de una implosión debido a la gran cantidad de deudas impagables y los más de tres mil billones de derivados que lo ponen en peligro. El gran cedro puede parecer impresionante desde la distancia, pero tal como dijo Cristo: “El hacha ya está junto a la raíz de los árboles” (Mateo 3:10).

En cuanto a la pregunta, ¿dónde está esa prometida presencia de él? La exhortación que se encuentra en la carta de Santiago nunca ha sido más relevante: “Tengan paciencia ustedes también; hagan firme su corazón, porque la presencia del Señor se ha acercado” (Santiago 5:8).