Esta es la sexta parte del análisis del artículo de la revista La Atalaya de mayo de 2024 titulado “¿Qué sabemos sobre los futuros juicios de Jehová?”
En su último viaje a Jerusalén, Jesús sorprendió a sus apóstoles cuando vio el templo y dijo que no quedaría piedra sobre piedra que no fuera derribada. Después de unos días, los apóstoles se acercaron a Jesús en privado y le pidieron más detalles acerca de eso. Querían saber cuándo sucederían estas cosas en Jerusalén y al templo.
Sin embargo, es evidente que los apóstoles fueron inspirados por Dios para preguntar por nosotros. ¿En qué sentido? Al momento en el que se acercaron a Cristo en el Monte de los Olivos, ni siquiera entendían que Jesús iba a ser ejecutado, luego resucitado de entre los muertos, que subiría a los cielos y después regresaría en una fecha mucho más tarde. Ciertamente no tenían conocimiento de una futura parusía. Y, aun así, pidieron una señal de su presencia y de la conclusión del sistema. No hace falta decir que ninguno de los apóstoles vivió para contemplar la presencia del Señor.
Es muy notable que Jesús precediera su profecía y parábolas con una advertencia: “Tengan cuidado. No se dejen engañar, porque van a venir muchos usando mi nombre y diciendo: ‘Ese soy yo’, o ‘El tiempo fijado está cerca’. No vayan detrás de ellos. Además, cuando oigan de guerras y disturbios, no se aterroricen. Porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no vendrá inmediatamente” (Lucas 21:8, 9).
Hay muchos predicadores de los últimos tiempos ahora. La mayoría de ellos provienen de sectas y cultos evangélicos, y muchos más se están subiendo al tren de los últimos tiempos a medida que pasa el tiempo. No obstante, si somos honestos, reconoceremos que ninguna secta ha sido tan ruidosa durante tanto tiempo como la Watchtower al anunciar que Cristo está aquí y que “el tiempo fijado está cerca”, o como dice la antigua versión de la Traducción del Nuevo Mundo: “El debido tiempo se ha acercado.”
El segundo volumen de Russell de los Estudios de las Escrituras, publicado en 1889, se tituló The Time is at Hand, lo cual en español significa “el tiempo está cerca” o “a la vuelta de la esquina”. Curiosamente, la versión Reina Valera de 1960 vierte las palabras de Jesús de manera exactamente igual: “Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos”.
Los testigos de Jehová seguramente pensarán y dirán que el tiempo estaba cerca en aquel entonces porque el Reino fue establecido en 1914. Pero, si eso fuera cierto, ¿qué guerras y disturbios precedieron al estallido de la Gran Guerra que pudieran haber sido causa para ceder al terror?
Aquí estamos ahora, más de un siglo después, cuando ese momento estaba cerca, y las naciones del mundo se enfrentan a una crisis en desarrollo que las personas sensatas temen que pueda derivar en otra guerra mundial y el uso de armas de destrucción masiva.
Una guerra nuclear es algo impensable. Por eso, la mayoría de la gente lo descarta como una imposibilidad. Las personas naturalmente suponen que los líderes del mundo no serían tan imprudentes y estúpidos. Provocar un holocausto nuclear que acabe con el mundo sería una locura. Sólo los locos volarían el mundo en pedazos. Y, sin embargo, la realidad es que el partido de la guerra en Londres y otras capitales de Occidente está comprometido a derrocar al presidente Putin y dividir a Rusia en pedazos más pequeños. Este ha sido el objetivo a largo plazo del Imperio británico durante más de doscientos años. Desde el fin de la URSS y la disolución del Pacto de Varsovia hace más de 30 años, la constante expansión de la OTAN hasta la frontera de Rusia es evidencia de que el Imperio está avanzando en su política para conquistar y subyugar a Rusia. Los rusos lo saben. Han declarado repetidamente que un ataque directo contra Rusia se enfrentará con una respuesta nuclear. Por cierto, con el reciente ataque terrorista todavía bajo investigación, se puede determinar en última instancia que las inteligencias británica y estadounidense estuvieron involucradas, en cuyo caso Rusia puede concluir que están en guerra con Occidente e ir más allá de su guerra con Ucrania.
Por consiguiente, una guerra nuclear no es impensable. Es parte de la doctrina militar de autodefensa de Rusia. Y según todos los indicios, Rusia está bajo ataque. Los belicistas de Occidente han desestimado la advertencia de Putin. Dicen que solo está fanfarroneando. Y, por eso, la bestia anglosajona sigue presionando con más fuerza, utilizando misiles de mayor alcance para atacar más profundamente a Rusia.
Luego está la guerra en Medio Oriente. Hasta ahora, las naciones islámicas circundantes se han mantenido al margen y han permitido que Israel masacre al pueblo de Palestina. Aunque puede que no siempre sea así. Y luego está China. O, más bien, las continuas provocaciones de China por parte de los mismos belicistas de la anglosfera, impulsados por el conocimiento de que su sistema está en quiebra, al borde del colapso y que está surgiendo un nuevo sistema: los BRICS.
Seguramente, estas son las guerras y disturbios que “tienen que suceder primero”, antes de que las naciones y los reinos se sumerjan en una guerra total y la paz sea quitada de la Tierra. Consideremos ahora lo que se afirma en el párrafo 12:
“Incluso después de que comience la gran tribulación, es posible que algunos que vean la destrucción de ‘Babilonia la Grande’ recuerden que los testigos de Jehová llevaban muchos años anunciando que eso sucedería. ¿Podría ser que algunos decidan ponerse de parte de Jehová? (Apoc. 17:5; Ezeq. 33:33)”.
Como he señalado frecuentemente, no hay apoyo bíblico para la tan repetida declaración de la Watchtower de que la tribulación comenzará cuando el octavo rey se vuelva contra Babilonia la Grande. Por esa razón, nunca ofrecen ninguno. Pero ahora parece que la Watchtower se está repudiando a sí misma al especular que es posible que algunos cambien después de que se ejecute el juicio de Dios contra Babilonia.
Además del hecho de que Babilonia no será destruida durante la tribulación y, por lo tanto, no será posible que la gente recuerde que lo que los testigos de Jehová habían dicho resultó ser cierto, tenga en cuenta que desde que existe la Watchtower, esta ha instado a la gente a huir de Babilonia la Grande antes de que le sobrevenga el juicio de Dios. Y esa advertencia está respaldada por las Escrituras. Solo para repasarla, leámosla nuevamente: “Y oí otra voz que venía del cielo y decía: ‘Sálganse de ella, pueblo mío, si no quieren ser cómplices de sus pecados y si no quieren recibir parte de sus plagas’” (Apocalipsis 18:4).
Al parecer, trágicamente, los testigos de Jehová han quedado tan hipnotizados por la repetición que no se dan cuenta de que la Watchtower ha anulado casualmente la palabra de Dios. Si fuera posible que una persona cambiara después de la destrucción de la ramera, ¿por qué el ángel de Jehová le advertiría tan severamente al pueblo de Dios que saliera de ella antes de que fuera condenada?
Quizás haya algunos testigos de Jehová sobrios que estén leyendo este artículo. A ustedes los apelo y exhorto a que valoren el hecho de que estamos siendo testigos del extraordinario cumplimiento de algunas profecías. El repudio de la Watchtower a sí misma y su contradicción con la Biblia cumplen la palabra de Dios: “Y estos también se descarrían por culpa del vino; sus bebidas alcohólicas los hacen tambalear. Sacerdotes y profetas se descarrían por culpa del alcohol; el vino los confunde, y se tambalean por el alcohol; su visión hace que se descarríen, y tropiezan al juzgar. Sus mesas están llenas de vómito asqueroso…, no queda un solo lugar limpio” (Isaías 28:7, 8).
Los editores de La Atalaya solían afirmar que las palabras de Isaías eran aplicables al clero de la cristiandad. Pero ahora es obvio que el Cuerpo Gobernante está ebrio de su propia importancia. Se tambalean y no tienen ni idea de donde se encuentran en relación con la venida de Cristo. Están confundidos acerca de la naturaleza de la tribulación. Han tropezado en su juicio, como es evidente por medio de sus declaraciones. En un sentido espiritual, sus interpretaciones proféticas, que se sirven como el mejor alimento espiritual disponible, se colocan sobre una mesa llena de vómito repugnante.
Fin de la sexta parte.