El mundo ha sufrido los estragos de tiranos demoníacos y gobernantes despiadados desde que Nemrod se rebeló contra Jehová y se hizo rey hace unos 4.000 años. En tiempos más recientes, personas como Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot y otros han cometido terribles genocidios a gran escala.
Sin embargo, el verdadero tirano es, por supuesto, Satanás el Diablo. Jesús lo denunció como el padre de la mentira. El Diablo comenzó su curso de oposición a Jehová cuando engañó a los primeros seres humanos y los llevó a la muerte. Como una vislumbre de lo que sucederá en el futuro, el primer ser humano a quien se dio a luz se convirtió en un asesino. Cuatro mil años después, el apóstol más amado de Cristo explicó lo que ocurrió con él: “Porque este es el mensaje que ustedes han oído desde el principio: que nos amemos unos a otros; no como Caín, que provino del Maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus propias acciones eran malvadas pero las de su hermano eran justas” (1 Juan 3:11, 12).
No es de extrañar entonces que este mundo sea un desastre. Su dios es un mentiroso genocida. Satanás es, en última instancia, el responsable de todas las muertes humanas de la historia, pero especialmente de aquellas causadas por guerras sin sentido.
Cuando Jesús estaba en la tierra, el Diablo se le acercó con una oferta tentadora: “Luego el Diablo lo llevó a una montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria. Y le dijo: ‘Te daré todas estas cosas si te arrodillas y realizas ante mí un solo acto de adoración’. Jesús entonces le contestó: ‘¡Vete, Satanás! Porque está escrito: “Adora a Jehová tu Dios y sírvele solo a él”’”. Como vemos y como todos sabemos, el Señor rechazó aquella tentación.
Aunque Satanás gobierna desde lo invisible, él requiere que los humanos realicen su trabajo. La mayoría lo hace sin saberlo. No obstante, algunas personas que desean poder, riquezas o fama le sirven al Maligno de manera voluntaria. Nadie debería dudar de la existencia de cultos satánicos cuyos miembros adoran a sabiendas al Diablo.
Si alguna vez usted viera una imagen del Aula Pablo VI del Vaticano, usted pensaría que está cara a cara con una serpiente gigante. ¡Y nosotros que pensábamos que el ojo de Horus proyectado por un salón de asambleas de la Watchtower en Dinamarca era espeluznante!
Satanás les da a sus adoradores lo que anhelan, siempre y cuando cumplan sus órdenes. Los demonios pueden requerir que el iniciado viole o incluso mate a un niño para demostrar que se puede confiar en él. Y es triste decirlo, pero muchas de las personas que cometen estos actos oscuros gobiernan el mundo, al menos por ahora.
Hay quienes pretenden ser portadores de luz al hablar de la cábala satánica, de los Illuminati o lo que sea y de cómo podrían ser derrotados. ¿De verdad? ¿Cómo podrían simples seres humanos derrotar a ángeles malvados?
No es mi intención ahondar en las cosas profundas de Satanás, sin embargo, es importante conocer al enemigo. Ahora mismo, como nunca antes en tiempos recientes, estamos siendo testigos del lento pero inexorable ascenso del llamado culto luciferino. Hasta hace poco, este había estado al acecho en las sombras, puesto que durante los últimos siglos, al menos ha habido un barniz de civilidad cristiana.
Esto es especialmente cierto en el caso de los Estados Unidos, una nación que fue fundada por devotos peregrinos que adoraban a Dios y cuya progenie la estableció bajo el Todopoderoso con libertad y justicia para todos. No obstante, esta nación que se erguía como una ciudad en la colina, como un faro de luz para el mundo, está siendo atacada. La llegada del último rey está a la vuelta de la esquina y este será la manifestación terrenal de Satanás el Diablo mismo.
En cuanto a ese acontecimiento, Apocalipsis nos revela lo siguiente: “Entonces vi otra bestia salvaje que subía de la tierra. Tenía dos cuernos como de cordero, pero empezó a hablar como un dragón. Ejerce toda la autoridad de la primera bestia salvaje en presencia de ella. Hace que la tierra y sus habitantes adoren a la primera bestia salvaje, la que fue curada de su herida mortal. Y realiza grandes señales; hasta hace bajar fuego del cielo a la tierra a la vista de la humanidad” (Apocalipsis 13:11-13).
Eventualmente, el Dios Todopoderoso hará caer el telón y pondrá al descubierto la verdadera naturaleza de este mundo y sus gobernantes. A eso se refería el apóstol Pedro cuando escribió esto: “Sin embargo, el día de Jehová vendrá como un ladrón. Ese día los cielos desaparecerán con un estruendo, y los elementos, intensamente calientes, se disolverán, y la tierra y las obras que hay en ella serán puestas al descubierto” (2 Pedro 3:10).
Hubo una vez un tirano llamado Nabucodonosor. Dios permitió que este rey de Babilonia conquistara una gran parte del mundo conocido en aquel entonces. De hecho, Dios comisionó al poderoso ejército de Babilonia para que actuara como su agente de castigo. Sin embargo, Nabucodonosor tuvo que ser humillado. Un ángel lo arrojó de su trono y durante siete años vivió como una bestia en el campo. Luego, al tiempo señalado, Dios le devolvió su salud mental y su reino.
Eso fue algo bastante extraordinario, teniendo en cuenta la naturaleza del ser humano y que otros hombres hambrientos de poder probablemente se habrían mostrado reacios a devolverle el trono a Nabucodonosor. No obstante, el propósito de la intervención de Dios fue explicado por Daniel antes de que el rey fuera expulsado de su palacio: “Esto es por decreto de los vigilantes, y este veredicto es anunciado por los santos, para que todo el que vive sepa que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad y que él se lo da a quien él quiere, y sobre él coloca incluso al hombre más humilde” (Daniel 4:17).
Jehová ha demostrado su capacidad para hacer precisamente eso: poner al más humilde como gobernante de grandes naciones. Esto lo podemos ver en el caso de José, por ejemplo. Sus propios hermanos lo vendieron como esclavo. Bajo esa condición, aun así le iba bastante bien, trabajando en la casa de Potifar, un funcionario de la corte del faraón. Luego, fue encerrado en una cárcel por cargos falsos, donde languideció durante dos años. Allí, en ese lugar tan detestable, Dios le dio a José la capacidad de interpretar sueños. Al enterarse de su habilidad, el faraón llamó a José para que le interpretara sus sueños. Y debido a que lo hizo, el faraón lo nombró primer ministro de todo Egipto. Así que pasó de la cárcel directamente al trono.
Daniel también fue ascendido de manera similar del cautiverio a una posición alta en los reinos de Babilonia y Persia. Lo mismo ocurrió con Ester. Jehová exaltó a aquella hermosa pero humilde hebrea cuando llegó a ser la reina de Persia.
Dios demostró aún más que él es quien ensalza a los humildes y los coloca como gobernantes cuando Daniel fue rescatado del foso de los leones y los mismos animales que se lo iban a devorar fueron los que se comieron a los falsos acusadores del profeta. De ese modo, no quedaron dudas de que era por providencia divina que Daniel había obtenido su posición y la mantenía. Los tres hebreos que salieron ilesos de las llamas también fueron promovidos a altos cargos en el Imperio babilónico.
Estas no son simples historias bíblicas. Son portentos de Dios. Un portento es una indicación de algo que sucederá en el futuro. ¿Qué ocurrirá? Jesús les habló a los ungidos de las congregaciones simbólicas de Apocalipsis que existirán en la tierra cuando comience el día del Señor. A los de la congregación de Esmirna, Cristo les dice: “No tengas miedo de las cosas que vas a sufrir. Mira, el Diablo seguirá metiendo a algunos de ustedes en prisión para que sean puestos a prueba por completo, y sufrirán persecución por 10 días. Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida”.
Note el mismo cambio de circunstancias visto anteriormente: pasar de la prisión a recibir la corona de la vida inmortal. Jesús concluyó sus mensajes a las siete congregaciones diciendo: “Al que venza le concederé sentarse conmigo en mi trono, así como yo vencí y me senté con mi Padre en su trono. El que tenga oídos, que oiga lo que el espíritu les dice a las congregaciones”.
La victoria requerirá rechazar la marca de la bestia y dar el testimonio final.
Entonces, mientras los liberales y los globalistas trabajan para derrocar el orden existente y los conservadores y patriotas luchan por mantener el sistema actual, la verdadera guerra aún no ha comenzado. Olvídese del engaño de la Organización de 1914. Sáquelo de su mente. Es una operación satánica que tiene el objetivo de engañar a los escogidos haciéndoles creer que la guerra ya ha comenzado. Eso es mentira. Sin embargo, dado el estado del mundo, el fin debe estar cerca o, mejor dicho, el comienzo del tiempo del fin.
“De modo que el dragón se enfureció con la mujer y fue a guerrear contra los que quedan de la descendencia de ella. Estos son los que obedecen los mandamientos de Dios y tienen la misión de dar testimonio acerca de Jesús” (Apocalipsis 12:17).