Los vida de los testigos de Jehová gira alrededor de una maravillosa esperanza para el futuro. Sobrevivir al final violento de este mundo inicuo y vivir para siempre en el paraíso terrenal es una visión convincente y una expectativa válida, sólidamente basada en las Santas Escrituras. ¡Efectivamente, que venga el Reino!
Cuando Jesús estuvo en la tierra, estaba profundamente interesado en el futuro. Estaba al tanto de lo que había sido escrito por los profetas hebreos y en los Salmos. Sabía, por ejemplo, que uno de sus amigos más cercanos lo iba a traicionar. Así estaba escrito. Los profetas también predijeron que el pastor sería herido y las ovejas serían dispersadas. Jesús sabía que eso aplicaba a él e incluso advirtió a sus discípulos que tropezarían y serían dispersados porque el Diablo había exigido ponerlos a prueba.
Incluso las últimas palabras que Jesús pronunció antes de su último suspiro fueron dichas en cumplimiento del salmo 22 cuando él gritó: “Éli, Éli, ¿láma sabakhtháni?”
Sin embargo, Jesús no fue dejado en su sepultura, y eso también fue predicho por las profecías. La resurrección de Cristo inició una nueva etapa. Después de resucitar de entre los muertos, Jesús se apareció a sus discípulos en numerosas ocasiones a lo largo de 40 días. Luego, ascendió al cielo mientras una multitud de discípulos lo contemplaba. El Señor resucitado del cielo y la tierra les ordenó a sus discípulos que esperaran en Jerusalén al espíritu santo. Y diez días después, ¡empezó la unción!
Todos los 120 que fueron ungidos tenían lo que parecían ser lenguas de fuego flotando sobre sus cabezas. Comenzaron a hablar —no en lenguas ininteligibles como los cultos y sectas pentecostales de hoy— no, hablaban en los idiomas de los extranjeros que habían venido a Jerusalén para la fiesta. Aquellos cristianos llenos de espíritu santo dieron testimonio a esas personas acerca de Jesús y Dios en sus idiomas nativos.
La transformación fue más profunda en Pedro. ¡Aun cuando, tan solo 50 días antes, Pedro había negado conocer a Jesús, no una, ni dos, sino tres veces! No obstante, poco después del Pentecostés, el que había sido un simple pescador se enfrentó a los mismos hombres que habían condenado a muerte a Jesús y les dijo con valentía que no dejarían de predicar acerca de su Señor, que tenían que obedecer a Dios y no a los hombres. El espíritu de Dios les había infundido el mismo valor y convicción que Cristo poseía.
Jesús no solo cumplió profecías, sino que también fue un profeta, el más importante. Con respecto a su profecía de la conclusión del sistema, el Mesías tenía mucho que decir, y en referencia a las muchas cosas que dijo, él agregó: “El cielo y la tierra desaparecerán, pero mis palabras no desaparecerán jamás” (Mateo 24:35).
Entre las palabras que no desaparecerán, se encuentran las siguientes: “Entonces los perseguirán y los matarán, y todas las naciones los odiarán por causa de mi nombre. Y entonces muchos perderán la fe, se traicionarán unos a otros y se odiarán unos a otros. Aparecerán muchos falsos profetas que engañarán a mucha gente y, al aumentar la maldad, se enfriará el amor de la mayoría” (Mateo 24:9-12).
Los testigos de Jehová ciertamente han sido un grupo religioso odiado, no hay duda de eso. Sea como fuere, ¿se puede decir honestamente que los testigos de Jehová son odiados por causa del nombre de Jesús? No, en realidad no. Más bien, ¿no es el nombre de Jehová el que ha provocado más controversia y animosidad? Indudablemente, eso es cierto. Los testigos de Jehová son odiados porque no siguen las mismas creencias aceptadas por la mayoría de las iglesias, siendo la Trinidad la más importante.
Sean válidas o no, una de las muchas críticas contra la Watchtower es que los testigos de Jehová no le dan a Jesús lo que le corresponde. Todo se trata de Jehová. Eso es difícil de discutir. Por lo tanto, nuevamente, ¿de qué manera se odia a los testigos de Jehová por causa del nombre de Jesús? Siga leyendo…
Si bien muchos han perdido su fe a causa de las tantas piedras de tropiezo que la Watchtower ha dejado en el camino, ¿hemos visto el tipo de traición y odio asesino que Jesús predijo entre nosotros? De nuevo, honestamente, no. Sin duda, Jesús no se refería a la gente en general, a la gente del mundo. Cristo estaba hablando de lo que les sucederá a sus discípulos durante la conclusión del sistema. Serán odiados por el nombre de Jesús, al mismo tiempo que otros de sus discípulos tropezarán, se traicionarán y se odiarán unos a otros, mientras que el amor de muchos por Dios se enfriará debido al aumento de la maldad.
A principios del siglo XX, la Watchtower apuntaba a 1914 como el año en que todo llegaría a su clímax en Armagedón. Millones de personas estaban familiarizadas con el mensaje de los Estudiantes Internacionales de la Biblia. Cuando estalló la guerra en Europa, parecía que C.T. Russell había estado en lo cierto. Luego, el pastor Russell falleció inesperadamente. La guerra se prolongó y se produjo una lucha de poder entre los líderes de la Organización. No sucedió nada de lo que los Estudiantes de la Biblia esperaban que sucediera. Al final, la gran mayoría de la gente tropezó o se desilusionó. Cuando Rutherford reorganizó la obra, solo unos cuantos miles de Estudiantes de la Biblia respondieron favorablemente. Sin embargo, tal como fue el caso después del Pentecostés, los que respondieron fueron usados por Cristo para predicar a un nivel mayor.
Volviendo a las palabras de Jesús que jamás desaparecerán, en el relato paralelo del evangelio de Marcos, Cristo agregó algunos detalles al decir: “Y ustedes, tengan cuidado. Los van a entregar a los tribunales locales y los van a golpear en las sinagogas y, por causa de mí, se les obligará a presentarse ante gobernadores y reyes. Eso les servirá de testimonio a ellos. Además, primero se tienen que predicar las buenas noticias en todas las naciones. Pero, cuando los lleven para entregarlos a las autoridades, no se angustien pensando de antemano en lo que van a decir; digan lo que se les indique en ese momento, porque no van a ser ustedes los que hablen, sino el espíritu santo. Además, el hermano entregará a su hermano para que lo maten, y el padre a su hijo, y los hijos se volverán contra sus padres y harán que los maten. Toda la gente los odiará por causa de mi nombre” (Marcos 13:9-13).
Como se mencionó anteriormente, en el siglo I, Pedro fue presentado ante de las autoridades judías y les dio un testimonio. Pablo también lo hizo, de pie ante el gobernador Festo e incluso ante el mismísimo César en Roma. No obstante, nada de eso ha sucedido en la era moderna. Eso se debe a que, contrariamente a las enseñanzas de la Sociedad, la conclusión aún no ha comenzado.
El mismo hecho de que los testigos de Jehová crean fervientemente que el tiempo del fin comenzó en 1914 es indubitadamente la razón por la que muchos perderán la fe y se volverán contra sus antiguos amigos y familiares cuando venga Cristo y el mundo se vea hundido en un completo caos.
Ahora bien, en cuanto al ser aborrecidos por las naciones a causa del nombre de Jesús, podemos afirmar que así como a los apóstoles no se les permitió entender ciertas cosas para que su fe pudiera ser probada, la misma dinámica ha sido puesta en marcha en la actualidad.
Jehová ha permitido una operación de Satanás, la cual emplea todo tipo de obras poderosas, cosas impresionantes, milagros falsos y engaños injustos. ¿Con qué fin? Para convencer a los cristianos de que la parusía ha comenzado y que el día de Jehová está aquí. ¿Con qué objetivo? Las Escrituras nos responden con lo siguiente: “Dios permite que una influencia engañosa los confunda para que crean la mentira, a fin de que todos ellos sean juzgados porque no creyeron la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Tesalonicenses 2:11, 12).
Una mentira es una mentira, punto. El conocer la verdad sobre el alma, el infierno y la falsedad de la Trinidad es algo bueno. Pero creer en la falsedad de la llegada de Jesús en 1914 y todo lo que se desprende de ello sigue siendo aceptar y enseñar una mentira. Dios permite esa mentira para juzgar a aquellos que se negarán a aceptar la verdad cuando Cristo regrese. ¿No es Jesús el camino, la verdad y la vida?
Hay muchas evidencias que demuestran que Jesús no ha venido en ningún sentido. Su Reino no ha comenzado a gobernar. Satanás no ha sido expulsado del cielo. No tiene sentido discutirlo. Deje que la Watchtower enseñe lo que quiera. Sin embargo, cuando Cristo vuelva, comenzará la fase del juicio y no habrá nada que se pueda hacer para postergarlo o evitarlo. Las mentiras y los mentirosos serán consumidos por el fuego de la ira de Dios.
Aquellos que pasen la prueba recibirán el espíritu. Incluso aquellos que ya han sido ungidos recibirán la medida completa del espíritu. Eso es lo que Jesús quiso decir cuando expresó esto: “digan lo que se les indique en ese momento, porque no van a ser ustedes los que hablen, sino el espíritu santo”. Joel predijo lo mismo: “Y ustedes tendrán que saber que yo estoy en medio de Israel y que yo soy Jehová su Dios. ¡No hay otro! Mi pueblo nunca volverá a ser avergonzado. Después derramaré mi espíritu sobre todo tipo de personas. Sus hijos y sus hijas profetizarán, sus mayores tendrán sueños y sus jóvenes tendrán visiones. Incluso sobre mis esclavos y mis esclavas derramaré mi espíritu en esos días” (Joel 2:27-29).
La verdad es que la Sociedad nunca ha comprendido bien las profecías del tiempo del fin. Con respecto al proporcionar alimento al tiempo debido, esa asignación incluso nos da un indicio de la ceguera prevaleciente. El conocimiento de la operación de Satanás, aunque es parte de las profecías bíblicas que deben cumplirse, no es alimento al tiempo debido. La Watchtower es solo un instrumento en las manos de Cristo hasta que comience a gobernar como rey sobre el mundo. Se espera que los esclavos que están a cargo de la Organización den alimento al tiempo debido a los sirvientes de la casa para que se pueda llevar a cabo la tarea de predicar, enseñar y hacer discípulos. Empero, una vez que el Amo vuelva para una inspección sorpresa, todos los asignados a alimentar a los domésticos serán relevados de sus deberes. Algunos esclavos serán expulsados de la casa de Dios a las tinieblas de afuera, donde llorarán y apretarán los dientes al darse cuenta de que les aguarda la destrucción eterna. Después de recibir la cantidad adecuada de golpes por causa de su negligencia involuntaria, los esclavos a los que se juzgue como fieles serán nombrados sobre todas las pertenencias del Amo. Eso significa que llegarán a ser completamente hijos adoptados de Dios y hermanos de Cristo.
Cuando la predicación llegue a su fin, ya no habrá necesidad de una editorial. En ese momento, la Organización será descartada. De eso estaba hablando Jesús cuando dijo: “Ahora bien, cuando vean la cosa repugnante y devastadora de pie donde no debe estar (que el lector tenga discernimiento), entonces los que estén en Judea, que huyan a las montañas. El que esté en la azotea, que no baje ni entre a sacar nada de su casa, y el que esté en el campo, que no vuelva a las cosas que dejó atrás para buscar su manto” (Marcos 13:14-16).
La desolación de Jerusalén significa el fin del cristianismo, al menos en lo que respecta a la predicación, la enseñanza y la formación de discípulos. Después del juicio es cuando los hermanos de Jesús serán llevados ante diversos tipos de autoridades.
Dudo que existan gobernantes en el mundo de hoy que no conozcan a Jesús, al menos de nombre. Después de todo, las naciones de la cristiandad son vistas como naciones cristianas, en contraste con las naciones islámicas o comunistas. Por lo tanto, aquellos a quienes se les hará comparecer ante gobernadores y reyes no les explicarán quién es Jesús. Así que, ¿cuál será el punto?
JESÚS VENDRÁ DE LA MISMA MANERA
Cuando Jesús partió de esta tierra a la vista de una pequeña multitud de creyentes, aparecieron de repente dos ángeles. Ellos se dirigieron a los asombrados discípulos y les dijeron: “Hombres de Galilea, ¿por qué están ahí de pie mirando al cielo? Este Jesús, que estaba con ustedes y fue llevado al cielo, vendrá de la misma manera en que lo han visto irse al cielo” (Hechos 1:11).
Naturalmente, los discípulos esperaban que Jesús regresara durante su vida. Los apóstoles incluso difundieron el rumor entre los hermanos de que Juan aún estaría vivo cuando Jesús volviera. Como el apóstol más longevo, Juan finalmente aclaró el malentendido cuando escribió su evangelio y declaró lo siguiente: “Por eso entre los hermanos corrió el rumor de que este discípulo no iba a morir. Pero Jesús no le dijo que no moriría. Lo que dijo fue: ‘Si quiero que se quede aquí hasta que yo venga, ¿qué te importa eso a ti?’” (Juan 21:23).
No obstante, durante estos dos últimos milenios, los verdaderos cristianos han esperado el regreso prometido de Jesús. Y debido a su ferviente expectativa, los Estudiantes de la Biblia fueron fácilmente engañados al creer que Jesús había regresado invisiblemente en 1874. Uno de los primeros escritos que C.T. Russell publicó, incluso antes que la revista La Atalaya, se titulaba El objeto y manera de la vuelta del Señor. Así comenzó la influencia engañosa y ha persistido hasta el día de hoy con innumerables ajustes, como mover la fecha de la segunda venida de Jesús de 1874 a 1914.
La verdad es que no ha habido ni habrá una parusía invisible. Los apóstoles nunca enseñaron tal cosa. Ellos vieron cómo Jesús ascendía y los ángeles les dijeron que regresaría de la misma manera.
Empero, es cierto que solo los creyentes vieron a Jesús después de su resurrección. Y podemos estar seguros de que los que lo vieron siendo elevado de la tierra hacia las nubes estuvieron días más tarde en el aposento alto cuando el espíritu santo fue derramado. A pesar de que muchos piensan que todos los seres humanos verán literalmente a Jesús, eso no va a suceder. Él dijo que verían la señal del Hijo del Hombre aparecer en el cielo y que se golpearían el pecho de dolor al verla. El que el Señor vaya a regresar de la misma manera en que se fue nos quiere decir que él solo se manifestará visiblemente a los ungidos, a nadie más.
El apóstol Juan escribió esto: “Así que ahora, hijitos, manténganse en unión con él, para que cuando él sea manifestado podamos hablar con confianza y no nos apartemos de él avergonzados durante su presencia” (1 Juan 2:28).
Primero, tenga en cuenta que la manifestación de Jesús es lo mismo que su presencia. ¿Y qué significa manifestarse? En la misma epístola, Juan lo explica: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos observado y han palpado nuestras manos respecto a la palabra de la vida (sí, la vida fue manifestada, y nosotros hemos visto y estamos dando testimonio y contándoles de la vida eterna que estaba con el Padre y nos fue manifestada), lo que hemos visto y oído, se lo estamos contando también a ustedes, para que ustedes también estén unidos a nosotros. Y nosotros estamos unidos al Padre y su Hijo, Jesucristo” (1 Juan 1:1-3).
Jesús se manifestó obviamente como un ser humano de carne y hueso. Y los apóstoles sabían que él era el Hijo de Dios. Jesús también se les manifestó después de su resurrección. Por consiguiente, una manifestación es una aparición. Asimismo, Juan dijo muy claramente lo siguiente: “Amados, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando él sea manifestado seremos como él, porque lo veremos tal como es. Y todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, pues él es puro” (1 Juan 3:2, 3).
No todo el mundo tiene esa esperanza en él. Aquellos que son ungidos sí. Cuando Jesús vuelva, se manifestará a los llamados, escogidos y fieles. Lo verán tal como es: un espíritu glorioso, el Rey del Reino de Jehová, el Dios vivo.
Después de haber contemplado a Cristo, los futuros reyes del mundo serán presentados ante diferentes tipos de autoridades. Indudablemente, darán testimonio de lo que habrán visto, es decir, de la revelación de Jesús. Se les infundirá el espíritu del León de la tribu de Judá. Miqueas declara que serán como leones jóvenes entre rebaños de ovejas. Jesús nos aseguró que nadie podrá refutar ni una sola palabra de su testimonio, tal como nos indica Lucas 21:15: “porque yo les daré unas palabras y una sabiduría que todos sus adversarios juntos no podrán rebatir ni contradecir”.
Durante ese tiempo es cuando los cristianos serán odiados por todas las naciones a causa del nombre de Jesucristo.