Lunes 13 de septiembre
Todo el que es orgulloso de corazón es cosa detestable a Jehová (Prov. 16:5).
Los ancianos trabajan duro para ayudar a los hermanos. Y no se creen superiores a los demás debido a la autoridad que tienen, sino que tratan con ternura a la congregación (1 Tes. 2:7, 8). Su profundo amor y su humildad se reflejan en su manera de hablar a otros. Un anciano con experiencia llamado Andrew dice: “Me he dado cuenta de que los hermanos por lo general reaccionan bien cuando los ancianos son amables y les muestran un cariño sincero. Estas cualidades los motivan a colaborar con los ancianos”. Y Tony, que también lleva muchos años de anciano, explica: “Trato de seguir el consejo de Filipenses 2:3 y siempre me esfuerzo por considerar que los demás son superiores a mí. Esto me ayuda a no portarme como un dictador”. Los ancianos deben ser humildes, igual que Jehová. Aunque es el Soberano del universo, se agacha para levantar “al de condición humilde desde el polvo mismo” (Sal. 18:35; 113:6, 7). De hecho, detesta a los arrogantes. w19.09 16, 17 párrs. 11, 12
He conocido a muchos ancianos humildes personalmente (y también a algunos ambiciosos y presuntuosos). Como precursor nuevo hace más de 40 años, tuve el privilegio de trabajar en el servicio en dos ocasiones diferentes con miembros del Cuerpo Gobernante ya fallecidos (Jack Barr y John Booth) quienes visitaron mi ciudad y la congregación local y me impresionaron con su humildad. El hermano Booth ha sido el hombre más humilde que he conocido. El hermano Barr humildemente me permitió llevarlo en mi asqueroso Pinto Wagon, que poco tiempo después estalló espontáneamente en llamas.
Si bien los individuos pueden actuar de manera humilde, colectivamente, las instituciones pueden volverse orgullosas, incluso arrogantes. Ese ciertamente fue el caso de Israel, también conocido como Jacob. Por eso Dios expresó su disgusto con la antigua nación que él había organizado originalmente. “El Señor Soberano Jehová ha jurado por sí mismo —afirma Jehová el Dios de los ejércitos—: ‘Detesto el orgullo de Jacob, odio sus torres fortificadas, y entregaré la ciudad con todo lo que hay en ella’” (Amós 6:8).
Jehová nos juzgará a todos individualmente, pero ya ha dictado sentencia sobre la Watchtower. Nos daremos cuenta de eso si tenemos discernimiento sobre lo que está escrito en el libro de la verdad.
Hablando de dictadores: “Oigan las palabras de Jehová, dictadores de Sodoma. Presten atención a la ley de nuestro Dios, gente de Gomorra. ‘¿De qué me sirven sus muchos sacrificios?’, dice Jehová. ‘Estoy harto de sus ofrendas quemadas de carneros y de la grasa de animales bien alimentados, y no me complace la sangre de toros jóvenes, corderos ni cabras’” (Isaías 1:10, 11).
Sodoma y Gomorra ya no existían cuando Dios se dirigió a los líderes de su pueblo como los “dictadores de Sodoma”. Aquellas dos ciudades inicuas habían sido incineradas con fuego y azufre que cayó del cielo. Los sacerdotes judíos creían que haciendo rituales de sacrificio asegurarían la bendición de Jehová a pesar de que la nación en su conjunto estaba haciendo caso omiso de la ley de Dios. ¡Qué insulto a Jehová! Por eso Dios les habló de una manera bastante fuerte.
Sin embargo, en un contexto más amplio, Dios en realidad les estaba hablando a los cristianos que estarían vivos antes del regreso de Cristo. ¿Cómo lo sabemos? Porque aunque Dios estaba decidido a destruir Jerusalén, al final la bendeciría. ¿Cómo? Creando una nueva Jerusalén. Antes de que las Sagradas Escrituras se dividieran en capítulos y versículos, la denuncia de los “dictadores de Sodoma” se convertía en un pasaje que los testigos de Jehová citan con frecuencia: “Esto es lo que Isaías hijo de Amoz vio respecto a Judá y Jerusalén: En la parte final de los días, la montaña de la casa de Jehová será firmemente establecida por encima de la cumbre de las montañas y será elevada por encima de las colinas, y a ella afluirán todas las naciones. Y muchos pueblos irán y dirán: ‘Vamos, subamos a la montaña de Jehová, a la casa del Dios de Jacob. Él nos enseñará sus caminos, y nosotros andaremos en sus sendas’. Porque la ley saldrá de Sion, y la palabra de Jehová, de Jerusalén” (Isaías 2:1-3).
La organización se aplica esta profecía a sí misma. Se cree que el creciente número de Testigos es el cumplimiento de esta maravillosa profecía. No es de extrañar que la organización exude tanta arrogancia y orgullo. ¡Cree que se ha establecido firmemente sobre la cima de las montañas! Y las montañas simbolizan gobiernos.
Pero una lectura honesta de la profecía debería llevarnos a una conclusión diferente. Por un lado, los cristianos siempre han tenido la Biblia. Corrección: en los últimos tiempos, todos hemos tenido acceso a la Biblia. Y la Biblia contiene la palabra de Jehová y sus leyes. Los que son maestros basan su enseñanza en lo que está escrito en la Biblia. ¿Me entiende hasta ahora? Siendo eso cierto, para que la ley salga de Sion y la palabra de Jehová de Jerusalén, estas deben ser algo diferente a la Biblia, algo que venga de fuera de los confines de cualquier organización basada en la Biblia. La montaña de la casa de Jehová representa al Reino de Cristo. No, no el falso reino de parusía invisible de 1914 que la Watchtower inventó y mantiene como si fuera la cal y el yeso en una pared que se desmoronará, sino el Reino de verdad. La venida de Cristo dará como resultado que la “organización terrestre de Jehová” sea disuelta, aplastada. ¡Cristo establecerá la ley! Los “dictadores de Sodoma” no son otros que los que dirigen a los testigos de Jehová en este momento.
Aunque la congregación cristiana del primer siglo era pura y justa, como lo era Jerusalén antes de que Salomón apostatara, la continuación de una congregación ungida a fines del siglo XIX hasta el presente no tanto. Dios expresó su visión de la degradación de esta manera: “¡Mira cómo la ciudad fiel se ha convertido en una prostituta! Estaba llena de justicia; la rectitud se alojaba en ella, pero ahora solo hay asesinos” (Isaías 1:21).
A riesgo de repetirme en exceso, Jerusalén fue la cuna del cristianismo. Se convirtió en la sede de lo que a la Watchtower le gusta llamar el cuerpo gobernante del primer siglo. Por lo tanto, la ciudad que una vez fue fiel es una referencia críptica a la congregación de Cristo.
Incluso los líderes de la organización solían ser fieles a la verdad. La apostasía se hizo detectable por primera vez cuando la Watchtower se asoció políticamente con las Naciones Unidas hace 30 años. Eso fue algo bastante malo en sí, ¡pero ahora se han convertido en asesinos!
Es asombroso que, sin razón aparente, el Cuerpo Gobernante haya reprendido a los cristianos no vacunados por ser egoístas y no estar dispuestos a llegar a ningún acuerdo. Antes del informe 7, se había acordado que inyectarse era una decisión personal. Eso fue razonable.
No obstante, de repente, aparentemente de la nada, sin ninguna mención acerca de los problemas que rodean a las controvertidas inyecciones de ARNm o los medicamentos alternativos efectivos como la ivermectina o la hidroxicloroquina, o incluso los preventivos como la vitamina D3 y el zinc, sin una sola palabra sobre los riesgos potenciales, sí, incluso mortales de estas “vacunas”, los dictadores de Sodoma prácticamente han ordenado a los ocho millones de almas bajo su influencia que se sometan a las autoridades superiores. Sí, al esquema de las Naciones Unidas para la vacunación global y, presumiblemente, al programa de pasaportes de salud previsto.
Es el Cuerpo Gobernante el que no está dispuesto a llegar a ningún acuerdo, no los humildes publicadores. Es el Cuerpo Gobernante quien ha condenado públicamente a los cristianos dedicados de la manera más traicionera y presuntuosa, calificándolos de no estar en armonía con los dictados del canal de Jehová, esencialmente señalando a los no vacunados como opositores e incluso apóstatas. Indudablemente, el esclavo malo está golpeando sin piedad a sus compañeros esclavos porque el Amo se ha demorado en venir todos estos años.
Algunos testigos de Jehová ya han muerto a causa de las mal llamadas vacunas. Y ahora los Testigos restantes no vacunados deben recibir las inyecciones potencialmente letales o ser estigmatizados como perturbadores egoístas y obstinados de la unidad del paraíso espiritual. Con razón Dios dijo: “Y, cuando ustedes extienden las manos, escondo de ustedes mis ojos. Por muchas oraciones que hagan, yo no los escucho; sus manos están llenas de sangre” (Isaías 1:15).